domingo, 30 de junio de 2013

Siete preguntas esenciales: 2) ¿Evoluciona el Universo hacia una consciencia cósmica?


No acabo de encontrar la manera de formular esta pregunta de una manera satisfactoria. Antes era “¿evoluciona el Universo hacia un fin?”, pero eso del “fin” queda demasiado vago. Lo de la “consciencia cósmica” es más preciso, pero suena un poco grandilocuente y místico para mi gusto. Seguro que me pondrá en contra a algún que otro escéptico. Pero si dejas a un lado tus prejuicios por un momento quizás te parezca interesante lo que voy a decir.
El árbol evolutivo

Uno de los hallazgos más maravillosos y mejor fundamentados de la ciencia es la Teoría de la Evolución, que nos muestra cómo todos los seres vivos se han originado a partir de un antecesor común gracias a los procesos paralelos de la mutación genética y la selección natural. Popularmente, se suele entender la evolución como un proceso gradual que conduce desde las formas de vida más simples (bacterias y otros seres unicelulares como las amebas y los paramecios), a través de seres de complejidad creciente (esponjas, medusas, gusanos, insectos), hasta los mamíferos y el ser humano. Se considera así que la evolución tiende hacia un fin: el desarrollo de organismos complejos y eventualmente la aparición del sistema nervioso, la inteligencia y la consciencia. Esta visión de la evolución dirigida hacia un fin es rechazada por la mayor parte de los científicos como una ilusión que nace de nuestra tendencia a vernos a nosotros, los seres humanos, como el centro y la medida de todo - algo que se denomina “antropocentrismo”. También existe otra palabra técnica que se refiere a la idea de que la evolución tiende hacia un fin predeterminado: teleología, del griego “teleos” o finalidad. Entonces, si la evolución no va dirigida hacia la aparición de animales complejos y el ser humano, ¿cómo funciona en realidad? Hay que tener en cuenta que los procesos de mutación genética y selección natural han funcionado para todos los seres vivos desde que apareció la vida sobre la Tierra. Por los tanto, todos los seres vivos han evolucionado; no existen seres “más evolucionados” que otros. Lo que ocurre es que para algunos seres vivos (las bacterias, por ejemplo) el evolucionar significó quedarse más o menos como estaban, igual de pequeños y con la misma forma. Pero aunque  superficialmente nos parezcan lo mismo, la evolución ha producido cambios en la bioquímica de esos organismos que los han hecho más adaptados al su entorno, vencedores en la carrera evolutiva frente a organismos similares que acabaron por extinguirse. Otros organismos adoptaron estrategias distintas para sobrevivir. Una de ellas fue crear asociaciones de millones de células, cada una especializada en una función distinta, dando lugares a seres multicelulares como nosotros. Con ello los seres multicelulares no vencieron a las bacterias y otros organismos unicelulares que, de hecho, siguen siendo los seres vivos más abundantes y más variados del planeta, sino que lograron conquistar un nicho en el entorno que no estaba disponible a los otros seres. Así, plantas multicelulares como las hierbas y los árboles consiguieron obtener energía solar en un ambiente hostil para las bacterias. Científicos como Stuart Kauffman, dedicados al estudio de sistemas complejos, conceptualizaron la evolución como un “algoritmo de búsqueda” de nuevos nichos por conquistar; es decir, una especie de programa informático capaz de generar nuevas formas de vida usando la mutación genética y la selección natural para explorar un vasto espacio multidimensional de todas las formas posibles que puede adoptar un ser vivo. Así, el éxito evolutivo del Homo sapiens se basa en que hemos adoptado la estrategia de organizar otros seres vivos (plantas en campos de cultivo, animales domésticos que nos proporcionan carne, huevos y leche) y objetos inertes (máquinas) de forma que garantizan nuestra supervivencia. Pero no deja de ser una estrategia más…
Incorrecto: la evolución como una escalera que lleva al ser humano.

