jueves, 8 de enero de 2015

Cómo escribir una buena historia erótica - La trama

Toda historia consta de cuatro elementos fundamentales: trama, personajes, entorno y mensaje. A ellos se les podría añadir el estilo con que se escribe, que estaría condicionado por estos cuatro elementos. En este artículo voy a referirme sólo a la trama, con la esperanza de ir abordando los otros elementos en artículos sucesivos.

La trama es lo que pasa en la historia, la serie de eventos que llevan desde la situación inicial al apogeo y a su resolución al final. La clave de la toda trama es el conflicto, que mueve a la historia y crea suspense. Sin conflicto una historia carece de energía, se convierte en una cosa tras la otra sin dirección ni sentido. No hay emoción y el lector se aburre.

Uno de los errores más comunes en las historias eróticas es que falta conflicto. Esto es así porque el sexo es tan excitante que el escritor comete el error de pensar que el sexo de por sí puede sacar adelante la historia. Esto puede llegar a funcionar en una historia corta, pero cuando esto se intenta aplicar a una novela la convierte en una serie de escenas de sexo inconexas. Muchas novelas victorianas son así: sirven para masturbarse con cada escena erótica pero no valen nada como historia. Sin embargo, en la vida real el sexo y las relaciones amorosas están llenas de conflictos que si se introdujeran en una novela crearía una trama estupenda.

Sin embargo, crear conflicto no es nada fácil. Esto se debe en parte a que en la vida real nos hemos acostumbrado a desactivar todo conflicto para evitarnos problemas con la gente que nos rodea. En una historia, por el contrario, debemos aprovechar cualquier fuente de discordia para crearles problemas a los personajes. Como sucede tan a menudo en la vida real, debemos seguir el principio de que si algo puede salir mal, tiene que salir mal. Por supuesto, hacia la mitad de la historia deberemos buscar también formas de resolver los problemas que hemos creado para poder cerrar las tramas. O, si se trata de un drama, llevar a los problemas a su trágica conclusión final.

La mejor manera de crear conflicto es evocar nuestras emociones: ira, miedo, tristeza, deseo sexual… y ver qué imágenes nos evocan. También podemos empezar con un suceso de nuestra vida y darle más dramatismo. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con escribir sucesos autobiográficos de manera literal, pues si hay otras personas implicadas se pueden ofender e incluso ponernos un pleito… Sí, aunque cambiemos los nombres. Es mejor convertir en ficticios hechos y personas reales introduciendo suficientes cambios para borrar toda conexión clara con la realidad.

El conflicto puede ser de varios tipos:

1. Los buenos luchando contra los malos” es el tipo más obvio de conflicto. En erótica nos encontraríamos con la típica historia de celos o con gente que reprime el amor o deseo sexual de los protagonistas.

2. Gente buena con intereses contrapuestos” es un tipo más sutil y menos moralista de conflicto. Los personajes no son ni mejores ni peores que el común de los mortales, pero persiguen fines que son mutuamente incompatibles, lo que los hace enfrentarse. En una historia erótica nos encontramos con el amor o el deseo no correspondido, o con un triángulo amoroso donde nadie es particularmente malvado. Este tipo de trama puede servir para hacer reflexionar al lector, enfrentarlo a opciones éticas nada claras.

3. Lucha contra un suceso externo” consiste en conflictos en los que el protagonista lucha contra algo impersonal, como un cataclismo natural, una guerra o un sistema represivo. En una historia erótica podríamos hacer que nuestra heroína busque su despertar sexual en un ambiente de represión.

4. El “conflicto interno” da lugar a las tramas más sutiles. Consiste en que el protagonista vive una lucha interior entre dos impulsos contradictorios. Se presta mucho a las historias de sexo, ya que es muy común tener resistencias internas al deseo sexual. También puede suceder que el protagonista luche contra la tentación de hacer algo no ético, como una atracción incestuosa o el deseo de abusar de alguien.

Una novela puede tener varios de estos conflictos simultáneamente, lo que hará aumentar su complejidad y originalidad. Una idea aún mejor es enhebrar los conflictos unos con otros, de manera que un conflicto externo se refleje en una pugna interior de algún personaje. De hecho, en mi trilogía Voy a romperte en pedacitos utilizo estos cuatro tipos de conflictos:

1. Los buenos luchando contra los malos”. Los malos en este caso son el padre y el hermano de Cecilia, la protagonista, unos fachas que se oponen a su liberación sexual y se oponen a su relación con Julio.

