sábado, 30 de marzo de 2013

Cecilia va al infierno

Ésta es una nueva escena erótica que escribí recientemente para insertarla en el primer capítulo de mi novela “Juegos de amor y dolor”. Este capítulo se centra en la crisis religiosa de Cecilia, ya que su abandono del cristianismo es el pre-requisito que abre las puertas a su exploración del sadomasoquismo. El problema es que en este capítulo apenas hay escenas de sexo, ya que Cecilia vive en un estado de completa represión sexual a causa de sus creencias religiosas. Sin embargo, nada le impide tener sueños eróticos… 


-¡Cómo te atreves a presentarte aquí vestida como una zorra!
El rostro de don Víctor está rojo, congestionado. Las venas de su cuello se hinchan al gritarle.
-Pero si yo… 
Se interrumpe al comprobar que es verdad: lleva puestos zapatos de tacón de aguja, medias negras de red, una minifalda cortísima negra y una blusa celeste con los botones de arriba desabrochados, mostrando su escote. Retrocediendo, se cubre el pecho con una mano; con la otra estira del borde de la minifalda, como si así pudiera cubrirse las piernas. Lo peor de todo es que la excita estar vestida así. Su sexo, empapado, reclama las caricias de su mano. La abruma la vergüenza de que don Víctor la vea en ese estado.
-Necesitas un castigo… Las disciplinas.
El látigo de cuerdas se ha materializado en las manos del cura.
-¡No por favor!
Sí, por favor, alguien grita en su interior.
-Yo… Yo no debo… ¡Señor, protégeme de la tentación! -Don Víctor se pasa la mano por la cara-. ¡Matilde! ¡Matilde!
Ha aparecido Matilde, quien tiene ahora las disciplinas en la mano. Le dedica una sonrisa cruel, al tiempo que la aferra por la muñeca.
-Sí… ¡Yo sé lo que te hace falta a ti, pequeña!
Matilde tira de ella, y Cecilia avanza a trompicones, luchando por no caerse con sus ridículos zapatos. Caminan por un pasillo oscuro. Vislumbra la cara de Luis, que le sonríe sardónicamente. Frente a ella se abre la puerta de la habitación de Matilde. La hace cruzar el cuarto a grandes zancadas. Al fondo hay otra puerta, que Cecilia nunca antes había notado. Por ella entran en una mazmorra de paredes de piedra.
-¡Quítate ahora mismo esa ropa de puta! -la increpa Matilde.
Cecilia iba a protestar, pero es inútil, porque de alguna manera ya está desnuda. Matilde la ha aprisionado con unos grilletes sujetos por cadenas al techo. Cecilia se retuerce, aterrada por el castigo que se avecina. ¡Pero no! Tiene los pezones erguidos, el coño empapado. Aprieta los muslos, intentado aplacar el deseo que la quema por dentro.
-¡Ves! ¡Ya lo sabía yo! Tienes el demonio en el cuerpo. ¡Pero no te preocupes, que yo te lo voy a sacar!
Matilde la azota con las disciplinas en la espalda, en las piernas, en el culo, en los pechos. Los azotes arden como un hierro al rojo, pero más que doler la excitan. Sigue apretando las piernas para darse placer.
-¡No hagas eso! -le grita Matilde mientras la azota con más violencia aún-. ¡Tienes que luchar contra la tentación, Cecilia!
-¡Sí! ¡Sí! ¡Yo no quiero! ¡Dile que se vaya!
-¡Reza! ¡Arrepiéntete y reza, Cecilia! Sólo así lograrás que salga el demonio que llevas dentro.
Empieza a balbucear un padrenuestro mientras los golpes le siguen lloviendo por todo el cuerpo. Pero no sirve de nada. Tiene todo el cuerpo ardiendo de deseo. El dolor no sirve más que para inflamar su deseo.
-¡No puedo! -grita-. Soy masoquista… Cuando me azotas sólo consigues alimentar mi pecado.
