miércoles, 25 de diciembre de 2013

Lista de canciones de Desencadenada

A lo largo de la novela Voy a romperte en pedacitos voy indicando canciones que escucha la protagonista, Cecilia, y que van marcando lo que le ocurre. Para mí estas canciones son fundamentales, pues me evocan las emociones de cada pasaje. Acabo de publicar la lista de canciones del segundo libro de la trilogía, Desencadenada. La podéis leer en la pestaña con ese mismo nombre de este blog, al final.  

lunes, 23 de diciembre de 2013

La policía golpea y detiene a varias mujeres tras una protesta contra la ley anti-aborto

Debido a la vuelta de la censura franquista de manos del Partido Popular, fundado por Manuel Fraga Iribarne, Ministro del Interior de Franco y autor de la célebre frase "la calle es mía", este tipo de vídeos ya no se puede publicar en España. Así que lo publico yo desde el extranjero.


No dejemos que la calle vuelva a ser "suya"... De la policía. De los que están en el poder.

sábado, 21 de diciembre de 2013

¡Abandonad la Iglesia!

¿Qué, te habías creído el timo del Papa progre? Pues espero que te haya abierto los ojos la nueva ley sobre el aborto que el PP ha impuesto a golpe de decretazo franquista. No hay Papas progres, sólo maquillajes publicitarios de una Iglesia que intenta recuperarse del escándalo mundial de los curas pedófilos. Así que han puesto al Papa Francisco haciendo de “poli bueno”, que finge necesitar nuestro apoyo para salvar a la Iglesia de los “polis malos” que prosiguen su guerra cultural contra las libertades. Pero ellos saben que no arriesgan nada: Francisco es tan retrógrado como el que más y la Teología de la Liberación está muerta y enterrada hace tiempo.

A ver si nos vamos enterando: la Iglesia Católica es el enemigo número uno de las libertades personales, especialmente las de las mujeres, los gais y todos los que practicamos sexualidades alternativas. Lo ha sido desde hace 2000 años y lo seguirá siendo en el futuro previsible. No sólo esto, sino que a lo largo de la historia la Iglesia ha estado siempre al lado del poder y de los ricos, manteniendo estructuras sociales de opresión y colaborando con algunos de los mayores crímenes colectivos que ha conocido la humanidad. La Iglesia impulsó la colonización de América y la institución de la esclavitud, derivada de la sumisión de los plebeyos a los nobles y clérigos feudales. Atacó a los descubrimientos científicos, desde Galileo hasta Darwin. Desempeñó un papel fundamental en la sublevación de Franco, en la Guerra Civil y en los 40 años de dictadura. También apoyó las dictaduras de Mussolini en Italia y Hitler en Alemania, cerrando los ojos al Holocausto que masacró seis millones de personas, judíos en su inmensa mayoría. Jugó a que apoyaba la Transición para posicionarse en el nuevo esquema político de España (ahora comprobamos lo bien que le salió la jugada), mientras que al mismo tiempo en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia amparaba las nuevas dictaduras y su brutal represión.

Ante tantos desmanes la única actitud ética es negar nuestro apoyo a la Iglesia, siguiendo la idea de Gandhi de que si no te opones al mal te vuelves su cómplice. Tenemos que darnos cuenta de que no cabe compromiso alguno con la Iglesia: siempre buscará el poder y lo utilizará para acabar con nuestras libertades. La construcción de una sociedad sin sexismo, con una visión positiva y lúdica de la sexualidad y donde no se oprima a las personas en base a su orientación sexual pasa por eliminar el poder político de la Iglesia. No se trata de acabar con el catolicismo, sino de devolverlo a la esfera exclusivamente personal a la que pertenecen las religiones. No se trata de quemar iglesias, sino de vaciarlas. No se trata de pretender que todo el mundo se haga ateo, sino de que todas las creencias sean tratadas por igual por el estado. Ese es, en definitiva, el estado laico estipulado en la Constitución, que la Iglesia y la derecha nos han robado. Para ver lo que es realidad un estado aconfesional y laico sólo hace falta echar una mirada a EE.UU., donde no hay crucifijos en las escuelas públicas, ni asignatura de religión. España es una teocracia, como Irán, como Arabia Saudí.

Pero eso ya no refleja siquiera la realidad social de España. Así es como están las cosas en materia de religión, según las últimas encuestas de CIS… El 70.4% de los españoles se definen como católicos, el 26% como no creyentes y el 2.3% como practicante de otras religiones. Pero, ¡ojo!, que la mayor parte de esos católicos sólo lo son de boquilla. Cuando se pregunta a los que integran ese 70.4% de católicos cuantas veces van a misa, resulta que sólo el 15.1% van a misa todos los domingos y festivos (recordad que no hacerlo está considerado como pecado mortal). Otro 8.6% van a misa alguna vez al mes; un 15.9% lo hacen varias veces al año y un descomunal 59.1% no va prácticamente nunca. Basándome en estos números, y descartando el minúsculo 2.3% que practican otras religiones, los españoles se podrían catalogar en cuatro grupos:
  1. Un 26% de no creyentes, que incluiría a ateos, agnósticos, deístas y personas religiosas o espirituales que no se identifican con ninguna religión.
  2. Un 11% (15% del 70%) que practica el catolicismo, al menos lo suficiente para no romper el mandamiento de ir a misa los domingos.
  3. Un 42% (59% del 70%) que se define como católico pero que no practica el catolicismo. Se trata quizás de “católicos culturales”, es decir, de gente que se siente afín al catolicismo, su mitología y sus ritos, pero que no cree lo suficiente para no tener ningún problema con no ir a misa.
  4. Un 18% (25% del 70%) que va a misa pero no todos los domingos, incluyendo algunos que sólo lo hacen alguna vez al año.
Así que ahí lo tenéis: en España, país “oficialmente” católico, hay sólo un 11% de católicos practicantes. Los no creyentes declarados formamos una minoría mucho más numerosa, con más del doble de miembros. Pero lo más interesante es esa mayoría del 60% integrado por los católicos culturales y los que practican a desgana. Esa gente tiene lo que se llama en marketing una “opinión blanda”, es decir, susceptible a ser cambiada con facilidad. La Iglesia lleva desde siempre intentando atraerlos al redil… por lo que se ve, sin mucho éxito. Pero, ¿y si los no creyentes hiciéramos un esfuerzo decidido para atraerlos a nuestro grupo? No se trataría de convertir a la gente al ateísmo, no. Creo que los esfuerzos en ese sentido van descaminados porque mucha gente necesita “creer en algo”: en un cristianismo que definen a su manera, en un Dios no personal, en la vida después de la muerte o en esos mitos de fenómenos paranormales, fantasmas y reencarnación que les gustan tanto a Hollywood. No importa. Lo importante es romper el cerrojo de poder que tiene la Iglesia sobre la sociedad para asegurar nuestras libertades. Así que propongo lo siguiente:

  1. Si no practicas el catolicismo, di que no eres católico. Bien fuerte, que se entere todo el mundo. No tengas miedo, tienes compañía.
  2. Desafía sin miedo las creencias de tus amigos y familiares. Infórmate sobre las incongruencias y los puntos débiles de la fe cristiana. Un simple comentario bien dicho puede desencadenar un auténtico alud de dudas. Son creencias muy endebles, por eso han tenido que usar tanta violencia a través de la historia para defenderlas, con sus cruzadas y sus inquisiciones.
  3. No te cases por la Iglesia (las bodas civiles son ya el 73% de los matrimonios). Se pueden hacer rituales cantidad de bonitos en otros sitios.
  4. No bautices a tus hijos, ni les dejes hacer la primera comunión. Si tus hijos envidian los regalos de sus amigos que hacen la primera comunión, invéntate un ritual de madurez para ellos, regalos incluidos.
  5. Cuando hagas la declaración de la renta no le des ningún dinero a la Iglesia.
  6. No des nunca dinero a organizaciones como Cáritas que dependen de la Iglesia. Tu dinero irá a parar al bolsillo de obispos y curas, no al de los pobres. Hoy en día sobran ONGs laicas a las que contribuir que son mucho más de fiar.
  7. Si tienes inquietudes religiosas o espirituales, embárcate en una búsqueda personal de algo que dé sentido a tu vida. Te asombrarás de lo que vas a encontrar. En realidad, una de las peores cosas que hace el catolicismo es embotar nuestra auténtica espiritualidad con doctrinas y rituales sin contenido.
Ésta es la manera positiva y no-violenta de luchar contra la Iglesia, de darles donde más les duele. Yo abandoné el catolicismo a los 15 años, cuando todavía iba a un colegio del Opus, cuando era totalmente dependiente de unos padres carcas, cuando aún vivíamos en la dictadura nacional-católica. Fue un proceso doloroso y difícil, pero hoy en día me enorgullezco de haber sido capaz de hacerlo. Fue cómo salir de una cárcel mental. Gané mi libertad y le abrí la puerta a experiencias maravillosas en todos los ámbitos de mi vida.

Figura 1: El número de creyentes en España ha ido disminuyendo (línea negra) mientras que el de no creyentes ha aumentado (línea gris).

De hecho, vamos ganando la batalla. Desde 1998 el porcentaje de católicos en España ha ido disminuyendo y el de no creyentes aumentando de forma simultánea (Figura 1). El porcentaje de católicos practicantes ha disminuido de forma aún más estrepitosa (Figura 2). Pero hay veces que los cambios sociales se aceleran; se producen avalanchas de cambios masivos de opinión al romperse un equilibrio invisible de fuerzas. La misma Iglesia nos lo pone fácil con su inflexibilidad y sus ataques a nuevas pautas culturales cada vez más establecidas. ¿Quién sigue hoy en día los mandamientos de la Iglesia sobre anticoncepción?