Sea como fuere, también es verdad que este “algoritmo de búsqueda” que es la evolución ha acabado por generar seres de una complejidad maravillosa, capaces incluso de ser conscientes y de poseer tal inteligencia que les permite conocer y manipular el mundo a su alrededor. ¿No es fantástico? Pero no acaba ahí la cosa, porque en cierto modo la evolución ha precedido a la aparición de los seres vivos. Así, los avances de la bioquímica nos permiten explicar la vida en términos de reacciones químicas sumamente complejas y perfectamente sincronizadas que se remontan al momento en que apareció la vida sobre la Tierra. De esta forma se enlaza el fenómeno de lo viviente con las propiedades químicas de las moléculas y los átomos. 

Cómo los distintos átomos del Sistema Periódico se forman en las distintas etapas de la vida de una estrella

Pero resulta que la enorme variedad de moléculas y átomos que forman el mundo de la materia inorgánica también proviene de estados más simples. Sabemos que todas las sustancias que existen están formadas por moléculas consistentes en enlaces químicos entre un centenar escaso de átomos distintos: los elementos del Sistema Periódico, que van aumentando de peso y complejidad conforme aumenta el número de protones en su núcleo y el equivalente número de electrones en su corteza. También sabemos que todos esos átomos se generaron en el interior de las estrellas a partir de un elemento primordial: el hidrógeno, que tiene un solo protón en el núcleo y un solo electrón en la corteza. Estrellas como el Sol “arden” en un fuego termonuclear en el que los núcleos de hidrógeno se unen entre sí para generar núcleos de helio (el segundo elemento del Sistema Periódico) y una enorme cantidad de energía. Cuando las estrellas envejecen y se les acaba el hidrógeno, la fuerza de la gravedad hace que se contraigan y que aumente su temperatura, lo que permite nuevos procesos de fusión nuclear que generarán otros elementos del Sistema Periódico a partir de los núcleos de helio. Por lo tanto, existe una especie de evolución cósmica que, como su contrapartida en la evolución biológica, es capaz de generar elementos complejos a partir de algo más simple. Encima, las dos evoluciones están vinculadas, porque la vida no podría existir sin que antes se generaran dentro de las estrellas el carbono, el oxígeno, el nitrógeno y los otros elementos que forman los seres vivos. Al final de su vida, las estrellas explotan en novas o supernovas, expeliendo al espacio los nuevos elementos que han fabricado, que eventualmente formarán planetas como la Tierra. Como cantaban Crosby, Still y Nash en Woodstock, “we are stardust”, somos polvo de estrellas.
Explosión de una supernova

En el otro extremo del proceso evolutivo, nos encontramos con que los seres humanos hemos aprendido a aumentar la complejidad del mundo a nuestro alrededor a nuestra manera: creando sistemas culturales en los que la información es pasada de generación y generación independientemente del ADN que llevamos en nuestras células. Esa información creciente nos permite modificar nuestro entorno cada vez más; ya no nos adaptamos al entorno, sino que adaptamos al entorno a nosotros mismos. El paso más reciente es la invención del ordenador, que nos permite almacenar y procesar cantidades ingentes de información, mucho mayores de las que podemos almacenar en nuestro cerebro. Se podría ver esto como la continuación de un proceso evolutivo cósmico caracterizado por un aumento progresivo de la complejidad: del hidrógeno a los átomos, de los átomos a las moléculas, de las moléculas a la vida, de la vida al ser humano, del ser humano a la sociedad informatizada. Este aumento de la complejidad podría entenderse como un aumento de la información contenida en cada uno de estos escalones. Y, en los últimos peldaños, aparece la capacidad de procesar información de tal manera que permite aprender sobre el entorno y modificarlo.
El cerebro conectado a un chip

¿Cuál es el siguiente paso? Me atrevo a predecir que en los próximos diez años asistiremos a la unión directa del cerebro humano con el ordenador, a base de microchips implantados en el córtex cerebral. Ya no nos harán más falta las interfaces que hoy en día nos proporcionan acceso indirecto y lento al ordenador: la pantalla, el teclado, el ratón… Podremos pensar directamente hacia el ordenador y recibir información de él en nuestros pensamientos. Desparecerá la diferencia entre el imaginar algo y ver una película. Podremos hacer fabulosas operaciones matemáticas en nuestra mente. Podremos “recordar” cualquier tipo de información que necesitemos usar. Y, si dos personas se conectan al mismo ordenador, será posible la telepatía: leer los pensamientos de otro, experimentar sus propias emociones. ¿Fantasía? Nada de eso. Ya se pueden controlar prótesis directamente con la mente. Varios laboratorios han conseguido crecer neuronas sobre microchips de ordenador.  También se están desarrollando retinas artificiales con la esperanza de que un día se le podrá devolver la vista a los ciegos. 
Grupo de neuronas creciendo sobre un chip de ordenador

