Viene en el periódico El Mundo que Rosario
Ballester, la coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer en Huelva, acusa
al sadomasoquismo, y en particular a la popular novela erótica “50 Sombras de
Grey”, de promover la violencia de género.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/27/andalucia/1359302899.html
Afortunadamente, los comentarios de los
lectores reflejan casi unánimemente su indignación ante semejante aserción. Una
excepción, sin embargo, es la lectora que firma con el pseudónimo de LeeRemick
(comentarios 22-25, 38-40). Dejando a un lado los ataques a los zapatos de
tacón, que no vienen al caso, éstas son las cosas que dice LeeRemick sobre el
sadomasoquismo:
“El s/m es una parafilia (sadismo y
masoquismo sexual, respectivamente) por lo tanto no se debería hacer apología,
como de la pedofilia o pederastia. Me ha llamado la atención en la Sexta una
psicóloga diciendo que esto es distinto a la violencia machista porque es
consentido ¿acaso el maltrato doméstico no es a menudo consentido durante años?
Se están anteponiendo los deseos y fantasías sexuales de las personas en la
industria del porno y la literatura erótica (que ya sabemos que incluyen
violaciones, etc), en vez del bien común y la educación social dirigida a la
prevención de delitos sexuales y eso es un grave error. Luego la gente se
pregunta cómo hay tanto detenido en las operaciones de pornografía infantil...
hombre, es que debe haber prevención (la apología de la pederastia en España no
es delito), solo a base de cárcel o multas, no se hace nada. La gente no
tendría las fantasías sexuales aberrantes que tiene si la industria del porno y
la cultura sexual que hay (que en Europa arrastramos desde el marqués de Sade)
fuera diferente. (…) No hay que olvidar que a veces ambos miembros de la pareja
no son parafilicos en el sentido s/m (a veces uno es el sádico y empuja al otro
a la sumisión); o sea, que la normalización social de las parafilas es un error
en tanto que si tu pareja es sádica, no le puedes mandar a terapia (y menos con
los psicólogos progres que tenemos ahora, que todo lo ven normal a menos que
"no haya consentimiento" como si lo legal se equiparara a lo normal),
si no que la única alternativa que te dan es la adaptación a su parafilia
(masoquismo).”
Creo que vale la pena analizar cada una de
estas afirmaciones por separado:
1.
La supuesta relación entre el
sadomasoquismo y la pornografía infantil. No existe tal relación; ésta es una acusación
falsa que se hace a menudo contras formas de sexualidad que se no se pueden
condenar con otros argumentos. Cabe recordar que durante décadas se acusó a los
homosexuales de ser pederastas. Ahora sabemos a ciencia cierta quienes son los
auténticos pederastas: precisamente muchos de los curas que hacían tales
acusaciones.
2.
La industria porno causa el
sadomasoquismo. Esta es una simple confusión de causa y efecto. Si no
existieran gente con fantasías sadomasoquistas, no habría pornografía
sadomasoquista. Y a la inversa: a los que no tienen tendencias sadomasoquistas
no les gusta este tipo de pornografía. Finalmente, si el sadomasoquismo no es
malo, tampoco tiene porque serlo la pornografía S/M.
3.
Si uno de los miembros de una
pareja es sádico eso condena al otro miembro a ser masoquista. No es verdad. Eso
implicaría una relación S/M no consentida, lo que es condenado por la inmensa
mayoría de los sadomasoquistas.
4.
“Si tu pareja es sádica, no le
puedes mandar a terapia”. ¡Pues claro que no! Hacerlo sería una grave violación
de su libertad personal.
5.
El maltrato doméstico a
menudo es consentido, por lo que el consentimiento no disculpa las prácticas
sadomasoquistas. He dejado esto para el final porque es quizás el argumento más
convincente. Creo que esto es algo a lo que los que defendemos el S/M
deberíamos prestar más atención.
Es cierto que en numerosos casos de violencia
de género se crea una relación de codependencia donde la mujer disculpa o “perdona”
al hombre que la maltrata. Sin embargo, esto es muy distinto del consentimiento
que se requiere en las relaciones sadomasoquistas. En el S/M el consentimiento
ha de darse antes de la sesión, y puede retirarse en cualquier momento
con el uso de una palabra de seguridad. Por el contrario, el maltrato ocurre
sin ningún consentimiento previo y la maltratada es incapaz de interrumpirlo.