Figura 2: El número de católicos que no va a misa ha aumentado (línea negra) mientras que ha disminuido el de católicos que van a misa todos los domingos (línea gris claro) y el de que van a  misa alguna vez (línea gris oscuro).

Si te enfurece lo que ha hecho el PP con la ley del aborto, haz lo que dicen por aquí: “don’t get mad, get even” - “no te cabrees, gánales la partida”. ¡Vaciemos las iglesias! Cuando sólo queden en ellas unos pocos beatos vejestorios, los obispos se tendrán que callar la boca de una puñetera vez y nosotros podremos construir esa sociedad libre e igualitaria que ansiamos.

martes, 10 de diciembre de 2013

Suicidio

Mi querida amiga Erin se quitó la vida hace apenas un mes. Yo, que andaba un poco desconectado de ella, no me enteré hasta dos semanas después. Desde entonces he pasado muchas horas intentando comprender las circunstancias y las razones que la llevaron a hacerlo. Erin no era una persona dada a la melancolía; al contrario, siempre comunicaba un gran alegría a los que estábamos con ella. Sin embargo, una vez intentó contarme algo que llevaba muy dentro. Fue un e-mail que parecía no venir de ninguna parte y que me dejó anonadado…

“¡Deseo tanto que esta mierda de vida se acabe lo antes posible! ¡Estoy tan harta de toda esta mentira! Sólo quiero dormir -to trip the light fantastic (bailar con esa fantástica ligereza)- ¡para siempre! Y, de nuevo, no soy suicida, ¡créeme, no lo soy! ¡Es sólo que estoy tan harta de toda esta basura! No hay nada de bueno o de maravilloso en mi vida. Sólo quiero acelerar el proceso de mi muerte lo mejor que pueda. Quizás debería empezar a tomar crack cocaína o algo así… No sé. ¡Sólo sé que deseo tanto que todo esto termine! He acabado. Estoy tan triste. Espero que puedas empezar a entender esto, Hermes. No se trata de ti - ¡en absoluto! ¡Se trata de mí! ¡Quisiera que tú, y tu mujer, y mi madre y mi amiga Tina, y todos a los que amo y que me importáis os dierais prisa en morir! ¡Para que yo pueda salir de aquí de una puta vez! ¡Detesto mi vida! ¡Quiero que se acabe! Me solía preocupar dejar mi marca en el mundo - hacer algo significativo que ayudara a otros - pero estoy vacía de ‘vida’ y ya no me importa nada. -Algo dentro de mí ha muerto. Sólo quiero dormir. Solía querer ayudar a otra gente a tener una vida mejor y a encontrar la felicidad… pero, lo siento, ya no me preocupo ni por mí ni por nadie. ¡Paz FUERA!”

¡Ahí queda eso! Me disgustó tanto ese e-mail que tuvimos una pelea a causa de él. Poco a poco, conforme las aguas fueron volviendo a su cauce, Erin intentó explicarme lo que quería decir. Quería comunicarme algo muy íntimo suyo, me dijo, algo que no le contaba a nadie. Y yo, al rechazarlo, la había decepcionado profundamente. Me explicó que para ella la muerte no era algo triste, sino un descanso a todo el sufrimiento de su vida cotidiana. Más adelante comprendí de dónde había salido ese e-mail. Unos días antes habíamos visto juntos la película “Mar Adentro”. Yo quería enseñarle la Galicia donde crecí, pero ella se quedó enganchada con la historia de Ramón Sampedro y su deseo de morir.

Otra película que vi hace poco, “What Dreams May Come”, ("Más allá de los sueños", en español) representa el polo opuesto: la repulsa de nuestra cultura hacia los suicidas. En ella el personaje encarnado por Robin Williams tiene que viajar al Infierno de Dante a rescatar a su esposa, que ha cometido el pecado imperdonable de suicidarse. ¿Por qué tiene que ser el suicidio algo tan negativo?

Hablando con Erin comprendí que el suicidio puede considerarse como uno de los actos más subversivos. Es una afirmación radical de nuestra libertad, de nuestra autonomía personal. No le pertenecemos a la sociedad, ni a Dios, ni siquiera a las personas que nos aman. Nuestra vida es nuestra y hacemos con ella lo que nos da la gana. Y el que quiera entenderlo que lo entienda y el que no, ajo y agua… Mejor todavía: el suicida comprende que lo que más tememos, la muerte, no es nada. Es una moneda con dos caras: la de perder todo lo que tenemos pero también la de liberarnos definitivamente de todo lo que nos hace sufrir. Así que, si hacemos balance de nuestra vida quizás lo segundo pese más que lo primero, y entonces la opción es clara. Al parecer, Erin lo tenía así de claro.

También es verdad que determinadas personas están fascinadas por la idea de la muerte y el suicidio. Existe toda una subcultura en torno a ello. Por ejemplo, la canción “Asleep” de Emily Browning recoge sentimientos muy parecidos a los del e-mail de Erin…


La verdad es que a mí me costó mucho trabajo entender todo esto. A mí me gusta la vida. Si pudiera viviría mil años. Lo que me llena de frustración es no tener suficiente tiempo para aprender todo lo que quiero aprender, para hacer todo lo que quiero hacer, para escribir todos esos libros que se quedarán para siempre en mi imaginación. Pero ahora, gracias a Erin, he llegado a comprender en mis huesos el significado de la muerte y a dejar, en cierta medida, de temerla.

Pero también soy consciente de que en la gran mayoría de los casos el suicidio tiene poco de romántico, de ese acto de liberación personal del que hablaba antes. El suicidio a menudo no es más la consecuencia final de una enfermedad que a veces es mortal: la depresión. Gracias a los avances de la neurociencia, hoy en día entendemos que existen estados del cerebro que son incompatibles con la vida, donde el sufrimiento se hace tan profundo que hay que buscar una salida de inmediato. Y también sabemos que ese estado se puede evitar con la medicación adecuada, que literalmente te puede salvar la vida. Es aterrador pensar que hay gente que puede pasar por algo así. Espero de todo corazón que ese no fuera el caso de Erin, que ella simplemente logró hacer realidad ese deseo tan profundo que yo no supe comprender.

May you trip the light fantastic, Erin!

lunes, 9 de diciembre de 2013

Reseña de “Voy a romperte en pedacitos” en La Pluma de Pandora

Mi amiga Dora ha escrito una preciosa reseña de mi novela “Voy a romperte en pedacitos” en su blog La Pluma de Pandora. ¡Qué mejor regalo para el cumpleaños de mi blog!

¡Muchas gracias, Dora! Me alegro de que te haya gustado tanto mi novela.

http://www.laplumadepandora.com/2013/12/voy-romperte-en-pedacitos.html

domingo, 8 de diciembre de 2013

¡“Sexo, ciencia y espíritu” cumple un añito!


Según el archivo del blog, el primer artículo lo publiqué el 25 de noviembre del 2012… Sí, es verdad, ya hace unos días desde el cumpleaños, pero es que he estado muy liado últimamente. Más vale tarde que nunca, ¿no?

Ese primer artículo fue “¿Por qué tiene tanto éxito ’50 Sombras de Grey´?” que sigue siendo uno de los más leídos del blog, con 239 visitas hasta ahora. El más leído de todos también trata de esa dichosa novela: “’50 Sombras de Grey’, ¿una historia de Dominación/sumisión o de maltrato?”, con 1340 visitas. De hecho, ese artículo recopiló 1100 visitas en un solo día, más de las que suele recibir mi blog en un mes. Y así fue como, cuando ya lo consideraba imposible, el blog rebasó la línea de las 10,000 visitas antes de cumplir un año.
Bueno, no me hago ilusiones: 10,000 visitas al año no son muchas. Blogs con más éxito han recogido cientos de miles de visitas en tres o cuatro años de singladura. Pero por algo se empieza, ¿no?

Creo conocer las razones por las que este blog no es demasiado popular. En primer lugar, no se concentra en un tema determinado. No es un blog sobre BDSM, ni sobre poliamor, ni sobre ciencia, ni sobre literatura, sino que va picoteando sobre esos y otros muchos temas sin ton ni son. Pero no quiero escribir otra cosa, porque así es mi vida, esas son las cosas que amo y si escribiera sólo sobre una de ellas acabaría por aburrirme. En definitiva, creo que las personas debemos buscar el equilibrio entre nuestro intelecto, nuestras emociones, nuestras relaciones y nuestra sexualidad. Así que, ¿por qué no hablar de todo un poco? Además, los temas mejoran cuando se mezclan… ¿Qué tal si hablamos de sadomasoquismo desde el punto de vista de la fisiología del dolor? ¿O de cómo el entender nuestras emociones nos libera espiritualmente?

Otra de las razones por las que el blog no tiene un éxito fulminante es que no me “mojo el culo” hablando de mi experiencia personal. Se entiende que los blogs tienen que ser un poco como diarios que van recogiendo el aprendizaje del que los escribe a través de su vida, haciendo hincapié en los sentimientos, en su crecimiento como persona. Reconozco que me da reparo hablar demasiado de mí mismo cuando se trata de temas tan íntimos como el sexo, el BDSM y las personas a las que amo. Por supuesto, “Hermes Solenzol” es un pseudónimo, con lo que este blog no impactaría mi carrera profesional. Pero no es eso lo que me preocupa. “Hermes Solenzol” no es un simple nick de un foro de internet, sino mi pseudónimo de escritor que, si mi novela acaba por tener el éxito que ansío, un día podría conectarse con mi nombre real. Lo que escribo en el blog equivaldría entonces a “salir del armario” como practicante del BDSM, el poliamor y unas cuantas cosas más. Y eso podría hacer sufrir a determinadas personas a las que quiero y tendría un impacto difícil de ponderar en mi carrera como científico. Por lo tanto, de momento prefiero hablar de estos temas de forma impersonal, a sabiendas de que sería mucho más interesante escribir sobre los momentos de felicidad y los dramas dolorosos que han aportado a mi vida. Pero sigo planteándomelo y, quién sabe, quizás pronto cambie de táctica.