Una vez qué unamos nuestra mente a la del ordenador, quién sabe que podrá pasar, qué nuevos horizontes se nos abrirán, en qué nos convertiremos. Quizás esto abrirá la puerta a que podamos descargar toda nuestra mente a un ordenador y así sobrevivir a la muerte de nuestro cuerpo. Curiosa paradoja: el paraíso prometido por muchas religiones, donde vivimos como seres puramente mentales, podría hacerse realidad gracias a la ciencia.

Las posibilidades son realmente fantásticas… Una mente planetaria, donde todos estemos vinculados mentalmente a través de la internet. Donde podamos conversar con gente que ha descargado su personalidad antes de morir, o con inteligencias artificiales que nunca fueron humanas… ¿Podremos reconocer la diferencia? Esto es lo que muchos han empezado a llamar la “singularidad tecnológica”, un momento en la historia en el que la humanidad sufrirá un cambio radical. 
¿Llegaremos a ser cyborgs?
¿Y qué pasará cuando llevemos miles de años viviendo así? Quizás podamos contactar con civilizaciones extraterrestres que posean sus propias mentes planetarias. Así es como se podría llegar, al cabo de millones de años, a la “consciencia cósmica” a la que me refiero en el título: una mente global que se extiende a través de la galaxia, saltando de estrella en estrella. Visto así, es difícil no volver a caer en la teleología de la que hablaba antes: la creencia de que en el fondo todo ese proceso de creación progresiva de átomos, moléculas, planetas, vida, inteligencia y mentes transpersonales estaba de alguna manera predeterminado en la estructura misma de la materia. Porque si no, sería mucha casualidad, ¿no os parece?

Lo cierto es que muchos científicos piensan que esas ideas no son más que fantasías de novelas de ciencia-ficción. Hoy en día está en boga una visión pesimista del Cosmos en la que la inteligencia y la humanidad no son sino accidentes sin mayor relevancia en un Universo desprovisto de dirección, sentido y finalidad alguna. Hay incluso quien dice que estamos solos entre las estrellas, que la creación de nuestra civilización es una pura coincidencia que no sobrevivirá más allá de unos pocos centenares de años, una nimiedad en comparación con la enorme duración de los procesos cósmicos. Que no habrá singularidad tecnológica, mente planetaria, ni mucho menos consciencia cósmica… Todo lo contrario, el Universo se encamina hacia una muerte térmica, donde todos los flujos de energía se extinguirán y ya no pasará nada de nada. Mucho antes de llegar a ese punto se extinguirá la vida en todos los planetas del Universo, porque la vida no es más que un fenómeno esporádico en el gran acontecer del Cosmos.

De todas formas, la muerte térmica del Universo no ocurrirá hasta dentro de 35,000 millones de años. Al paso que vamos, el establecimiento de una mente planetaria no nos va a llevar más que un par de siglos, como mucho. ¿Qué puede evitar la formación de una mente que salte el vacío entre las estrellas en unos pocos millones de años, mucho antes de ese final térmico? Para cuando se quiera acabar el Universo, es hipotética mente cósmica ya puede haber cumplido sus objetivos, cualesquiera que sean. 