-¡No! Tu pecado es la soberbia. Es resistirte a creer. ¡Humíllate! ¡Humíllate ante Dios Nuestro Señor! ¡Prométeme que vas a pitar! ¡Prométeme que vas a hacerte de la Obra!
-No sé… ¡No puedo, Matilde! No puedo hacerme de la Obra porque no sé si quiero ser cristiana.
-¡Que no quieres ser cristiana! -Matilde la mira con los ojos desorbitados. Se le ha deshecho su eterno moño y el pelo se le arremolina en torno a la cara-. ¡Pues si no quieres ser hija de Dios, serás hija del demonio! ¡Al infierno! ¡Al infierno de cabeza!
Los grilletes han desaparecido. Matilde la arrastra hacia una puerta al fondo de la mazmorra. Sobre ella hay un tablón en llamas que pone “Infierno”. Cecilia se resiste, pero no puede evitar ser engullida por la puerta. Al otro lado hay un pozo con paredes de piedra. Cecilia cae por él, girando descontrolada. Quiere gritar, pero algo le ha quitado la voz. Varias veces se golpea contra las paredes, pero la piedra ha dado paso a una sustancia blanda, húmeda y viscosa, que la deja envuelta en una especie de moco pegajoso.
Cuando abre los ojos está tendida en el suelo de otra mazmorra. Sobre ella se alza un demonio de piernas y brazos fornidos. Cecilia lo reconoce al instante: es Julio.
-Sabía que ibas a venir -le dice con una sonrisa sardónica-. ¡Verás lo bien que nos lo vamos a pasar ahora, Cecilia!
-Yo no quiero, Julio… -balbucea-. No quiero estar aquí… Devuélveme con Matilde… Yo sólo quiero ser buena.
Julio se ríe a carcajadas.
-¡Quiere ser buena, dice! ¡No, Cecilia! ¡El bien no importa, lo que importa es la libertad! Y ahora que eres libre como un pajarito ya no puedes volver a tu jaula.
Otro demonio se ríe con voz de mujer. Cecilia se vuelve y ve que es Laura. Su pelo rubio se le arremolina sobre la frente, formando dos cuernos dorados. Está completamente desnuda, sentada sobre una mesa de gruesos tablones burdamente clavados.
-¡Si eres más tonta, no naces, Cecilia! -Se vuelve a reír-. ¡Pégale, Julio! Es lo único que entiende…
Un azote le hace arder el culo. Al volverse, ve que Julio tiene en la mano una gruesa correa en llamas. Le vuelve a pegar, esta vez alcanzándola en la parte delantera de los muslos. Pero, curiosamente, en vez de dolor siente placer. Se encoje, bajando las manos hacia su sexo, ansiando acariciárselo, pero la culpa y la vergüenza no se lo permiten.
-¡Mírala! ¡Será imbécil! ¡Está deseando masturbarse y no se atreve! ¡Qué aquí ya puedes hacerlo, tontina! ¡Mira, como yo!
Laura ha puesto los pies sobre la mesa, las piernas dobladas a los lados de su cuerpo formando una gran uve blanca. En el vértice de la uve, su coño se abre como una gran grieta de piedra. De su interior brotan llamas amarillas y rojas.
-¡Venga, Cecilia! ¡No me seas meapilas! -la increpa el Julio-demonio.
-Ésta no tiene remedio… O la espabilamos, o se nos derrite aquí mismo. ¡Fóllala, Julio! ¡Viólala!
-¡Claro que sí, pequeña! ¡Ven aquí, que ya va siendo hora de que pierdas el virgo!
Con horror, Cecilia se percata de que entre las piernas de Julio está creciendo un pene descomunal, un engendro que parece más de madera que de carne, cubierto de cortezas y nudos.
-¡No, por favor! ¡Julio, no me metas eso, que me vas a destrozar! Si ya me masturbo, ya… ¡mira!
Cecilia hunde los dedos en la ranura húmeda de su coño, mientras los demonios de Julio y Laura la miran con aire divertido. Siente flaquear su piernas y acaba arrodillada en el suelo, la cabeza echada hacia atrás. Unas pocas fricciones del clítoris bastan para llevarla a un orgasmo descomunal, que le sacude todo el cuerpo como un ataque epiléptico.