Empecé el blog con planes muy ambiciosos. Este iba a ser un blog bilingüe, es español y en inglés. Escribiría mis artículos en una de esas lenguas y luego lo traduciría a la otra. No pudo ser. Traducir requiere mucho esfuerzo, aún entre lenguas en las que tengo completa fluidez, y es mucho más aburrido que escribir algo nuevo. Así que “Sexo, ciencia y espíritu” salió adelante, mientras que “Sex, science and spirit” languideció desde el comienzo. Esto se debió a dos razones fundamentales. Primero, a me gusta más escribir en español; es mi lengua materna por la que siento una gran nostalgia y también creo que es intrínsecamente más bonita y maleable que el inglés. Segundo, porque el blog tenía que cumplir la función de promocionar mi novela “Voy a romperte en pedacitos” (algo que me cuesta mucho hacer, soy escritor y científico, no publicista) y eso lógicamente tenía que hacerlo en español. De todas formas, estoy empezando a escribir una nueva novela, esta vez en inglés, por lo que poco a poco empezaré a incorporar contenidos a la versión inglesa del blog.
En cuanto a este blog, tengo un montón de artículos en proyecto sobre temas que creo que son muy interesantes. Como los artículos más leídos hasta ahora son comentarios sobre libros, voy a escribir más sobre eso, analizando varias novelas eróticas y mis escritoras y escritores favoritos, tanto en inglés como en español.

Quiero acabar señalando lo que más satisfacción me ha producido de entrar en el mundo de los blogs: los nuevos amigos que he hecho. Dora, Fenec, xana, Sylvia y Antje… en ningún orden en particular. ¡Muchas gracias por la amistad y el apoyo que me habéis brindado! Espero que nuestra amistad siga creciendo en el futuro que sigamos ayudándonos con nuestros blogs, haciendo llegar a la gente un poquito de nuestras vidas.

domingo, 17 de noviembre de 2013

“50 Sombras de Grey” - ¿una historia de Dominación/sumisión o de maltrato?

Hace unos días escribí un artículo en este blog sobre Cómo reconocer el maltrato en las relaciones de Dominación/sumisión. Al final del mismo se me ocurrió pensar en cuántos de los 12 puntos que cito ocurren en la relación entre Christian Grey y Anastasia Steele, los protagonistas de la famosa trilogía “50 Sombras de Grey”, sobre la que ya he escrito en mi otro artículo Por qué tiene tanto éxito "50 Sombras de Grey". Hagamos un análisis punto por punto…
  1. No respetar los límites de la sumisa. Grey claramente no los respeta, sino que ejerce una continua presión sobre Anastasia para que acepte una relación de D/s extrema (a tiempo completo o 24/7) para la que ella no está en absoluto preparada.
  2. Problemas con la “palabra de seguridad”. La “palabra de seguridad” aparece poco y tarde en la historia. No se menciona en el contrato que le ofrece Grey, ni él le recuerda que puede usarla antes de las sesiones. Por lo visto sí se usa en el tercer libro, el único que no he leído.
  3. Establecer un tipo de relación extrema para el que no está preparada la sumisa. No solo Anastasia en una completa novata, sino que ni siquiera tiene claro que le guste la D/s. Querer meter a una persona así en una relación de D/s a tiempo completo, con control total sobre su vida, es una absoluta barbaridad. Las cosas hubieran ido mucho mejor si Grey le hubiera ofrecido a Anastasia sesiones ligeras de sadomasoquismo, con azotes eróticos en el culo y algo de bondage. Al final la relación queda reducida a ese BDSM ultraligero, pero para entonces Grey ha perdido toda autoridad como Dominante y Anastasia se ha hecho con el control de la relación… Algo que, por cierto, no suele pasar en la vida real.
  4. Provocar sentimientos de culpa. Queda claro desde el principio que Grey es un hombre frágil y emocionalmente herido, a quien el simple contacto físico le puede ocasionar un ataque de ansiedad. Eso establece una dinámica en la que Anastasia no sólo tiene que cuidar de sus propios sentimientos, sino que tiene que responsabilizarse del sufrimiento de Grey. Eso la coloca en una situación de debilidad en la que su sentimiento de culpa puede ser usado para manipularla psicológicamente.
  5. Hacer a la sumisa romper con su entorno social. Si bien Grey no hace que Anastasia rompa completamente con su entorno social, continuamente se inmiscuye en él, interviniendo en su relación con sus padres y con su mejor amiga. Con los amigos masculinos de Anastasia Grey es mucho menos sutil: sus celos no admiten ningún posible rival.
  6. Aliarse con sus amigos para manipular a la sumisa. En esto Grey no se anda con chiquitas. Más que amigos, él tiene todo un ejército de guardaespaldas y empleados con los que espiar y acosar a Anastasia.
  7. Secretos. Tampoco aquí se anda Grey con sutilezas: le hace firmar a Anastasia un contrato legal en el que ella se compromete a guardar estricto secreto de todo lo que pasa entre ella y Grey. La consecuencia inmediata es que Anastasia no puede buscar consejo de su mejor amiga sobre el tipo de relación al que la quiere conducir Grey. Anastasia tiene miedo genuino de lo que le puede pasar si rompe ese contrato, con toda razón, dado cómo el sistema de justicia americano protege a los adinerados y desprotege a los pobres. Sin poder hablar con nadie de lo que la preocupa, Anastasia cae en el estado de confusión e indecisión típico de las víctimas de maltrato.
  8. Exageraciones y mentiras. Esto es algo que Grey no hace, pero es porque no lo necesita. Desde el principio está claro que él tiene más dinero y poder que nadie, y un ego del tamaño del Universo.
  9. Celos. Está claro que Grey, como muchos maltratadores, padece de celopatía. No soporta la idea de que ella quede con otro hombre, e incluso las amigas de Anastasia le dan celos. Cabe preguntarse si una de las razones por las que se siente atraído inicialmente por ella es porque es virgen y así él la podrá poseer completamente, será el único hombre en su vida.
  10. Falta de respeto por la mujer. Grey tiene problemas con las mujeres. empezando por su madre, una prostituta a quién él detesta y a quien culpa de los abusos que sufrió en la infancia. Siguiendo por Helena, “Ms. Robinson”, la mujer que lo inició en el BDSM y con quien mantiene una relación llena de ambigüedad y conflicto. Y acabando por la sumisa que tuvo antes de conocer a Anastasia, quien sufre de graves trastornos psicológicos… y no queda nada claro hasta qué punto esos trastornos derivan de su relación con Grey.
  11. Consumo de drogas. Grey no consume drogas, pero en la historia vemos cómo Anastasia se emborracha varias veces y eso le hace sucumbir a Grey.
  12. Tomar control de detalles esenciales de la vida de la mujer: dinero, trabajo, vivienda, etc. Ésta es precisamente una de las cosas más claras del modo de actuar de Grey. El contrato de sumisión que le quiere imponer a Anastasia le permitiría tomar control de los aspectos más nimios de su vida: sueño, dieta, ejercicio, salud… Cuando queda claro que ella no va a firmar ese contrato, Grey se empeña en asumir el control de detalles clave de su vida: el coche que conduce, el piso dónde vive… hasta se las arregla para comprar la empresa donde trabaja. Anastasia no puede romper con Grey sin descabalar completamente su futuro.
Bueno, ¿y qué? ¿Quiere decir esto que se trata de un libro inmoral? Hoy en día estamos acostumbrados a leer novelas con las cosas más horrendas que le pueden pasar a alguien. En la popular serie de novelas (llevada con gran éxito a la televisión) “Juego de Tronos” se describen con detalle asesinatos, mutilaciones, ejecuciones y torturas. Los “Juegos del Hambre”, una trilogía para adolescentes, también está llena de violencia, asesinatos y torturas. Y yo, para no ser menos, incluyo pasajes de violencia real y en absoluto consensual en mi trilogía “Voy a romperte en pedacitos”.

Y ahora, la peli...
El problema con “50 Sombras” es bastante sutil. Las reglas éticas que guían a todo escritor vienen a decir que está bien presentar actos de violencia y maldad siempre y cuando quede claro que el autor desaprueba de ellos. Existen varios mecanismos para hacerlo. Por ejemplo, se puede presentar la acción desde el punto de vista de la víctima para que el lector empatice con su sufrimiento. También se suele castigar al “malo”, reestableciendo el sentido de justicia en la historia (algo que, por desgracia, no suele ocurrir en la realidad). Aunque es cierto que “50 Sombras” está contada desde el punto de vista de Anastasia, que en este caso sería la víctima, la autora parece aprobar de la conducta de Grey. Quizás debería matizar esto un poco mejor: E. L. James desaprueba del BDSM, cree que es malsano y asigna a Anastasia la función de “liberar” a Christian Grey de sus perversiones. Sin embargo, está claro que la autora aprueba de la posesividad y los celos de Grey: los presenta como una señal de amor. Y le parece fenomenal todo lo que hace Grey para controlar y poseer a Anastasia, presentando su acoso como el colmo del romanticismo. Por supuesto, todo esto se refuerza con la presente normativa cultural sexista, según la cual está bien que el hombre controle a la mujer, es normal que el hombre tenga más poder que la mujer, los celos son señal de amor y toda la vida social de la mujer debe ponerse al servicio de la sacrosanta monogamia. Este es, precisamente, el problema de “50 Sombras”. Y lo peor de todo es que muchas mujeres se tragan ese mensaje sexista y conservador sin ningún reparo, y parten a la búsqueda de un Christian Grey multimillonario, narcisista y celópata que tome el control de sus vidas, no de la forma lúdica, sensata y consensuada de la D/s, sino de la forma opresiva, explotadora y machista a la que nos han acostumbrado siglos y más siglos de represión de la mujer.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Encuentro de varios centenares de practicantes del poliamor en Los Ángeles

Se conoce popularmente como el “Pool Party” - la Fiesta de la Piscina - y tiene lugar una o dos veces al año en una mansión de Brentwood con un amplio jardín trasero y piscina - de ahí el nombre. Está organizado por el Grupo MeetUp de Poliamor del Sur de California, aunque la casa donde se celebra es la residencia privada de Krishna, Eddie y Angel, que así prestan su generoso apoyo a la comunidad poliamorista. Brentwood es una lujosa zona residencial de Los Ángeles Occidental (“West LA”), situada al pie de las Montañas de Santa Mónica, entre la ciudad de Santa Mónica y el enclave aún más lujoso de Bel-Air.