En definitiva, estas dos ideas, la visión optimista de singularidades y mentes planetarias y la visión pesimista de un Universo hostil a la humanidad y carente de sentido, tienen más de especulación y filosofía que de base en una sólida evidencia científica. Por un lado, no deja de ser sorprendente que el Universo tenga las propiedades justas para permitir la aparición de cosas tan sorprendentes como la vida y el cerebro humano. Por el otro, si es posible la aparición de una mente interestelar, ¿por qué no tenemos evidencia de que ya existe? Tiempo ha tenido de desarrollarse ya, ¿no? ¿O acaso somos los primeros? Quizás no lleguemos a la mente planetaria porque en realidad somos tan tontos que nos autodestruiremos antes, de una forma o de otra.

viernes, 21 de junio de 2013

¿Quién le teme al Kindle feroz?

Estos días la prensa está llena de denuncias contra Amazon.com, la empresa de internet que en apenas un década ha conseguido hacerse con una parte importante del mercado mundial de libros. Primero fueron las críticas de la ministra de la Cultura de Francia, y enseguida los libreros británicos también criticaron a Amazon. La ministra francesa acusa a Amazon de monopolio y bajar mucho los precios (lo que se suele llamar “dumping”). ¿Su respuesta? Millonarias ayudas del estado a los libreros franceses. ¡Viva la libre competencia! Y los libreros británicos, ¿de qué se quejan? Pues de que ellos tienen que cobrar impuestos por cada libro que venden mientras que Amazon no lo hace. No digo que no les falte razón en esto, pero es un problema que ha existido desde que se empezaron a vender todo tipo de mercancías por internet, no sólo libros, y no sólo Amazon.

Sin embargo, yo veo todo este problema desde una perspectiva algo distinta: la del escritor incipiente que intenta hacer llegar sus libros al lector. Y, amigos míos, desde ese punto de vista Amazon se me antoja como una tabla de salvación en una situación que sin esta compañía sería insostenible.

Pero antes de pasar a enumerar lo que Amazon nos aporta a los escritores nóveles, quiero hablar de las auténticas razones por las que las compañías editoriales clásicas y los libreros se ven tan amenazados por Amazon. Esta compañía empezó como una simple red de distribución de libros y CDs por internet. La ventaja para el consumidor era bastante grande, pues en vez de tener que rebuscar los libros que queríamos leer en varias librerías, lo podíamos hacer desde el ordenador en casa, ¡y a precios muy competitivos! De todas formas, yo no he visto que sea verdad que Amazon practique “dumping”, pues el precio de sus libros siempre ha sido muy similar al de las librerías. Tampoco es verdad que se descuenten los gastos de envíos. Si tengo alguna queja de Amazon es que alguna vez me ha cobrado más de la cuenta por gastos de envío. Pero la auténtica revolución comenzó cuando Amazon sacó el Kindle y utilizó su red de compra por internet para vender libros digitales. Fue un doble golpe maestro: Amazon se beneficiaba al vender el Kindle y luego al vender libros digitales en formato MOBI, el utilizado por el Kindle. Pero la compañía tuvo el acierto de crear aplicaciones Kindle de lectura de ficheros MOBI para el iPod, iPad y otras tabletas. Sacrificaba así la venta de tabletas Kindle, pero conseguía afianzarse en el mercado de libros digitales. Su éxito en EE.UU. fue espectacular: hoy en día más de la mitad de los libros que se venden en este país son digitales, y de esos las mayoría son para Kindle. Si antes Amazon amenazaba con dejar a los libreros sin trabajo, ahora también empezaba a amenazar a las editoriales clásicas.

Supongo que a estas alturas algunos de los que me leéis empezaréis a cantar aquello del encanto especial del libro en papel y el romanticismo que tienen las librerías. Vale, si lo entiendo, a mí también me gustan las librerías, su olor, el sacar un libro de la estantería y empezar a hojearlo. Sin embargo, el mundo de las grandes editoriales no tiene nada de bonito ni de romántico. Como ha pasado en casi todas las esferas comerciales, las grandes compañías editoriales han ido comprando a las más pequeñas, ganando un control enorme sobre la parte más valiosa de la cultura. Por ejemplo, el gigante editorial americano Random House posee gran parte de las editoriales clásicas españolas, como Mondadori o Grijalbo. Esto contribuye al empobrecimiento de la oferta de libros: cada vez se leen más traducciones de un puñado de autores americanos o británicos. Los libros escritos originalmente en español son de unos pocos escritores bien establecidos. Las editoriales siempre le han cerrado las puertas a los escritores nóveles, imponiéndoles condiciones draconianas para publicar sus obras, y con su consolidación en un número decreciente de grandes empresas la situación tendía a empeorar. Como muchos otros productos de consumo, la tendencia era a la uniformidad, vendiendo cada vez menos títulos con cada vez mayor tirada.

