Esta visión del sexo fue criticada por primera vez en los dos libros que forman los llamados “Kinsey Reports” publicados en 1948. En ellos Alfred Kinsey escribe que la mayoría de las mujeres que entrevistó no podían tener orgasmos vaginales y propone que el clítoris es el centro de la respuesta sexual femenina, relegando a la vagina a un papel de menor importancia. En los años 70, el feminismo de la segunda ola, sobre todo el feminismo anti-porno, construyó toda una ideología sexual en torno a los informes de Kinsey, en la que la penetración era considerada como un acto intrínsecamente violento y degradante para la mujer. De acuerdo con esta nueva visión del sexo, el orgasmo vaginal no existe, es sólo una invención del patriarcado para hacer que las mujeres se sometan al coito y tengan hijos. El clítoris adquiere así todo un simbolismo del nuevo poder de la mujer: representa su capacidad de alcanzar el placer independientemente del hombre. El pene ya no es necesario y, de hecho, el acto sexual ideal para la mujer consistirá en la estimulación manual u oral (cunnilingus) del clítoris. Como esto se lo puede hacer una mujer a otra, el lesbianismo se convierte en la relación perfecta, ya que contribuye a los objetivos del feminismo separatista, que consisten en que las mujeres construyan una sociedad al margen de la de los hombres. La ironía de todo esto es que, dado que el clítoris es el análogo fisiológico del pene en la mujer, en el fondo de lo que se trata es de sustituir una cultura falocéntrica por una cultura clítoris-céntrica, al mismo tiempo que el feminismo de la segunda ola recogía los esquemas de superioridad, violencia y poder del machismo y se limitaba a hacerles un cambio de sexo.
Aparece así una nueva normativa, tan limitada y represora como la anterior, que impone una forma políticamente correcta de hacer el amor. Desgraciadamente, aún después de la Guerra del Sexo que desbancó las ideas sexo-negativas del feminismo anti-porno, esta normativa clítoris-céntrica sigue siendo predicada por muchos sexólogos. Por ejemplo, esto lo vemos en el artículo “La erección en una mujer necesita 20-30 minutos de la adecuada estimulación de su clítoris”basado en este artículo en inglés. En ellos se nos dan claras instrucciones sobre la manera políticamente correcta de follar: estimulando el clítoris durante 20-30 minutos antes de la penetración. Al parecer, nadie quiere darse cuenta de que esto es tan limitante y falto de imaginación como la antigua postura del misionero.
• Caso A - Esta amiga mía de 48 años me confesó que llevaba toda la vida intentando conseguir un orgasmo estimulándose el clítoris sin lograrlo. Una vez estuvo masturbándose varias horas, hasta que el clítoris se le irritó tanto que tuvo que dejarlo. Sin embargo, ella consigue llegar regularmente al orgasmo cuando se masturba metiéndose dedos y una toalla en la vagina. Su problema parece ser que su clítoris no es lo suficientemente sensible para llevarla al orgasmo.
• Caso B - A esta mujer, también madura, le ocurre lo contrario que a A: tiene el clítoris tan sensible que su estimulación directa le resulta dolorosa. Sin embargo, B es multiorgásmica y pude llegar al clímax de muchas maneras: penetración vaginal, anal o incluso con una simple azotaina.
• Caso C - Mujer post-menopáusica con una enorme facilidad para llegar al orgasmo. Empezó por correrse cuando le di una azotaina y ya no paró de hacerlo todo el rato que estuvimos haciendo el amor. Sus orgasmos eran tan intensos que parecían ataques epilépticos, poniendo los ojos en blanco y llegando a perder el conocimiento. En ningún momento le estimulé el clítoris, ya que parecía completamente innecesario. Lo más curioso es que al terminar siguió teniendo orgasmos espontáneos durante un buen rato sin ningún tipo de estimulación sexual. Para mí, esto significa que el orgasmo puede ser un fenómeno puramente cerebral, desligado tanto del clítoris como de la vagina.
Existen estudios científicos que avalan mi experiencia personal. Por ejemplo, Dwyer (2012) escribe:
“La existencia del punto G es aceptada por muchas mujeres; un cuestionario anónimo que fue distribuido entre 2,350 mujeres profesionales en EE.UU. y Canadá encontró que el 84% de las mujeres ‘creían que un área de alta sensibilidad existe en la vagina’. De las mujeres que respondieron, el 40% dijeron que tenían una emisión de fluidos (eyaculación) en el momento del orgasmo. Además, el 82% de las que dijeron tener la zona sensible (punto Grafenberg) también dijeron eyacular durante el orgasmo”.
¿Entonces va a resultar que Freud tenía razón y que hay mujeres “clitoridianas” y mujeres “vaginales”? Yo creo que eso es simplificar demasiado las cosas. Lo que ocurre es que existe una gran variedad en las respuestas sexuales de las mujeres. Todas son igualmente válidas, por supuesto.
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Ilustración herética mostrando la localización del punto G |
Está muy bien querer educar a la gente en cómo vivir una vida sexual más sana, y de paso romper los viejos esquemas culturales del patriarcado y el conservadurismo sexo-negativo, pero hay que tener cuidado que al hacerlo no creemos otras normativas que resulten tan opresoras como la anterior.
Referencias
Darling, C. A., J. K. Davidson, Sr., et al. (1990). "Female ejaculation: perceived origins, the Grafenberg spot/area, and sexual responsiveness." Arch Sex Behav 19(1): 29-47.
Davidson, J. K., Sr., C. A. Darling, et al. (1989). "The role of the Grafenberg Spot and female ejaculation in the female orgasmic response: an empirical analysis." J Sex Marital Ther 15(2): 102-120.
Dwyer, P. L. (2012). "Skene's gland revisited: function, dysfunction and the G spot." Int Urogynecol J 23(2): 135-137.
Gerhard, J. (2000). "Revisiting "the myth of the vaginal orgasm": the female orgasm in American sexual thought and second wave feminism." Fem Stud 26(2): 449-476.
Jannini, E. A., B. Whipple, et al. (2010). "Who's afraid of the G-spot?" J Sex Med 7(1 Pt 1): 25-34.
Korda, J. B., S. W. Goldstein, et al. (2010). "The History of Female Ejaculation." J Sex Med 7(5): 1965-1975.
Schubach, G. (2002). "The G-spot is the female prostate." Am J Obstet Gynecol 186(4): 850; author reply 850.
Thabet, S. M. (2009). "Reality of the G-spot and its relation to female circumcision and vaginal surgery." J Obstet Gynaecol Res 35(5): 967-973.
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