En internet se anunciaba que asistirían más de 300 personas. Mi mujer y yo llegamos puntualmente a las siete y la enorme mansión estaba ya llena de bote en bote. Después de dejar los zapatos en la pila de calzado junto a la puerta, nos abrimos paso como pudimos hasta el salón. Junto  la pared, una fila de personas sostenían papeles anunciando los grupos de discusión que se reunirían de 7 a 9. Incluían “Poly 101”, “¿Soy poliamorista?”, “Celos y comunicación”, “Familias de poliamor”, “Grupo de mujeres”, “Poliamor y BDSM” y varios que simplemente decían “Discusión abierta”. El de “Poliamor y BDSM” lo moderaba Deborah, la organizadora de este grupo MeetUp y a quien yo conocía de otras reuniones, así que nos apuntamos. Sin embargo, la discusión en ese grupo resultó decepcionante: había una dominatriz y un dominante profesionales que enseguida acapararon la conversación y parecían dispuestos a no dejar participar a nadie más. Cansados de escucharlos hablar sobre lo buenos que eran como dominantes, lo malos que eran todos los demás y la cantidad de sumisos y sumisas que tenían, decidimos probar suerte con los otros grupos. Después de dar varias vueltas, nos quedamos en el de “Familias de poliamor”, donde tenía lugar una discusión verdaderamente fascinante. Muchos de los participantes eran personas que había vivido en familias de poliamor durante mucho tiempo y habían educado en ellas a sus hijos. La conversación giraba en torno a los distintos problemas que esto presentaba… Cómo reaccionan los niños ante la presencia de varios adultos en la casa que asumen funciones de padres. Cómo explican su situación familiar en el colegio. Qué pasa cuando uno de los adultos abandona la relación. Y, muy importante, problemas legales que pueden ocurrir con esta situación. Una de las participantes era Terry Lee Brussels, fundadora del veterano grupo de poliamor “Live the Dream”. Nos contó una conmovedora historia de cómo, a raíz de la denuncia de un vecino, le habían quitado a sus hijos durante 9 meses. Tras una dura batalla legal consiguió no sólo que le devolvieran a sus hijos, sino cambiar la ley para que evitar este tipo de situaciones. Otros participantes contribuyeron historias parecidas, y se llegó a la conclusión que los poliamoristas debíamos organizarnos en grupos de solidaridad para luchar por nuestros derechos. Rachel, una atractiva rubia que moderaba el grupo, comentó que ella había organizado un grupo de familias poliamoristas con niños, que se reunían periódicamente en su casa. En él, mientras los padres conversan sobre temas de poliamor, los niños juegan juntos y comprueban que su tipo de familia no es algo tan raro.

A las nueve, los grupos de discusión se desbandaron y comenzó la fiesta. En la cocina había comida y bebida abundante. En una terraza varias personas bailaban animadamente. Pero lo que más nos llamó la atención fue la piscina, llena a rebosar de gente desnuda. Se nos había advertido que no habría sexo - ésta no era una reunión de swingers - pero lo que sí había eran muchos abrazos y besos colectivos. Un grupo de chicos jóvenes se pasaban a una chica de unos brazos a otros, besándola cada uno. Pero no todos eran jóvenes, porque si había algo de especial en esta fiesta era la gran variedad de sus participantes. Había gente de todas la razas: blancos, afro-americanos y asiáticos… hasta pudimos conversar en español con varios latinoamericanos. La edad parecía oscilar entre jóvenes de 20 años hasta gente mayor, pasados los 60. Muchos se conocían de reuniones anteriores y, a juzgar por la profusión de besos y abrazos, en muchos casos se trataba de un conocimiento bastante íntimo.

El problema con el poliamor es que cuando hablas con la gente tienes que abandonar el esquema convencional de la pareja. Te hablan de su esposa, de su amante, del amante de la esposa, del ex que los dejó hace un año… A no ser que prestes cuidadosa atención, enseguida acabas hecho un lío y no sabes muy bien de quién están hablando. Es como una especie de viaje al futuro, a un escenario de ciencia-ficción donde las reglas sociales por la que nos movemos habitualmente están cambiadas de raíz. De hecho, a los poliamoristas les encanta la ciencia-ficción, y citan más a menudo a Robert A. Heinlein, autor de las novelas que describen relaciones de poliamor “Stranger in a Strange Land” y “The Moon is a Harsh Mistress”, que a Dossie Easton y Janet Hardy, las autoras del famoso tratado de poliamor “The Ethical Slut” (traducido al español como “Ética Promiscua”). Y es que el poliamor es algo mucho más profundo que hacer un intercambio de parejas de vez en cuando o que tener una pareja abierta. En una auténtica familia de poliamor la “pareja” ha quedado muy atrás; son un grupo de tres, cuatro o más personas que no sólo follan entre ellas, sino que tienen entre ellos relaciones emocionales tan profundas como la de cualquier marido-mujer tradicional. Se me quedó grabada una frase que le oí decir a una mujer en la fiesta: “Tener una relación de poliamor contigo quiere decir que si tienes hambre te daré de comer; si estás sólo te haré compañía; si no tienes casa puedes venirte a vivir conmigo, y si necesitas sexo puedes follar conmigo”.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Cómo reconocer el maltrato en las relaciones de dominación/sumisión

Existen pocas cosas en las que todo el mundo esté de acuerdo en el mundo del BDSM, pero afortunadamente una de ellas es la necesidad de demarcar claramente la diferencia entre una relación BDSM sana y una relación basada en el abuso y la explotación. Para ello se ha llegado a un acuerdo basado en los parámetros de “seguro, sensato y consensual” (SSC). En líneas generales, esto quiere decir que no debe producirse lesiones físicas graves (“seguro”), que no debe haber daño ni manipulación emocional (“sensato”) y que todo lo que ocurre se realiza con el consentimiento de los participantes (“consensual”). Hay que admitir, de todas formas, que aún existe una cierta controversia sobre el significado exacto del SSC. Hay personas y parejas que quieren vivir el BDSM de forma extrema, lo que les lleva a hacer cosas que la mayoría juzgaría que rompen el SSC pero que dada la experiencia y la trayectoria personal de esas parejas pueden ser perfectamente éticas y legítimas. Sin embargo, hay otros casos en los que existe un claro abuso, maltrato y explotación. El leer varios ejemplos de esto en círculos BDSM de internet me ha llevado a escribir este artículo, que espero que sirva de punto de reflexión sobre este tema. No voy a hablar aquí de casos de violación y abuso sexual realizados con el uso descarado de la coacción y la violencia, sino de formas más sutiles de maltrato que se basan en la manipulación mental y que precisamente por eso pueden resultar más dañinas.

Creo que el maltrato dentro del mundo BDSM no es muy distinto del que se da en relaciones vainilla, y no existe evidencia de que sea más frecuente. Pero sí es verdad que por su propia naturaleza el BDSM facilita los maltratos. Primero, existen una serie de mitos y discursos sociales dentro de la cultura BDSM que dificultan el reconocimiento de la situación de maltrato. Segundo, la falta de aceptación del BDSM por la sociedad en general dificulta que las víctimas puedan denunciar el maltrato, pues para hacerlo deberán revelarse como aficionadas a estas “perversiones” y exponerse a ser doblemente victimizada por ello. Por otro lado, aunque se ha escrito mucho sobre el maltrato en la pareja, muchas de las descripciones que se hacen del maltratador invitan a pensar que las relaciones BDSM son abusivas, cuando esto está muy lejos de la realidad (como ya expliqué en este artículo Sadomasoquismo y violencia de género). Por estas razones, pienso que es muy importante abordar el tema del maltrato en el contexto exclusivo de una relación BDSM.