La aparición del libro digital vino a cambiar todo eso. El coste de publicación de un libro se abarató enormemente, pues ya no hay que imprimirlo, almacenarlo y distribuirlo. Amazon supo ver las ventajas que esto ofrecía, y creó un modelo de venta de libros digitales que favorece enormemente tanto al lector como al escritor. El lector se beneficia de libros más baratos, una forma de distribución instantánea y una amplísima oferta. A los escritores nos ofrece una serie de grandes ventajas:

  1. Amazon nos da a los autores el 70% del precio de venta del libro, mientras que una editorial de papel nos da sólo el 10%. Ha montado un sistema transparente donde sabemos en cada momento lo que vendemos y lo que ganamos.
  2. Amazon nos deja quedarnos con los derechos de autor (copyright) de los libros, mientras que las editoriales te los quitan a cambio de "dejarte" publicar. Una vez que has cedido el copyright, cualquier ganancia adicional que aporte el libro (como el hacer una película basada en él) beneficia a la editorial y no al escritor.
  3. Una vez que tienen tu copyright, las editoriales ponen el libro en venta con la tirada que ellos deciden. Le dan a tu libro la oportunidad de que se venda durante unos meses, pasados los cuales dejan de imprimir tu libro y lo retiran del mercado para hacer espacio a otros libros que ellos quieren promocionar. El escritor no puede hacer nada al respecto, pues al no tener el copyright no puede publicar el libro en ninguna otra parte. En contraste, Amazon publica tu libro para siempre jamás. Si no se vende hoy, quizás lo haga en cinco años. No hay tiradas limitadas, el lector tiene siempre tu libro a su disposición.
  4. Amazon permite publicar a cualquier autor que cumpla un puñado de condiciones mínimas, por desconocido que sea, lo que es una auténtica bendición para los autores nóveles. Se acabó en mandar tu libro a un montón de editoriales mendigando que lo publiquen y gastándote un montón de pasta en el proceso. Se acabó el hacerles la coba a los agentes literarios. Eso sí, el libro te lo tienes que promocionar tú… pero no te creas que las editoriales se iban a gastar el dinero en hacerlo, sobre todo si eres un desconocido.
Las editoriales clásicas contemplan este fenómeno con sentimientos similares a los que debieron experimentar los dinosaurios viendo caer el meteorito que los llevó a la extinción. ¡No es de extrañar que arremetan contra Amazon! No sólo el Kindle les va quitando poco a poco a sus consumidores, la nueva hornada de escritores se iniciarán con libros electrónicos en los que ellos se quedan con el copyright; ya no tienen motivos para aceptar las condiciones draconianas de las editoriales. Incluso algún escritor establecido se apuntará al nuevo modelo. Por lo tanto, las editoriales se arriesgan a perder tanto a sus lectores como sus escritores. Pero no acaba ahí la cosa. A las editoriales aún les quedaba la esperanza de mantener la clientela que se resiste a abandonar el libro en papel. Pero ya ni siquiera esto, porque Amazon acaba de inventar el CreateSpace, un nuevo sistema por el que el escritor puede imprimir, distribuir y vender libros en papel con casi las mismas ventajas que al vender libros digitales en Kindle.

No soy un iluso. Sé perfectamente que una compañía como Amazon no es una institución benéfica al servicio de escritores y lectores. Sigue estando sujeta a las normas salvajes del capitalismo moderno. Pero existen razones objetivas que hacen que Amazon se siga portando bien. La más importante es que, siendo el libro digital tan fácil de producir, el escritor y el lector siempre tienen otra alternativas. Por ejemplo, la compañía Smashwords.com distribuye libros en todos los formatos digitales (MOBI, EPUB, PDF, etc) , y se los entrega tanto Amazon Kindle como a sus competidores de Apple, Nook, Kobe, etc, con lo que el escritor tiene en sus manos una red de distribución aún más amplia. Encima, Smashwords trata muy bien al escritor, ofreciéndole todo tipo de herramientas para mejorar y promocionar sus libros. Y, en última instancia, al escritor siempre le quedará el recurso de vender sus libros desde su propio sitio web.