Se despertó con los dedos metidos en el coño, todavía sacudiéndose con el orgasmo. Enseguida la llenó un enorme sentimiento de culpa.
¡Dios mío, qué he hecho! ¡Si estaba masturbándome de verdad! Pero no, si ha sido todo un sueño… yo no quería. No, ha sido pecado… Me tendré que confesar… Pero, ¿cómo le cuento yo a don Víctor este sueño?

domingo, 17 de marzo de 2013

El despertar de Kundalini de Janet Hardy



Acabo de leer un artículo que me ha dejado muy impresionado. Hay muchas cosas en él que me resultan lo suficientemente familiares para saber que lo que dice debe ser cierto. Por otro lado, conozco a Janet Hardy y Jossie Easton desde hace tiempo por sus libros. Son unas expertas en BDSM y poliamor; han explorado estos temas muy a fondo, son unas auténticas pioneras en esos campos. También han explorado la relación entre sadomasoquismo y espiritualidad. El resultado fue su último libro “Radical Ecstasy” y la increíble experiencia que Janet Hardy relata en este artículo en www.Salon.com. Aquí está el enlace…

 
A los que podáis leer en inglés, os aconsejo que lo leáis con calma. Para los que no sepáis inglés, y dado que éste es un blog en español, hago a continuación una traducción de los pasajes más importantes.
Durante casi dos décadas, mi vida social, sexual y filosófica ha girado en torno a la subcultura conocida como S/M, BDSM o “leather”. Pasaba cada fin de semana y muchas noches entresemana en fiestas en calabozos y grupos de discusión sobre S/M. (…) Escribí y publiqué libros sobre eso. Confiaba en su choque inigualable de excitación, endorfinas y adrenalina para sobrepasar mi mal humor, síndromes menstruales, bloqueos de creatividad y cualquier otra cosa que me deprimía. (…)


Se terminó. No con un gemido - el desgaste gradual que mucha gente en el mundo S/M experimenta cuando la edad y las relaciones le quitan el filo al deseo - sino con una explosión.

Mi coautora Dossie Easton y yo estábamos trabajando en un libro titulado “Radical Ecstasy”, delineando lo que se conoce en el mundo S/M como “espiritualidad”: el estado de trascendencia, éxtasis y conexión profunda que puede ocurrir durante y después una buena sesión de S/M. (…) En el espíritu de investigación, añadimos Tantra y otras prácticas quasi-religiosas a la mezcla y también recibimos clases en esas cosas. (…)

Cuando nos aproximábamos al final de nuestro trabajo empecé a deteriorarme un poco. Mi vida social se marchitaba y moría; lloraba por cualquier cosa o sin razón alguna. Por lo visto, algo dentro de mí empezaba a salir a la superficie. 


Entonces, en un taller de fin de semana sobre el Tantra, por fin ocurrió. Estábamos practicando respiraciones, contacto ocular, movimientos, visualizaciones y ejercicios de terapia con diferentes parejas durante día y medio. (…) Cada ejercicio pelaba una capa protectora más, así que estábamos todas completamente abiertas y temblando, desnudas como ostras, tan vulnerable como puedas estarlo en compañía de extraños.


Para el último ejercicio, en esa tarde templada de domingo, nos juntamos de nuevo con los compañeros con los que habíamos venido a la clase - en mi caso, Dossie. No había nada de particular en este ejercicio. Estábamos en “yabyum” - la posición tántrica en la que te sientas en el regazo del otro con las piernas enroscadas en torno a su cuerpo y nuestro cuerpos alineados corazón con corazón, ojos con ojos - y estábamos respirando y ondulando las caderas. (…) Y entonces, lo que fuera que había estado dentro de mí decidió salir.


Empecé a gritar, y seguí gritando. Me eché hacia atrás, me arqueé sobre el suelo, sujeta tan solo por la parte de arriba de mi cabeza y la planta de mis pies (con Dossie, atrapada, cabalgando sobre mí en el aire). Estaba completamente fuera de control, mi cuerpo recorrido por una ola tras otra de energía. (…) Era como el mayor éxtasis que he sentido nunca, como un orgasmo multiplicado por cien, desde la punta de mis cabellos a la uñas de mis pies. No recordaba qué hacer para para parar. Pensé que me iba a morir. (…)

Cuando terminó, me reí suavemente, maravillada. Y entonces, sin transición alguna, empecé a llorar. Lloré mucho, mucho tiempo.