Con el ánimo de alertar a potenciales víctimas y de llamar la atención sobre el tema al colectivo BDSM, he confeccionado una lista de los síntomas que potencialmente pueden conducir a situaciones de abuso amparadas en un falso BDSM. Esta lista no pretende ser ni mucho menos exhaustiva y se basa en mis observaciones personales y en los comentarios que he ido leyendo por internet. Por lo tanto, debe considerarse sujeta a discusión y como un proyecto en curso. Las características no se refieren a comportamientos puntuales, sino modos de acción globales. El que una persona posea una o dos de ellas quizás no sea causa de alarma, pero varias juntas deben encender la luz roja. Me refiero al maltratador en género masculino y a la víctima en género femenino porque lo más frecuente es que el hombre maltrate a la mujer, pero eso no excluye que exista el abuso entre todo tipo de combinaciones de géneros.
  1. Considerar los límites de la sumisa como algo a superar. Una de las características esenciales del maltrato es que no se respete la consensualidad. El maltratador verá tus límites como un desafío al control absoluto que quiere ejercer sobre ti e intentará por todos medios desgastarlos o romperlos directamente.
  2. Problemas con la “palabra de seguridad”. La primera pista que suelen dar muchos maltratadores en el mundo BDSM es que objetan al uso de la palabra de seguridad. Es lógico que lo hagan, pues la palabra de seguridad es la mejor herramienta de la que dispone la sumisa para asegurarse de que se respeta su consentimiento en todo momento. Es cierto que hay parejas BDSM que no usan la palabra de seguridad, bien porque para ellos decir “¡para!” es suficiente, bien porque han evolucionado con el tiempo a una relación extrema de D/s donde la sumisa se abandona completamente en la confianza que deposita en el Dominante. La señal de peligro es cuando el Dominante se niega a que uses la palabra de seguridad al principio de una relación. Otras veces se dificulta el uso de la misma, exigiendo que se use lo menos posible, haciendo pagar un precio por su uso (decir que no eres lo suficientemente sumisa, terminar la sesión, mandarte a casa…), o respondiendo con enfados y peleas.
  3. Establecer un tipo de relación extrema para el que no está preparada la sumisa. Normalmente las relaciones BDSM progresan a través de varias etapas. Se empieza haciendo sesiones de juegos ligeros… unos pocos azotes, algo de bondage, ordenar algo que estás desando hacer de todas formas. A lo largo de meses, las sesiones se van haciendo más largas y más intensas, y algunos elementos empiezan a introducirse en la vida real. Si los dos participantes deciden evolucionar a una relación D/s de tiempo completo (también llamada 24/7), esto se va estableciendo de forma gradual, introduciendo órdenes y disciplinas una a una y explorando las consecuencias. Muchas parejas deciden no entrar en esa etapa. Muy pocas llegarán a la relación Amo/esclava, conviviendo en servidumbre total. El maltratador buscará saltarse toda esas etapas intermedias y establecer una relación D/s a tiempo completo de entrada, o incluso de Amo/esclava.
  4. Provocar sentimientos de culpa. El peor maltratador es el que usa métodos de manipulación psicológica para controlarte, y una de las formas más eficaces de hacerlo es a través del sentimiento de culpa. A veces te salen por donde menos te lo esperas. Por ejemplo, puede decirte que le has hecho mucho daño, que has herido sus sentimientos. Si, como haría cualquier persona normal, dices que lo sientes, establece una dinámica en la que continuamente tienes que expiar esa falta, además de tener que tener cuidado para no herir sus sentimientos otra vez. Eso te pone a la defensiva. Se cuestiona tu comportamiento, pero nunca el de él. Una de las acusaciones más frecuentes es que no eres suficientemente sumisa, que no te entregas completamente a él. La sumisión se convierte en una obligación, en algo que define tu valor como persona en lugar de ser una elección que haces porque te hace feliz.
  5. Hacerte romper con tu entorno social. Esta es una técnica muy usada por las sectas: se te convence de que tu familia y tus amigos no te convienen, que ellos tienen la culpa de lo mal que te ha ido hasta ahora. Tienes que romper con ellos e integrarte en el nuevo entorno social del maltratador. Con ello se te priva del referente de personas que te pueden aconsejar y se te pone en una situación de máxima vulnerabilidad psicológica.
  6. Aliarse con sus amigos para manipularte. Los maltratadores más sofisticados se arropan en un entorno de gente que piensa y hace como ellos. Confirman sus mutuas mentiras y pueden llegar a organizar elaborados esquemas de manipulación y presión psicológica. Se impone la “ley del rebaño” y nadie se atreve a romper la disciplina y la lealtad al grupo, aún enfrentados a situaciones moralmente repugnantes. También se suelen cultivar creencias y mitos colectivos (por ejemplo, la supremacía masculina) que justifican el comportamiento abusivo.
  7. Secretos. El maltratador enseguida te exigirá que guardes meticuloso secreto de todo lo que pase entre tú y él. Eso te privará de la posibilidad de buscar consejo y contrastar lo que él te hace con lo que hacen otras parejas o la comunidad BDSM. Es normal que algunas cosas queden en la privacidad del dormitorio, pero el excesivo secretismo debe ser una señal de alerta.
  8. Exageraciones y mentiras. Los maltratadores no suelen ser personas honestas, sino que viven rodeados de una espesa red de exageraciones, verdades a medias y mentiras. Eso suele tener la función de presentarlos como algo que no son en realidad. Te hará creer que es un hombre atractivo, que muchas mujeres están detrás de él, que tienes una gran suerte en que te haya elegido y que perderás muchísimo si te deja. Todo esto nace de la baja autoestima y la inseguridad que son el origen del comportamiento manipulador, que él compensa con un ego hipertrofiado que necesita ser apuntalado en todo momento.
  9. Celos. La posesividad y los celos suelen formar el núcleo central del maltrato, su fuente de origen. Si leemos cuidadosamente las noticias de esos crímenes en las parejas, siempre encontraremos que los celos juegan un papel fundamental en ellos. Los celos son una emoción normal que casi todo el mundo siente en un momento u otro de su vida. Lo que no es normal es que los celos se conviertan en una sospecha continua, en algo que influye en todas las cosas que se hacen. Una buena señal de que las cosas se están saliendo de madre son los celos retroactivos: que él no soporte la idea de que has tenido relaciones con otros hombres en tu pasado y querer hacerte admitir lo malas que fueron.
  10. Ataques y faltas de respeto a otras personas. “Si quieres saber cómo te tratará tu novio, mira cómo trata a su madre”, dice el saber popular. Si ves que él es una persona violenta y agresiva, que le falta al respeto a completos desconocidos por cualquier nimiedad, que empieza peleas de tráfico, en los bares o en los foros de internet, ¿qué te hace pensar que va a comportarse de forma distinta contigo en la intimidad? Presta especial atención a cómo trata a otras mujeres, y a cómo terminaron sus relaciones anteriores. Si además de todo eso empieza a tener explosiones de ira incontrolada cuando está contigo, es mejor que termines la relación cuanto antes.
  11. Consumo de drogas. Es sabido que el consumo de drogas es incompatible con las sesiones de BDSM, pues ésta requieren una mente clara y despejada por parte del dominante y la capacidad de procesar sensaciones y emociones de forma normal por parte de la sumisa. Sin embargo, no es raro encontrar dominantes que consumen drogas estimulantes como la cocaína y las anfetaminas para tener una experiencia más intensa y placentera. Por otra parte, la manera más fácil de abusar de una sumisa es inducirla a tomar drogas que disminuyen su capacidad crítica y debilitan su voluntad.
  12. Tomar control de detalles esenciales de tu vida: dinero, trabajo, vivienda, etc. Lo pueden hacer bajo el pretexto de hacerte un favor, de ayudarte a manejar tus finanzas y a encauzar tu vida. Algunas sumisas entran en la relación en una situación de debilidad económica. El peligro es claro: una vez que el maltratador controle alguno de estos aspectos esenciales de tu vida, escapar de la relación se volverá enormemente difícil. Requerirá ayuda externa, y si él también ha conseguido que rompas con tu entorno social, se volverá prácticamente imposible.
¿Qué hacer cuando se detectan estos síntomas? Si la relación está empezando y las señales son claras, lo mejor es cortarla lo antes posible. Sin embargo, el romper no es siempre la mejor opción y hay relaciones que merecen la pena ser rescatadas. En ese caso mi consejo sería limitar drásticamente la relación D/s hasta que puedan establecerse parámetros más seguros: cambiar la sumisión a tiempo completo (24/7) por juego en sesiones; establecer límites claros y una palabra de seguridad; que la sumisa retome el control sobre su vida y sus relaciones; que el Dominante analice su actitud y sus motivos, etc. Si es posible, es bueno integrarse en una comunidad BDSM, participando en reuniones y buscando amistades que entiendan la dinámica D/s y puedan prestar consejo. No hay que ver las cosas en términos de blanco y negro, bueno y malo. Sí, hay maltratadores que no van a ser reformados fácilmente. Pero también hay hombres confundidos, ignorantes, con actitudes emocionales malsanas, o que han asumido mitos sin darse cuenta de las consecuencias que tienen. Estos últimos se alegrarán a la larga de ser educados en cómo practicar el BDSM de forma segura, sensata y consensual.

Referencias:

Jozifkova E (2013) Consensual sadomasochistic sex (BDSM): the roots, the risks, and the distinctions between BDSM and violence. Curr Psychiatry Rep 15:392.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23933978
http://download.springer.com/static/pdf/581/art%253A10.1007%252Fs11920-013-0392-1.pdf?auth66=1395426681_0faec7450aa5a553251808bf04e8a055&ext=.pdf

sábado, 26 de octubre de 2013

Juegos de amor y dolor - segunda edición

Acabo de publicar la segunda edición de Juegos de amor y dolor, el primer libro de la trilogía Voy a romperte en pedacitos. Está a la venta como libro electrónico en los mismos puntos de ventas que antes, Amazon y Smashwords; al comparlo se descarga automáticamente la segunda edición. La primera edición ya no es accesible. Los enlaces de compra están aquí Juegos de amor y dolor.

¿Por qué una segunda edición? Bueno, como es mi primera novela supongo que era inevitable que hubiera algún error. Conversando con mis lectores me di cuenta de que uno de los personajes principales no estaba reflejado en la obra como yo pretendía. Eso tenía una cierta influencia negativa en la trama. Afortunadamente, bastaba cambiar unas pocas escenas para que el personaje saliera mucho mejor parado. Así que en esta segunda edición hay cambiadas ocho escenas, una de ellas completamente nueva, con lo que la novela es un poco más larga. ¿Qué cuál es el personaje con problemas? Eso no os lo voy a decir... A ver si lo adivináis.

Para los que no os decidís a gastaros los tres euros (o cuatro dólares) que pido por el libro sin saber si vale la pena, aquí podéis leer los tres primeros capítulos, gratis.

Juegos de amor y dolor by HermesSolenzol



domingo, 20 de octubre de 2013

Escribamos una novela erótica...