En los próximos años vamos a asistir en España y en todo el mundo hispanoparlante a una gran batalla por el mercado del libro digital. Amazon Kindle se está posicionando muy bien, con filiales en España, Brasil y seguro que pronto en todos los países de América Latina. Las editoriales clásicas no han sabido reaccionar a tiempo y parecen vivir con la esperanza de que al final las cosas seguirán como siempre. Veremos quién tiene razón.

sábado, 15 de junio de 2013

Siete preguntas esenciales. 1 - ¿Cuál es el sentido de la vida?

Quizás alguna vez nos hayamos parado a preguntarnos: ¿para qué hago todo esto? ¿para qué vivo? ¿Qué sentido tiene acumular riqueza, o buscar la fama y el éxito, si al final nos vamos a morir y todo va a quedar en nada? Sí, queremos ser felices, ¿pero en qué consiste esa felicidad que tanto ansiamos? Cuando creemos haberla conseguido nos estrellamos contra el vacío, el sin-sentido y la angustia existencial. Las religiones intentan dar respuesta a ese vacío interior, pero si somos honestos con nosotros mismos nos daremos cuenta de que lo hacen dirigiendo nuestra atención hacia historias mitológicas que al final no nos proporcionan ninguna respuesta satisfactoria. Las creencias religiosas no son más que una forma de auto-engaño que se alimenta de nuestro deseo de vivir para siempre y lograr la felicidad completa. La ciencia, por el contrario, nos permite tener una visión sobria de la realidad, fundamentada en firme evidencia en vez de fantasías y deseos. Sin embargo, hoy en día muchos científicos esposan una visión de la vida completamente descorazonadora, en la que estamos a merced de fuerzas inhumanas y nuestra propia existencia no es más que un capricho del azar. ¿Es esa la realidad? ¿O acaso hay lugar en los descubrimientos de la ciencia para otra visión del Universo y del ser humano?

Entre las diversas respuestas al problema del sentido de la vida, una de las más populares hoy en día es el existencialismo, que viene a decir que lo que tiene sentido es la existencia en sí, la experiencia del ser humano como individuo. Sin embargo, esa experiencia existencial se basa en nuestra consciencia, cuya naturaleza ha empezado a ser investigada por la neurociencia actual. Dependiendo de lo que sea la consciencia (hay quien dice que no es más que una ilusión), entenderemos nuestra naturaleza de una forma o de otra. Otras formas de entender el sentido de la vida lo hacen engarzando nuestra existencia individual al destino colectivo de la sociedad; por ejemplo, en el marxismo y otras formas de socialismo. Una visión aún más grandiosa concibe nuestra existencia como un eslabón en un acontecer histórico que llevará a una singularidad tecnológica de carácter sobrehumano, incluso a la creación de una consciencia global. En el otro extremo tenemos el nihilismo, que simplemente niega que la vida tenga sentido alguno más allá de buscar el placer y evitar el dolor.

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida depende a su vez de comprender quiénes somos y qué lugar ocupamos en el mundo. El problema de nuestra existencia personal debe enmarcarse dentro del problema de la existencia de todo, de la naturaleza última de la realidad. Eso nos lleva a plantearnos varias otras preguntas esenciales. Los filósofos han intentado responder a algunas de ellas desde hace tiempo. Sin embargo, hoy en día los avances de la ciencia empiezan a permitirle adentrase en territorios que hasta ahora se consideraban exclusivos de la filosofía y la religión.

Este es el primero de una serie de breves artículos en mi blog en los que quiero plantear las que considero que son las siete preguntas esenciales. Son cuestiones en la frontera entre la ciencia y la filosofía que creo que tienen gran interés general. No voy a intentar contestarlas, sino simplemente plantear en qué consisten y esbozar algunas de las respuestas que reciben.