Desde entonces he aprendido que lo que me pasó se llama un “despertar de kundalini” (o “crisis de kundalini” o “emergencia espiritual”). Muchos tantrikas y otros practicantes de la meditación consideran esta experiencia como muy deseable, un importante paso en el sendero espiritual. Unos pocos me advirtieron que puede ser terrorífico y cambiar tu vida, y que puede ocasionar síntomas que incluyen estados de trance impredecibles, vértigo, dolores de espalda y de cuello, cambios en el deseo sexual, etc. (He tenido todo eso, y más). 


Nunca he oído que en un cursillo de Tantra le adviertan a los principiantes como yo sobre el despertar de la kundalinin, porque es algo que no le suele pasara a los principiantes. Dado que el Tantra es tradicionalmente hostil hacia el S/M y otros caminos de sexualidad alternativa, quizás los tantrikas no tienen forma de saber que muchos practicantes avanzados del S/M están  de hecho muy avanzados en el camino que ellos enseñan. El S/M te enseña cómo encontrar placer en sensaciones de origen no genital y cómo apañártelas cuando las sensaciones y las emociones parecen insoportables - dos cosas que, creo yo, son maneras de abrir las compuertas a los orgasmos de cuerpo entero. (…)


Verás, yo no creo en la kundalini, al menos no de la manera en la creen los devotos. Acudí al Tantra porque estaba escribiendo un libro y quería aprender lo que saben los del Tantra. Y, después de mi primer orgasmo de cuerpo entero durante un taller introductorio de dos horas, descubrí que saben mucho - pero que encuadran ese conocimiento en un halo místico y abstracto pseudo-Oriental que no tiene ningún sentido para mí y no encaja en cómo pienso que funciona el mundo. La gente del Tantra cree que el kundalini es una manifestación de lo Divino, una energía que impregna el universo o una “fuerza que yace enroscada en la base de la espina dorsal” (lo que sea que eso signifique). Yo creo que es una simple energía física como la electricidad, o quizás un fenómeno neuroquímico, que todavía no podemos medir por carecer de instrumentos adecuados. (...)


Acabamos el libro. Se publicó en el 2004, y escribo esto en el 2013. Me ha llevado todo ese tiempo el ser capaz de contarle mis experiencias a cualquiera excepto mis más íntimas amigas. Puedo contar con los dedos de la mano las veces que he hecho algo sexual desde entonces. Quizás te alegre saber que estoy considerando la posibilidad de practicar el sexo otra vez este año.

jueves, 7 de marzo de 2013

Por qué soy feminista



Habrá quien diga que el término feminista ya no sirve, que está pasado de moda, que las mujeres de hoy en día ya no quieren o no necesitan ser feministas. Es verdad que hubo corrientes en el feminismo que tomaron posturas aberrantes, adoptando una visión negativa de la sexualidad y culpabilizando a los hombres… Pero no quiero hablar de eso ahora, será el tema de otro artículo de este blog. Sí, esas corrientes le hicieron mucho daño al feminismo, y todavía perduran en alguna que otra señora apoltronada en un cargo oficial o en una cátedra universitaria de feminismo académico. Pero eso no es el feminismo. El auténtico feminismo es simplemente la lucha por la igualdad de trato de la mujer con el hombre, por la desaparición del maltrato a la mujer y otras formas de sexismo. Y eso sigue siendo válido hoy en día, pues aún no sea han logrado esos objetivos.

Habrá mujeres que desconfíen de un hombre que se declara feminista. Quizás sospechen que quiero influenciar un movimiento que no me pertenece, que quiero llevar al feminismo las mismas actitudes de superioridad masculina contra las que están luchando. A ellas les diría que lo único que pretendo es apoyar su causa, por la misma razón por la que apoyo la lucha contra el racismo, la igualdad social y otras causas progresistas: porque es lo que debo hacer. No, no voy a dejar de dar mi opinión; pero no pretendo que cuente más que como eso: una opinión más.