Cecilia Madrigal
Escribamos una novela erótica. Pero no una novela erótica cualquiera; una novela erótica de calidad. No unas de esas novelas victorianas que son sólo una sarta de escenas de sexo débilmente enlazadas por una trama superficial, con personajes que sólo saben follar. Pero que tampoco tenga una de esas tramas que no esté relacionada en absoluto con el sexo, simplemente sazonada aquí y allá con alguna  escena erótica. No, el meollo de la historia tiene que ser el sexo. Y con el amor… El amor y el sexo tienen que ir de la mano, nutriéndose el uno del otro, como pasa en la vida real.

El lector tiene que sentirlo todo en carne propia, experimentando no sólo excitación sexual sino sintiendo las emociones de la protagonista. Sí, tiene que llegar a identificarse completamente con la protagonista, viviendo todo lo que le pasa en carne propia. ¿Cómo vamos a conseguir esto? Para empezar, usemos un solo punto de vista: el de la protagonista, Cecilia Madrigal. El “punto de vista” en una historia es el personaje a través del cual contemplamos toda la acción. No tiene por qué ser el protagonista; por ejemplo, las historias de Sherlock Holmes están contadas desde el punto de vista del Dr. Watson. El lector tiende a identificarse inconscientemente con el punto de vista, por lo que si en vez de hacerlo saltar de un personaje a otro lo centramos en Cecilia lograremos que se meta más dentro de ella. En segundo lugar, escribamos la novela en tercera persona (es decir, diciendo “ella hizo esto, aquello y lo otro”), porque la primera persona (“yo hice esto, aquello y lo otro”) crea una separación entre “yo”, el que narra y “tú”, el que lee. En tercer lugar, abramos ocasionalmente una ventana a la mente de Cecilia, revelando al lector sus pensamientos y sentimientos; así sentirá que está dentro de ella. En cuarto lugar, haremos que la trama acabe por transformar radicalmente a Cecilia, para que así el lector experimente la transformación como si le ocurriera a él. Es importante seguir esta transformación paso a paso, lo que conseguiremos evitando saltos atrás y adelante en el tiempo. El problema es que sin cambios de puntos de vista y sin saltos en el tiempo, la historia será completamente lineal, lo que algunos pueden consideran aburrido y señal de poca sofisticación por parte del escritor. Hoy en día está de moda confundir al lector con una barullo de diferentes personajes/puntos de vista y con saltos de tiempo y lugar. Eso puede estar bien para algunas historias, pero no para ésta, porque lo que queremos es que el lector se concentre las emociones y la vida interior de Cecilia. Así que, para dejar perfectamente claro que escribimos una historia lineal a propósito, le vamos a poner fechas a los días. Y las fechas van a ser exactas: si escribo “miércoles, 31 de enero, 1979” es que el 31 de enero de 1979 era, efectivamente, miércoles. Hay calendarios en internet que hacen que esto sea muy fácil. Y no sólo eso, también hay sitios en internet que te dicen el tiempo que hacía ese día: las temperaturas máximas y mínimas, si hizo sol, llovió o nevó, la fuerza del viento, etc. Así que escribamos una novela realista a tope, con la meteorología real. Quizás así nos llevemos alguna sorpresa… el tiempo suele pillar a todo el mundo desprevenido.

Sí, el realismo aumentará la fuerza de acción, haciéndola más creíble, más próxima. Nada de fantasías. Nada de Bellas Durmientes eróticas. Nada de vampiros, brujas o duendes. Nada de millonarios estrafalarios, príncipes azules que pierden la cabeza por mujeres de baja extracción social. No, ésta va a ser una historia de gente como tú y como yo… El sexo será como es en realidad: a veces problemático, a veces con fallos. Ocasionalmente Cecilia no llegará al orgasmo y se quedará frustrada… Y tendrá sus reglas, perfectamente calculadas de acuerdo con el calendario, y tendrá que ajustar a ellas sus relaciones sexuales. Pero no por ser realista el sexo dejará de ser excitante. Al contrario, lo será más. Porque Cecilia no tendrá una sexualidad sencilla, sino que le gustará el sadomasoquismo desde el principio. Más adelante verá el sexo como una herramienta de transformación personal e incluso social, lo que la llevará a vivir increíbles aventuras eróticas. No quiero adelantar nada más, sólo decir que exploraremos los aspectos más insólitos del sexo, las situaciones eróticas más extremas. Y nada de repeticiones; cada escena de sexo será distinta de las demás. Empezaremos por las más sencillas y, a medida que evoluciona el descubrimiento sexual de Cecilia, las haremos más complejas y elaboradas. Porque ella será insaciable en su curiosidad y en sus ganas de aventuras. Una mujer poco corriente: inteligente; fuerte; determinada hasta rayar en la obsesión y capaz de amar y de sentir con una gran intensidad. 

Puestos a ser realistas, rodeemos la historia de un ambiente interesante: Madrid al final de los 70s, durante la Transición. Seguiremos la historia de la época paso a paso, haciendo que cada acontecimiento político influya lo que les pasa a los personajes. Mostremos cómo el enorme cambio social y cultural que sufrió España en esa época condiciona lo que deciden hacer esos personajes. Mejor aún: hagamos que la propia trama sea una metáfora de la transformación que sufre el país. Cecilia es España misma, evolucionando desde la opresión de la dictadura a la libertad de la democracia. Por lo tanto, Cecilia empezará la historia como una chica obediente y religiosa, como era la España franquista, y poco a poco irá va descubriendo su sexualidad, nuevas ideas, formas distintas de amar… en definitiva, la libertad. Cada uno de los personajes también será un símbolo de las ideas políticas y las clases sociales que se movilizaron durante la Transición. Julio, el novio de Cecilia, representará la clase media sensata y progresista que votaba al PSOE. Luis, el hermano de Cecilia, representará a los jóvenes fachas de Fuerza Nueva, que querían volver atrás el reloj. Don Francisco, el padre de Cecilia, representará las viejas generaciones franquistas, más calmadas pero más peligrosas aún que los jóvenes fachas. Concha, la madre de Cecilia, representará la generación sojuzgada durante la postguerra que ansía en secreto la libertad. Laura, la rival de Cecilia, representará las clases altas pero favorecedoras del cambio democrático que votaban a UCD. Lorenzo representará la clase obrera y los militantes disciplinados de PCE. Malena, su novia, representará los exiliados de las dictaduras de Chile y Argentina. Johnny representará a los españoles que emigraron e hicieron fortuna en el extranjero, trayendo a España nuevas ideas. El Chino traerá otro tipo de ideas: las del lejano Oriente.

Ya están puestas todas las fichas sobre el tablero; la partida de ajedrez puede empezar. Cecilia ayudada por Julio y sus amigos empezará el largo camino de su descubrimiento del eroticismo y la libertad. Su padre y su hermano harán todo lo posible para impedírselo. Laura, Johnny, Lorenzo, Malena y el Chino aportarán giros inesperados a la acción, lanzando a Cecilia en direcciones inesperadas. Al final todo acabará bien, claro, como pasó con la propia Transición… ¿O tal vez no fue enteramente así? Nada termina al gusto de todos, y esta novela no va a ser la excepción.

Los políticos españoles de la Transición. ¿A cuántos puedes reconocer?

domingo, 13 de octubre de 2013

El arte del “caning”

Perdonad el anglicismo, pero hay palabras en inglés que son imposibles de traducir de forma exacta al castellano. El “caning” es una de las prácticas más apreciadas por los conocedores del sadomasoquismo. Provoca un dolor particularmente erótico y se practica con un ritual con connotaciones muy severas y disciplinarias, que proviene de los antiguos colegios británicos. En realidad, el “caning”  es muy antiguo. Fue incluso experimentado por Donatién, Marqués de Sade, durante su educación en un colegio de París, y luego adoptado para su placer personal. Hoy en día aún se usa en los sistema legales de Singapur, Malasia y otros países donde aún se practica el castigo corporal y la tortura.
"Canes" de distintas formas y tamaños. La inferior de color negro es de fibra de vidrio, las otras son de ratán.

El “caning” consiste en golpear el culo con un vara especial llamada “cane”. Tradicionalmente, esas varas son de ratán, una madera muy elástica, parecida al mimbre pero más dura. Hoy en día también se hacen de plásticos como la fibra de vidrio, de aluminio y otros materiales, pero ninguno ha llegado a superar al ratán, que tiene la flexibilidad y la densidad justa. El grosor de la vara varía desde unos pocos milímetros hasta casi un centímetro, y su longitud desde medio metro hasta casi un metro. Curiosamente, las varas más finas suelen provocar más dolor que las más gruesas, pues concentran la energía del golpe sobre una superficie menor de piel. Claro que en los castigos judiciales que mencionaba antes se emplean varas muy gruesas que provocan efectos muy distintos a los que discutimos aquí: pueden ser enormemente dolorosos, hacer sangre y hasta dejar marcas permanentes.

La idea de sufrir un “caning” suele aterrorizar a las novatas. En “50 Sombras de Grey”, Anastasia Steely contempla varias de estas varas en el “Cuarto Rojo” y decide que jamás se someterá a un castigo tan cruel. Una vez más, E. L. James nos muestra su perfecto desconocimiento del sadomasoquismo, pues de hecho el “caning” se suele considerar una práctica más bien placentera y erótica. Dentro del BDSM, una sesión de “caning” puede variar desde algo sumamente agradable hasta un castigo severo, dependiendo de la fuerza con que se administre, el número de golpes y la capacidad de la masoquista de asimilar el dolor. Se todas formas, normalmente se utiliza como juego sadomasoquista de gran intensidad, pero disfrutado por el que lo recibe.