Estas serían la siete preguntas esenciales:
1.    ¿Cuál es el sentido de la vida?
2.    ¿Evoluciona el universo hacia algún fin?
3.    ¿Cuál es la naturaleza última de la realidad?
4.    ¿Se puede reducir todo lo que ocurre a las leyes de la física?
5.    ¿Cómo se explica que seamos conscientes?
6.    ¿Tenemos libre albedrío?
7.    ¿De dónde provienen el bien y el mal?

domingo, 2 de junio de 2013

El “punto P” - la próstata como fuente de placer en el hombre

Hace unos meses escribí un artículo en este blog sobre el famoso “punto G” en la mujer, y sobre si puede o no desencadenar un orgasmo distinto al que se consigue con la estimulación del clítoris. Es uno de los artículos más visitados de este blog. Si no lo has leído, aquí tienes el enlace:

http://sexocienciaespiritu.blogspot.com/2012/12/clitoris-o-punto-g-la-controversia-en.html

Poca gente sabe que existe un equivalente del punto G en el hombre: el “punto P”. La “P” viene de próstata, un órgano del tamaño de una nuez situado entre el recto y la vejiga urinaria, rodeando la uretra. La estimulación de la próstata, en condiciones adecuadas, puede producir mucho placer, incluso llevar a un orgasmo que es descrito por los que lo han sentido como más profundo, amplio y duradero que el orgasmo producido por la estimulación del pene. Por lo tanto, vemos que existe un paralelismo entre el orgasmo producido por la estimulación del punto G en la mujer y el orgasmo producido por la estimulación de la próstata en el hombre. Quizás es que los dos son equivalentes, si es verdad que el punto G no es más que la glándula de Skene o próstata femenina. Cabe pensar, por lo tanto, que las respuestas sexuales femenina y masculina son más parecidas de lo que se suele creer, con el orgasmo clitoridal siendo equivalente al orgasmo del pene, mientras que el orgasmo vaginal tiene su contrapartida en el orgasmo que se obtiene estimulando el punto P.

La idea de que existe una sexualidad masculina ajena al pene genera una enorme resistencia en nuestra sociedad, al chocar con mitos sexistas profundamente arraigados. La cultura machista otorga grandes privilegios al hombre, siempre y cuando éste se comporte de acuerdo con las pautas de virilidad y hombría establecidas. En lo referente al acto sexual, se espera que el hombre obtenga su placer penetrando a la mujer, con un pene grande y sólido y una potente eyaculación. Placer que proviene de zonas eróticas que no son el pene, como las nalgas, los pezones y el ano, es algo estrictamente femenino y por lo tanto prohibido al macho. El hombre que trasgrede esta normativa pierde automáticamente el privilegio masculino - es un “afeminado”, un “marica”, y es relegado a un estatus peor que el de la mujer. En particular, ser receptor de sexo anal es considerado el acto por excelencia que priva al hombre de su masculinidad, lo emascula. En lenguaje coloquial, expresiones como “dar por culo”  o “vete a tomar por culo” transmiten el mensaje que recibir sexo anal es el acto más humillante que existe, algo que te quita todo el poder y te somete. Todo esto es una pena, pues la única forma de estimular la próstata es desde el recto, lo que conlleva una penetración anal.

Afortunadamente, en nuestros días la acción combinada de diversos movimientos de liberación sexual, sobre todo el de los gays y el BDSM, ha empezado a abrir una brecha en todos esos prejuicios machistas. Sin duda, el conocimiento de propiedades eróticas de la próstata se remonta a la antigüedad. En tiempos más recientes, se difundió primero entre los gays, y luego fue recogido en la comunidad BDSM en las parejas de mujer dominante y hombre sumiso. Hoy en día comienza a practicarse en parejas vainilla sin ninguna connotación de dominación-sumisión.
Dos tapones de distintos tamaño y un dildo con forma de pene