Todos los que estamos en contacto con el
mundo S/M sabemos que las sesiones S/M tienen lugar de una manera completamente
distinta al maltrato. Se dan con un espíritu lúdico, ritual y controlado, no de
ira, celos o venganza. El sádico no está enfadado con la sumisa, aunque a veces
finja estarlo. Cada golpe está perfectamente estudiado para conseguir un determinado
efecto, sin que se produzca daño grave o más dolor que el que quiera soportar
el masoquista. Porque hay que recordar que el consentimiento es sólo uno de los
tres parámetros que hacen que el S/M se desarrolle de una forma ética. Los
otros dos parámetros son seguridad y cordura (“safe, sane and consensual” en
inglés). La seguridad consiste precisamente en que no se produzcan
lesiones graves (daño a los músculos, órganos internos, huesos o articulaciones).
Para ello el sádico debe de aprender cómo realizar estas prácticas de forma
segura: cómo pegar, cómo atar, cómo usar los distintos implementos. La cordura
consiste en que tampoco debe haber daño emocional o psicológico. En particular,
el dominante se abstendrá de usar las debilidades emocionales de la sumisa para
coartar su libertad o crear dependencia. Los requisitos de seguridad y cordura
deben cumplirse sobreañadidos al requisito de consentimiento del masoquista. Es
decir, que no se debe hacer nada que no sea seguro o cuerdo aunque la sumisa
consienta a ello, o incluso lo pida.
Por el contrario, en la violencia doméstica
el maltratador pierde el control sobre sus actos; está presa de una ira
irracional. A menudo está borracho, bajo el efecto de drogas o presa de un
ataque de celos. Golpea sin ton ni son, sin preocuparse del daño que ocasiona o
incluso deseando causar el mayor daño posible. Y las disculpas o el “perdón” de
la maltratada no son más que evidencia de un abuso emocional que ha creado una
situación de dependencia. No pueden confundirse con el consentimiento dado de
antemano.
Por supuesto, no existen garantías de
que todas las relaciones S/M cumplan estos requisitos. Pero la mayoría sí lo
hacen, porque se ha creado una cultura y una comunidad BDSM a nivel
internacional que lo exige. Y, de no cumplirse, la propia comunidad BDSM es la
primera en marginalizar a los infractores y denunciarlos como maltratadores. A
fin de cuentas, los masoquistas también forman parte de esa comunidad y es en
su propio interés que se respeten estas normas.
He leído el artículo de “El Mundo”, he querido ir un poco más allá y averiguar los estudios de Rosario Ballester, pero no he encontrado resultados. Me gustaría saber si se licenció en Derecho, en Psicología, en Medicina psiquiátrica… También me gustaría saber si ha leído el libro incitador de la violencia de género, y sobre todo, conocer el origen de sus conocimientos sobre bdsm.
ResponderEliminarPara empezar el DSM-V (la biblia de la psiquiatría), en su última edición (2013) ha modificado el significado de sadomasoquismo, que ha dejado de ser un trastorno mental salvo que sea el único modo de conseguir un orgasmo. La libertad con la que se puede hablar hoy en día sobre el sexo, ha sacado a la luz cuan extendida están nuestras prácticas.
Creo que comparar el bdsm con la violencia de género, es una tremenda falta de respeto no sólo hacia los que vivimos nuestra sexualidad así, sino hacia todas esas mujeres que SÍ sufren malos tratos cada día. Malos tratos no consensuados, aunque sean consentidos en determinados momentos. Consentir por miedo está muy lejos del deseo, del pacto y del consenso. El maltratador es un ser cobarde que descarga su ira con quien es más débil en un momento dado. Un Dominante no es un cobarde, no usa su poder para descargar la rabia, y su objetivo último jamás es el daño de la sumisa, a ningún nivel.