El “caning” es un verdadero arte que requiere un cierto conocimiento, habilidad y creatividad por parte del que lo administra. El “cane” no es un palo con el que se golpea el culo sin más, sino un instrumento que debe emplearse tomando ventaja de su gran flexibilidad. Esto requiere un giro rápido de la muñeca perfectamente coordinado con el movimiento más lento del brazo, con lo que se consigue que la vara alcance la piel a gran velocidad. La gran flexibilidad del ratán puede comprobarse cimbreando la vara el aire hasta oírla zumbar, un sonido que provoca expresiones de terror en más de una sumisa. El dolor que provoca el golpe de la vara es muy especial, distinto al de los azotes con la mano, la pala y otros instrumentos. Se siente como un afilado corte en la piel acompañado de un dolor muscular más sordo bajo la zona de impacto. El dolor puede ser intenso al principio, pero pronto declina hasta convertirse en una sensación de calor. La vara deja unas marcas muy características en la piel: dos estrías rojas perfectamente paralelas separadas por una banda blanca en el centro del golpe. Cuando el “caning” se administra en su forma más ritual, estas marcas cruzan el trasero de forma perfectamente horizontal, paralelas unas a otras, formando una serie de bandas desde lo alto de las nalgas hasta los muslos. Dependiendo de la severidad del “caning” y de la calidad de la piel del quien los recibe, estas marcas durarán desde menos de una hora hasta más de un día. Suelen ser muy apreciadas tanto por el dominante como por la sumisa, que las mostrarán con orgullo a quien sepan valorarlas.

Un buen caning se caracteriza por marcas paralelas y bien espaciadas 
El ritual es una parte muy importante del “caning”. Los golpes se suelen dar en múltiplos de seis. El administrador y la golpeada acuerdan de antemano cuántos golpes van a ser, quién efectuará el recuento y si el número se dirá antes o después del golpe. Lo más sencillo es que el administrador diga el número del golpe después de haberlo dado. También puede cantar el número justo antes del golpe, provocando anticipación en la que lo recibe. Si, por el contrario es la sumisa quien debe contar el golpe, deberá hacerlo mientras se debate de dolor, lo que añade una pizca de humillación al castigo. Una modalidad que se puede usar con las principiantes es hacer que pidan el golpe dando el número cuando estén preparadas para recibirlo. Con esto se les da el poder de espaciar los golpes a su gusto, con la contrapartida de tener que invocar su propio dolor.

La postura idónea para recibir los varazos es de pie con el torso doblado sobre una mesa o un pupitre, las manos y a veces la frente apoyados sobre su superficie, las piernas juntas y derechas. El culo se desnuda subiendo la falda y bajando las bragas hasta la mitad de los muslos. A la castigada se le advierte claramente que si abandona esa postura después de un golpe, este no se contará, con lo que recibirá un varazo adicional. El estar de pie permite mover la vara de forma horizontal, con lo que es más fácil de controlar. A veces se hace que la castigada adopte la postura un cierto tiempo antes del castigo, haciéndola sufrir la anticipación del mismo, o se la obliga a mantenerla cuando se ha finalizado, privándola del alivio de frotarse las nalgas y exponiendo las marcas de su trasero a todo el que quiera verlas.

Aparte de este ritual clásico, se puede usar la vara de formas más placenteras. Una técnica muy apreciada consiste en imprimir a la vara un movimiento oscilatorio muy rápido y continuo mientras se la aproxima al trasero desnudo. Los golpes son muy rápidos, pero superficiales y de baja energía, con lo que la piel recibe un masaje continuo que la calienta y enrojece. El experto en el manejo de la vara sabrá variar la fuerza de los golpes, modulándola desde una agradable vibración hasta una dolorosa azotaina. Con técnicas similares, estas varas pueden usarse como instrumentos de masaje en otras zonas del cuerpo, sobre todo en los trapecios de los hombros, los laterales de la columna vertebral, las pantorrillas y las plantas de los pies.  

Otro ejemplo de las dobles marcas paralelas que deja la vara
En resumidas cuentas, el “caning” es una técnica muy recomendable para todos aquellos aficionados a los juegos sadomasoquistas. Es muy erótica, tanto si se usa para el placer como para el castigo. Como sucede con muchas prácticas BDSM, tiene su contrapartida en formas de tortura y castigos corporales muy crueles que desgraciadamente se usan todavía en muchos países. Su uso dentro del BDSM no debe entenderse nunca como el condonar estas prácticas inhumanas.

domingo, 6 de octubre de 2013

Castigar sin pegar (en una relación D/s)

Muchas relaciones de dominación-sumisión (D/s) usan castigos como una forma de poner de manifiesto el poder que el dominante ejerce sobre la sumisa y para hacer que ella entre en un espacio mental de sumisión. Lo más corriente es que el dominante castigue administrando dolor, usando la amplia parafernalia que pone a su disposición el sadomasoquismo (SM): varas, fustas, látigos, correas, pinzas, etc. Sin embargo, con frecuencia las relaciones D/s son también SM, lo que viene a crear la paradoja de que los mismos métodos e instrumentos se usan para jugar y para castigar. La solución a esta paradoja suele ser usar una mayor dureza en los castigos que en el juego, y crear un contexto que deje bien claro que se está castigando el mal comportamiento de la sumisa. Sin embargo, la ambigüedad persiste, y si la sumisa es además muy masoquista siempre disfrutará en cierta medida del supuesto castigo, por duro que sea. Un problema similar es que frecuentemente el dominante quiere entrenar a la sumisa en que disfrute del dolor erótico que proporcionan los azotes, el bondage, las pinzas y demás implementos del sadomasoquismo. En este caso, usar el dolor como castigo tendrá el efecto contrario: el asociarlo con emociones negativas y rechazo por parte del dominante.

Por estas razones, es conveniente que el dominante tenga a su disposición una gama de castigos que no consistan en pegar, que incluso no se basen en el dolor. En su elaboración hay que tener en cuenta, por supuesto, los principios de “seguro, sensato y consensual”: los castigos no pueden nunca dañar la salud o la integridad física de la sumisa (“seguro”); no deben causar daños emocionales (“sensato”), y deben de aplicarse siempre con el consentimiento de la sumisa. De hecho, se debe establecer de antemano que la sumisa siempre puede interrumpir el castigo con el uso de su palabra d seguridad. Además, es posible encontrar castigos que sirvan para mejorar a la sumisa en algún aspecto: en su salud, en su fortaleza física o en su espíritu de sumisión. De acuerdo con todo esto, he aquí una lista de posibles castigos.

-Ducha de agua fría. El agua fría es sumamente saludable: libera endorfinas, incrementa la resistencia a las enfermedades, espabila y aumenta el metabolismo, ayudando a perder peso. Contrariamente al mito popular, el frío no ocasiona resfriados; éstos son enfermedades virales que se adquieren por contagio. El único riesgo es el de la hipotermia, pero llegar a eso requeriría una ducha muy prolongada o con agua muy fría (por debajo de los 10 C).

-Ejercicio físico. Sus efectos beneficiosos para la salud son incuestionables. Habrá que encontrar una forma de ejercicio lo suficientemente desagradable para que sirva de castigo, por lo que preferiblemente será monótona y extenuante. El dominante recurrirá a lo que tenga a su disposición. Por ejemplo, se pude usar una bicicleta estacionaria, o hacer que la sumisa suba y baje escaleras o de vueltas a la manzana corriendo.

-Sin fumar. Si la sumisa es fumadora, su adicción proporcionará al dominante uno de los castigos más eficaces y también con efectos de lo más saludable. Un día o dos sin fumar puede servir para someter a la sumisa más rebelde.

-Ayuno. ¿Necesita la sumisa perder peso? Si es así, saltarse una o dos comidas le puede venir fenomenal. Sin embargo, también hay que tener cuidado: muchas mujeres son muy sensibles a la hipoglucemia, mucho más que los hombres. El ayuno para quien no está acostumbrado a él puede interferir seriamente con el trabajo, la capacidad para conducir y otras tareas esenciales.

-Dietas de castigo. Si el ayuno no es conveniente para la sumisa, se la puede dejar comer pero cosas que no le proporcionen placer. Un castigo moderado puede ser un día sin chocolate o dulces. Si se necesita ser más severo, se pude imponer una dieta a base de arroz blanco y lechuga sin aliñar.

-Cambios en el vestuario. Muchos dominantes le quitan las bragas a su sumisa como forma de castigo, aunque para muchas mujeres esto es una fuente de excitación más que una penitencia. Una variante de este castigo es la de “bragas a media asta”: se bajan las bragas hasta la parte alta de los muslos para dejar expuestos el culo y el coño bajo la falda. Además de la sensación de desnudez, hay un recuerdo continuo de estar siendo castigada, incomodidad y algo de dificultad al andar. También se pude hacer que la sumisa vista prendas humillantes, incómodas o de mal gusto. Para algunas mujeres, no hay castigo peor.


-Copias. ¿Habéis visto a Bart Simpson escribiendo en el encerado? El hacer que el alumno escriba repetidamente la misma frase era un castigo frecuente en los colegios. Tiene las ventajas de ser algo muy fácil de comprobar y muy difícil de evadir. La sumisa tendrá que resignarse a pasar un cierto tiempo dedicada a un trabajo aburrido y monótono.

-Encierro. Preferiblemente en un armario o en un cuarto oscuro, como el que se usaba para aterrar a los niños. Pueden añadirse ataduras para inmovilizar más aún a la sumisa, o forzarla a estar de pie o en alguna otra postura incómoda. El encierro puede ser muy saludable, pues suele llevar a la sumisa a un estado mental parecido a la relajación. No debe prolongarse demasiado o usarse en personas que sufran de claustrofobia.

-Sin masturbarse. La privación de satisfacción sexual es algo que las dominatrices usan a menudo en los hombres, pero puede ser igualmente efectivo en las mujeres. La mayor parte de las sumisas no osarán masturbarse sin el permiso del dominante. Si no, se las puede atar a la cama con las piernas separadas y de forma que las manos no puedan llegar más abajo de las caderas.