La próstata puede encontrarse introduciendo un dedo en el ano con la yema hacia delante. Si recorremos la cara anterior del recto, daremos con un bulto del tamaño de un huevo: esa es la próstata. Las primeras veces, la presión sobre la próstata puede resultar desagradable, hasta dolorosa. A veces se notan ganas de orinar, porque esa presión se transmite fácilmente a la vejiga de la orina. En eso se parece a la estimulación del punto G de la mujer. Para producir placer es necesario que el masaje de próstata se realice de forma muy suave, en una situación relajada y sexualmente excitante, acompañándolo de estimulación del pene, los pezones y otras zonas erógenas. Quizás sea necesario que las primeras sesiones sean cortas, e ir entrenando la próstata en sesiones sucesivas en las que se irá aumentando la intensidad y la duración del masaje. Poco a poco, las vías nerviosas que transmiten esas sensaciones al cerebro se van desarrollando, volviéndolas más y más placenteras.
El Aneros

Una dificultad que suele presentarse es que la próstata está demasiado profunda para alcanzarla cómodamente con el dedo, sobre todo si uno trabaja en solitario, autoestimulándose. Por eso es mejor usar dildos de goma. Existen varios tipos. Los “buttplugs” o tapones están pensados para llevarlos puestos un cierto tiempo, lo que facilita la dilatación del ano al tiempo que producen una estimulación suave del recto. Como muestra la foto, tienen una base plana que impide la inserción total, una constricción para el esfínter anal, y un ensanchamiento en el recto. Los dildos propiamente dichos tienen forma de pene, sin constricción para el ano, y están diseñados para follar. Eso se puede hacer moviéndolos con la mano, o la mujer puede ponérselos en la pelvis como si fuera un pene usando un arnés que se llama en inglés “strap-on” (ver foto). Por último, existe un artilugio diseñado especialmente para estimular la próstata: el Aneros (ver foto). La forma curvada del Aneros hace que rodee la próstata, masajeando toda su superficie. En vez de la base plana de los tapones y los dildos, tiene dos bolas que resbalan sobre el perineo y el coxis. Eso hace que le hombre pueda mover el Aneros en el interior del recto con sólo contraer el esfínter anal, masajeando la próstata a su gusto. También existen juguetes eléctricos diseñados para estimular el punto G o el punto P con vibraciones.

Por supuesto, como todo sexo anal, el masaje de próstata requiere solventar problemas de higiene. Esto varía mucho de un hombre a otro; algunos son naturalmente “limpios”, mientras que otros deberán recurrir a lavativas. Pero mejor dejar la higiene del sexo anal para otro artículo.
Un arnés "strap-on"

A un hombre que quiere iniciarse en el placer de próstata, yo le aconsejaría que empezara por su cuenta, explorando primero con el dedo y luego con un dildo adecuado. Es mejor no tener muchas expectativas al principio. Hay que tomárselo como un entrenamiento que requiere tiempo, paciencia y perseverancia. Cuando la próstata se ha vuelto sensible, sentiremos el deseo de estimular el punto P de forma más vigorosa. Es entonces cuando se le puede pedir a nuestra amante que nos eche una mano follándonos con un “strap-on”. Esos actos sexuales con inversión de roles pueden resultar muy divertidos, excitantes y deliciosamente perversos. Pero, eso sí, antes hay que sacarse los complejos y los prejuicios de la cabeza.

Una forma especial de estimulación de la próstata se llama “milking”, que significa “ordeñar” en inglés. Normalmente la practica una dominatriz en su sumiso en el contexto de una relación BDSM. A menudo se describe como el tratamiento más humillante y frustrante que puede sufrir un hombre. Se trata de masajear la próstata de forma ininterrumpida por un largo espacio de tiempo, de 20 a 45 minutos. La dominatriz no permite que se produzca la eyaculación o el orgasmo, sino que mantiene al sumiso en un estado continúo de intensa excitación sexual. La erección suele desaparecer al cabo de unos minutos, pero el pene empieza a soltar semen en pequeñas cantidades de forma continua, de ahí el nombre de esta práctica.

Con una estimulación parecida, se puede conseguir tener un orgasmo puramente prostático, sin estimulación del pene alguna e incluso sin erección. Sin embargo, ese orgasmo prostático no es fácil de alcanzar… ¡muchos lo intentan y pocos lo consiguen!