Los sentimientos de la sumisa y los de la víctima de malos tratos no son en absoluto comparables. La sumisa es feliz así, desea esa disciplina y esa entrega que regala por amor, esa entrega es correspondida con creces, amor, protección, seguridad, mejora de la autoestima, alegría y felicidad es lo que obtiene.
Así que sólo me queda decirle a la Sra. Rosario Ballester, que primero se lea bien el libro, lo segundo que diferencia la ficción de la realidad, lo tercero que antes de hablar en nombre de todos los miembros de la comunidad bdsm y acusarnos de maltratadores se informe bien de nuestras prácticas, creencias y sobre todo principios. Y ya de paso le agradecería también que respetara a todas esas mujeres que han sufrido malos tratos, no creo que sus lágrimas o sangre derramadas pertenezcan a ninguna novela de ciencia ficción.
Por cierto, ¿sabía usted que muchas mujeres que han sufrido malos tratos son sumisas? Que curioso lograr salir y meterse de nuevo en la misma historia de forma voluntaria ¿no? A lo mejor va a ser verdad que bdsm y violencia de género no están relacionados. Para su próxima conferencia, infórmese un poco más….
Gracias por sacar a la luz algunas de las cosas que me había dejado en el tintero, xana. Es normal que los que estamos en el mundo del BDSM nos indignemos cuando alguien hace este tipo de acusaciones. Sin embargo, si vemos las cosas desde fuera, creo que tenemos las obligación de explicar a la sociedad por qué lo que hacemos está dentro de la ética. A fin de cuentas, los tabúes de la sociedad contra el golpear a otra persona o el sojuzgarla tienen mucho sentido. A primera vista, el sadomasoquismo rompe el primer tabú y la dominancia-sumisión el segundo. La comunidad BDSM ha creado los parámetros de "seguro, cuerdo y consentido" dentro de los cuales se pueden romper esos tabúes sin hacer daño a nadie. También se han desarrollado una serie de técnicas (como la palabra de seguridad) que aseguran que esos parámetros se respeten escrupulosamente. Pero eso mucha gente no lo sabe, y hay que explicárselo.
ResponderEliminarPero, por supuesto, que una persona que ocupa un cargo público hable de algo que desconoce por completo es una enorme falta de responsabilidad.
Habrían quedado mejor los comentarios si en lugar de "violencia de género" o "violencia machista" se hubiese hablado de "violencia doméstica". Porque la violencia y el maltrato en general en el seno de la pareja sucede en todos los ámbitos: de hombre a mujer, de mujer a hombre, de hombre a otro hombre (homosexuales masculinos) y de mujer a mujer (entre parejas de lesbianas). El maltrato es maltrato venga de donde venga, e independientemente de lo que una y otra persona puedan tener entre las piernas. Hay una cosa peor que criminalizar al BDSM: criminalizar al varón heterosexual por el mero hecho de serlo. No caigamos en esa trampa que nos han tendido con objetivos políticos.
ResponderEliminarSilvia
"Violencia doméstica" tampoco me vale porque se refiere a la violencia de parejas que viven juntos (de "domus", casa). Verás que en mis artículos más recientes en este blog hablo de "maltrato" en general, con lo que evito entrar en la discusión de quién maltrata a quién.
ResponderEliminarDe todas formas, en este asunto hay que hilar muy fino. Es verdad que el maltrato puede ocurrir entre cualquier tipo de personas, independientemente de su género: de hombre a mujer, de mujer a hombre, de hombre a hombre, etc. Sin embargo, en la práctica los casos de hombres que maltratan a mujeres son mucho más frecuentes. Aún así, me parece mal que la ley contra la violencia de género en España se haya hecho para defender específicamente a las mujeres, porque con eso se cargaron el importantísimo principio legal de igualdad ante al ley. Si el feminismo busca la igualdad ante la ley, no debería haber apoyado esa ley. Sí, en principio parece proteger a la mujer, pero muchas veces la opresión de la mujer empieza por considerarla un ser más débil y merecedor de una protección especial. Por ejemplo, cuando se dice que las mujeres no deben ser soldados. Por eso estoy de acuerdo contigo en que las discusiones sobre maltrato no está bien enfocadas. La igualdad ante la ley debe protegerse a toda costa. Cuestión de principios.