-Sin orgasmo. Otra forma de privación sexual es ordenar a la sumisa a no tener orgasmos mientras es usada por el dominante para su propia satisfacción. La frustración que esto conlleva puede ser una castigo de los más efectivo.

-Tareas domésticas. Castigo muy adecuado para sumisos, quizás menos apropiado para mujeres que las tienen que realizar de todas formas. En ese caso se puede enfatizar que se trata de un castigo con toques adicionales como estar desnuda, llevar con zapatos de tacón o siendo penetrada por un consolador o un “butt plug”.

Por regla general, un castigo debe ser lo más inmediato posible y de duración limitada. Esto último dependerá de qué castigo se trate, claro está. Encierros y ejercicios físicos no deberán durar más de una hora, mientras que cambios en la dieta y prohibiciones de fumar o masturbarse deben durar alrededor de un día para ser adecuadamente severas. Un castigo bien cumplido debe borrar completamente la ofensa y ser reconocido con caricias, besos y otras demostraciones de afecto por parte del dominante. Sin un castigo es particularmente severo, esto deberá ser reconocido por el dominante, quien mostrará su admiración a la sumisa por haberlo sobrellevado.

Hay ciertos tipos de castigos que nunca deben usarse… En general, cualquier cosa que pueda causar un profundo daño emocional a la sumisa, como ponerla celosa o privarla de algo realmente valioso para ella. He oído decir que el peor castigo para una sumisa es que el dominante la prive de su atención, pero en mi experiencia esto suele salir mal. Lo que suele ocurrir es que esto lleva a una falta de comunicación entre el dominante y la sumisa que tiende a empeorar el problema inicial. El castigo tampoco debe considerarse como una solución a problemas de la relación. Éstos deben ser resueltos en plano de igualdad, y si después de hacerlo la sumisa reconoce que debe ser castigada se procederá a ello. No hay que olvidar que la regla de “consensual” significa que la sumisa acepta plenamente cada uno de los castigos que se le imponen. Nunca se debe castigar bajo el chantaje de romper la relación.

Por último, quiero señalar que el castigo, aunque desagradable, no debe ser una fuente de infelicidad para la sumisa, pues se da en el contexto de la relación D/s que debe hacerla feliz. La sumisa verá el castigo como una demostración del poder que el dominante tiene sobre ella y eso le gustará, llegando quizás a excitarla sexualmente. El llamado “fetiche de castigo” es un componente importante de las fantasías de D/s. Consiste en que la misma idea de ser castigada resulta excitante. Todo eso está bien. El dominante puede darse cuenta de que el castigo en cierta medida le está gustando a la sumisa, pero esto no debe preocuparle. La dinámica de poder funciona de todas formas, y si no fuera por esa capacidad de gozar aún de los castigos más desagradables, la sumisa nunca habría elegido serlo.

martes, 17 de septiembre de 2013

Autoengaño

"El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo, y que tú eres la persona más fácil de engañar."
Richard P. Feynman

Todos tenemos una series de valores éticos fundamentales a partir de los cuales empezamos a construir todo los demás. Para los científicos como Richard Feynman, la búsqueda honesta de la verdad es esencial. Tiene su lógica, porque si no apreciamos la verdad, ¿cómo podemos estar seguros de todo lo demás? El científico lo pone todo al servicio de la búsqueda de la verdad, pero no se conforma con la verdad que ha encontrado, sino que duda de ella y sigue buscando. Porque, como dice la cita, no hay nada más fácil que engañarnos. La aplicación sistemática de este principio, el pulir constantemente nuestros instrumentos de conocimiento, ha producido lo más valioso de toda la historia de la humanidad: ese cuerpo de conocimientos que llamamos ciencia.

El no autoengañarse, el aceptar la verdad aunque no nos guste, también puede tomarse como un principio para guiar nuestras vidas. Vivir con los ojos abiertos, intentar ver las cosas como son, ¿no es esa una manera de vivir que vale la pena? El Budismo abraza ese principio: es una religión basada en curar el sufrimiento, y según ella la raíz del sufrimiento es la ignorancia. Por lo tanto, hay que esforzarse en descubrir la verdad, una verdad interior que saldrá a la luz a base de meditación, de examinar cuidadosamente cómo vivimos nuestras vidas.

Sin embargo, otras religiones se basan en el principio contrario: el aceptar sin cuestionar una serie dogmas de fe. ¿Cómo puede esto ser ético? ¿Cómo puede justificase el creer algo sin evidencia que lo respalde? Tener fe se considera algo bueno, cuando en realidad es completamente inmoral. Si la búsqueda de la verdad es un saludable principio por el que regir nuestras vidas, no puede haber disculpa alguna para aceptar algo como verdadero simplemente porque otras personas nos dicen que lo es, sin aportar prueba alguna.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Felicidad

¿Qué es la felicidad?

¿Es acaso la felicidad una emoción? Es cierto que cuando se es feliz se tienen más emociones positivas, como la alegría, el amor y la compasión, y menos emociones negativas, como la tristeza, la ira o el miedo. Pero es posible ser feliz estando triste, y siempre habrá quien diga que es feliz con la energía que le aporta la cólera o incluso el miedo. Por lo tanto, si bien la felicidad depende en gran parte de nuestras emociones, dudo que sea una emoción en sí.

Todo el mundo dice que el dinero no trae felicidad, pero ¿es eso cierto? Algunos estudios que se han hecho sobre la felicidad indican que la gente más feliz son los que se encuentran en el medio del espectro de riqueza. Los muy pobres no son felices, pero tampoco lo suelen ser los muy ricos. Al parecer, no se pude ser feliz si no se tienen cubiertas una serie de necesidades básicas. ¿Y los ricos? Quizás el tener muchas posesiones acarre un alto grado de preocupación, y eso haga disminuir su grado de felicidad. Por la misma razón, las personas demasiados ambiciosas no son muy felices: no se lo permiten serlo a sí mismos hasta haber conseguido sus objetivos. Y cuando lo consiguen puede ser peor; el ver que ni aún eso los llena los puede ocasionar una gran frustración. Los famosos suelen morir jóvenes; muchos incluso se suicidan o se autodestruyen a base de alcohol o de drogas.

Esos mismos estudios de neurociencia sobre la felicidad (por ejemplo, los realizados por Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin) apuntan que cada persona tiene un punto fijo de felicidad. Al recibir una gran alegría nos sentimos muy felices, y una tragedia en nuestra vida nos hace sufrir, pero los dos son estados pasajeros, y al cabo de un tiempo volvemos a nuestro punto fijo de felicidad. Los más afortunados tienen un punto de felicidad alto y se las apañan para sentirse felices la mayor parte del tiempo. Pero también están aquellos que se pasan la vida en un permanente estado de melancolía. ¿No es eso, en definitiva, lo que es la depresión? Alguien que esté pasando una profunda depresión puede llegar a sentirse tan infeliz que decida suicidarse. Quizás entonces la felicidad dependa simplemente de determinados parámetros bioquímicos, de la particular mezcla de neurotransmisores que tengamos en el cerebro. La nueva escuela de materialistas a ultranza a los que les gusta negar el libre albedrío se apresurarán a afirmar que la felicidad es simplemente genética, y que podemos corregir nuestra deficiencia en ese sentido a base de pastillas.

Pero yo creo que eso es simplificar demasiado las cosas. Para empezar, aunque sea verdad lo del punto fijo de felicidad, es difícil saber si lo que lo fija son los genes o nuestras experiencias vitales (es decir, el entorno en el que hemos crecido). Seguramente será una mezcla de las dos cosas. En segundo lugar, hay un mínimo de circunstancias que parecen necesarias para ser feliz; es difícil alcanzar la felicidad cuando se vive en pobreza extrema, cuando se carece de libertad o cuando se vive en soledad, sin nadie que nos quiera. En tercer lugar, cada vez parece más claro que determinadas prácticas, como el ejercicio físico y la meditación, hacen aumentar el grado de felicidad de la gente. En cuarto lugar, una persona no puede ser feliz independientemente de la felicidad de las personas que lo rodean; existe algo llamado empatía que nos hace sufrir cuando vemos sufrir a otros y nos hace felices cuando estamos rodeados de felicidad.

Los seres humanos somos sumamente complejos y nuestro sufrimiento o nuestra felicidad no se pude explicar simplemente a base de genes y neurotransmisores en el cerebro. En realidad, no sabemos qué es la felicidad. La única manera que tenemos de medirla es preguntarle a la gente si es feliz. Y la respuesta que nos darán estará fuertemente condicionada por sus creencias. No se trata sólo de que algunas personas se sienten condicionadas a responder que son felices porque si no lo fueran eso se vería como un fracaso de su particular religión o ideología. Se trata también de que cada cual evalúa su felicidad en función de su sistema particular de valores. Para algunos, ser feliz es ser libres. Para otros, es vivir en una sociedad justa, o ser famosos, o poderosos. Si creemos que vivimos como hemos elegido vivir, o que hemos cumplido nuestros objetivos, nos recompensamos permitiéndonos ser felices. O quizás es que cuando creemos que somos felices, empezamos a serlo de verdad. Por lo tanto, la felicidad sería algo que está intrínsecamente condicionado con nuestras ideas y nuestro sistema de valores. ¿O no? Quizás sólo nos engañamos haciéndonos creer a nosotros mismos que somos felices cuando en realidad no lo somos. ¿Cómo podemos saber si somos tan felices como nuestro vecino, cuando nunca podemos experimentar lo que él experimenta?

¿Es la felicidad realmente el objetivo fundamental de nuestra vida? Tendemos a creer que es así, pero, ¿qué pasaría si nos ofrecieran ser completamente felices a cambio de volvernos tontos? ¿O de auto-engañarnos? No creo que fuera yo el único que no aceptaría la felicidad a cambio de la estupidez o de la ignorancia. O, dicho de otra manera, una felicidad que nos privara de algo esencial para ser humanos no debería ser tal felicidad.