Habrá hombres que me verán como un traidor a nuestro sexo, porque piensan que el feminismo es una guerra entre los sexos. Desgraciadamente, han llegado a esta idea a causa de los desvaríos del feminismo aberrante del que hablaba más arriba, que ve en el hombre al enemigo, la causa de la opresión de la mujer. Pero no es verdad, no somos el enemigo. El enemigo es el sexismo: una serie de actitudes e ideas engranadas en lo más profundo de nuestra cultura que fuerzan a ambos sexos a adoptar unos roles determinados, a ocupar unas posiciones predeterminadas en la estructura social. Y, aunque el sexismo oprime de forma desmesurada a la mujer, también nos perjudica a los hombres. El machismo nos fuerza a ocultar nuestras emociones; nos impide expresar cariño y protección hacia nuestra pareja y nuestros hijos; nos obliga a no mostrar nunca nuestro lado débil y vulnerable, y, en tiempos que muchos aún recordamos, nos obligaba a empuñar las armas y esclavizarnos al ejército en contra de nuestra voluntad.

En el Día Internacional de la Mujer, es importante que todos, hombres y mujeres, declaremos nuestro apoyo a los objetivos feministas de la igualdad de la mujer y la desaparición del sexismo.

domingo, 3 de marzo de 2013

Sadomasoquismo y violencia de género



Viene en el periódico El Mundo que Rosario Ballester, la coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer en Huelva, acusa al sadomasoquismo, y en particular a la popular novela erótica “50 Sombras de Grey”, de promover la violencia de género. 

"El Instituto Andaluz de la Mujer vincula las 'Sombras de Grey' con la violencia de género"
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/27/andalucia/1359302899.html
 
Afortunadamente, los comentarios de los lectores reflejan casi unánimemente su indignación ante semejante aserción. Una excepción, sin embargo, es la lectora que firma con el pseudónimo de LeeRemick (comentarios 22-25, 38-40). Dejando a un lado los ataques a los zapatos de tacón, que no vienen al caso, éstas son las cosas que dice LeeRemick sobre el sadomasoquismo:

“El s/m es una parafilia (sadismo y masoquismo sexual, respectivamente) por lo tanto no se debería hacer apología, como de la pedofilia o pederastia. Me ha llamado la atención en la Sexta una psicóloga diciendo que esto es distinto a la violencia machista porque es consentido ¿acaso el maltrato doméstico no es a menudo consentido durante años? Se están anteponiendo los deseos y fantasías sexuales de las personas en la industria del porno y la literatura erótica (que ya sabemos que incluyen violaciones, etc), en vez del bien común y la educación social dirigida a la prevención de delitos sexuales y eso es un grave error. Luego la gente se pregunta cómo hay tanto detenido en las operaciones de pornografía infantil... hombre, es que debe haber prevención (la apología de la pederastia en España no es delito), solo a base de cárcel o multas, no se hace nada. La gente no tendría las fantasías sexuales aberrantes que tiene si la industria del porno y la cultura sexual que hay (que en Europa arrastramos desde el marqués de Sade) fuera diferente. (…) No hay que olvidar que a veces ambos miembros de la pareja no son parafilicos en el sentido s/m (a veces uno es el sádico y empuja al otro a la sumisión); o sea, que la normalización social de las parafilas es un error en tanto que si tu pareja es sádica, no le puedes mandar a terapia (y menos con los psicólogos progres que tenemos ahora, que todo lo ven normal a menos que "no haya consentimiento" como si lo legal se equiparara a lo normal), si no que la única alternativa que te dan es la adaptación a su parafilia (masoquismo).”

Creo que vale la pena analizar cada una de estas afirmaciones por separado:

1.      La supuesta relación entre el sadomasoquismo y la pornografía infantil. No existe tal relación; ésta es una acusación falsa que se hace a menudo contras formas de sexualidad que se no se pueden condenar con otros argumentos. Cabe recordar que durante décadas se acusó a los homosexuales de ser pederastas. Ahora sabemos a ciencia cierta quienes son los auténticos pederastas: precisamente muchos de los curas que hacían tales acusaciones.

2.      La industria porno causa el sadomasoquismo. Esta es una simple confusión de causa y efecto. Si no existieran gente con fantasías sadomasoquistas, no habría pornografía sadomasoquista. Y a la inversa: a los que no tienen tendencias sadomasoquistas no les gusta este tipo de pornografía. Finalmente, si el sadomasoquismo no es malo, tampoco tiene porque serlo la pornografía S/M.

3.      Si uno de los miembros de una pareja es sádico eso condena al otro miembro a ser masoquista. No es verdad. Eso implicaría una relación S/M no consentida, lo que es condenado por la inmensa mayoría de los sadomasoquistas.

4.      “Si tu pareja es sádica, no le puedes mandar a terapia”. ¡Pues claro que no! Hacerlo sería una grave violación de su libertad personal.

5.      El maltrato doméstico a menudo es consentido, por lo que el consentimiento no disculpa las prácticas sadomasoquistas. He dejado esto para el final porque es quizás el argumento más convincente. Creo que esto es algo a lo que los que defendemos el S/M deberíamos prestar más atención.

Es cierto que en numerosos casos de violencia de género se crea una relación de codependencia donde la mujer disculpa o “perdona” al hombre que la maltrata. Sin embargo, esto es muy distinto del consentimiento que se requiere en las relaciones sadomasoquistas. En el S/M el consentimiento ha de darse antes de la sesión, y puede retirarse en cualquier momento con el uso de una palabra de seguridad. Por el contrario, el maltrato ocurre sin ningún consentimiento previo y la maltratada es incapaz de interrumpirlo.

Todos los que estamos en contacto con el mundo S/M sabemos que las sesiones S/M tienen lugar de una manera completamente distinta al maltrato. Se dan con un espíritu lúdico, ritual y controlado, no de ira, celos o venganza. El sádico no está enfadado con la sumisa, aunque a veces finja estarlo. Cada golpe está perfectamente estudiado para conseguir un determinado efecto, sin que se produzca daño grave o más dolor que el que quiera soportar el masoquista. Porque hay que recordar que el consentimiento es sólo uno de los tres parámetros que hacen que el S/M se desarrolle de una forma ética. Los otros dos parámetros son seguridad y cordura (“safe, sane and consensual” en inglés). La seguridad consiste precisamente en que no se produzcan lesiones graves (daño a los músculos, órganos internos, huesos o articulaciones). Para ello el sádico debe de aprender cómo realizar estas prácticas de forma segura: cómo pegar, cómo atar, cómo usar los distintos implementos. La cordura consiste en que tampoco debe haber daño emocional o psicológico. En particular, el dominante se abstendrá de usar las debilidades emocionales de la sumisa para coartar su libertad o crear dependencia. Los requisitos de seguridad y cordura deben cumplirse sobreañadidos al requisito de consentimiento del masoquista. Es decir, que no se debe hacer nada que no sea seguro o cuerdo aunque la sumisa consienta a ello, o incluso lo pida.

Por el contrario, en la violencia doméstica el maltratador pierde el control sobre sus actos; está presa de una ira irracional. A menudo está borracho, bajo el efecto de drogas o presa de un ataque de celos. Golpea sin ton ni son, sin preocuparse del daño que ocasiona o incluso deseando causar el mayor daño posible. Y las disculpas o el “perdón” de la maltratada no son más que evidencia de un abuso emocional que ha creado una situación de dependencia. No pueden confundirse con el consentimiento dado de antemano.

Por supuesto, no existen garantías de que todas las relaciones S/M cumplan estos requisitos. Pero la mayoría sí lo hacen, porque se ha creado una cultura y una comunidad BDSM a nivel internacional que lo exige. Y, de no cumplirse, la propia comunidad BDSM es la primera en marginalizar a los infractores y denunciarlos como maltratadores. A fin de cuentas, los masoquistas también forman parte de esa comunidad y es en su propio interés que se respeten estas normas.