2. Gente buena con intereses contrapuestos”. Los distintos amigos de Cecilia entran en conflicto con ella; sobre todo Laura, quien llega a quererle arrebatar a su querido Julio. Más adelante, será el propio Julio quien se oponga a Cecilia.

3. Lucha contra un suceso externo”. La novela tiene lugar en la España de la Transición, donde los restos reaccionarios del franquismo y la sociedad machista y represiva se convierten en un serio obstáculo en el camino de Cecilia. De hecho, la liberación sexual de Cecilia sirve como alegoría del cambio que tiene lugar en la sociedad española en este tiempo.

4. Conflicto interno”. Desde el principio Cecilia tiene que luchar contra sus creencias religiosas y perjuicios morales que la impiden liberarse.

Otra cosa importante a tener en cuenta a la hora de crear una trama es que sea original. Se dice que todas las historias ya han sido contadas, porque en realidad todas se basan en un número relativamente pequeño de conflictos fundamentales. Por ejemplo, muchas historias de amor tienen una de estas tramas:

1. El triángulo amoroso: dos personas luchan por el amor de otra.

2. El despertar sexual: El o la protagonista descubre el amor y el sexo.

3. Amor trágico: El amor tiene lugar en unas circunstancias que lo hacen imposible, pero los protagonistas se aman a pesar de todo. Romeo y Julieta.

4. La Cenicienta: Una persona de bajo nivel social es elevada por otra. “50 Sombras de Grey” y un sinfín de novelas románticas cuentan la eterna historia de la chica pobre de quien se enamora un millonario o de un noble.

5. Venganza: La o el protagonista ha perdido su amor y busca vengarse tanto de su rival como de su ex-amor.

6. El amor no correspondido que al final se consigue, como en La Celestina y otras historias de seducción.

7. La búsqueda del Santo Grial. Para conseguir el amor, el o la protagonista tendrá que embarcarse en una misión imposible en la que demostrará ser digno de ese amor.

¿Seríamos capaces de escribir una historia erótica sin caer en alguno de estos tópicos? Las nuevas relaciones alternativas nos dan la oportunidad para ello. Por ejemplo, el BDSM nos permite crear historias de entrega, de perversión o en las que una situación aparentemente degradante sea aceptada al final. En realidad, ya existen muchas historias con estas temáticas. Otra posibilidad es hablar de relaciones homosexuales o bisexuales, o incluso de poliamor entre varias personas.

En términos estilísticos, hay dos formas de ir desarrollando una trama:

1. La exposición consiste en relatar lo que pasa como una visión en conjunto, presentando acontecimientos que se desarrollan a lo largo de un cierto periodo de tiempo o incluso prescindiendo de la secuencia temporal. Se trata aquí de presentar las ideas y sentimientos generales de lo que le ocurre a los personajes. Tiene las ventajas de poder transmitir una cantidad considerable de información en un espacio relativamente pequeño, y de hacer avanzar tramas que se desarrollan en un periodo largo de tiempo. La principal desventaja es que el lector se aleja de los personajes y pierde el contacto emocional con ellos.

2. La escena consiste en presentar la acción en tiempo real, como ocurre en las películas. Se escribe en forma de diálogo, o bien se presentan las acciones en una secuencia estrictamente temporal, tal y como suceden. Tiene la ventaja de tener más dinamismo y conseguir que el lector viva directamente las experiencias del protagonista.

Lo más corriente en una novela es alternar pasajes de exposición y escenas. El estilo literario anglosajón usa mucho las escenas y las separa claramente de la exposición. Por el contrario, el estilo hispánico tiende a usar más la exposición y difuminar su separación de las escenas.

¿Qué es lo mejor para la erótica? Yo creo que para que el sexo sea excitante debe de contarse en forma de escena: la escena de sexo. El lector es un voyeur, quiere ver lo que hacen los personajes en cada momento, oír lo que se dicen. Pero también es importante saber presentar las emociones que sienten los personajes, no sólo lo que hacen. Describir un acto sexual a secas sería más bien pornografía, mientras que la erótica nos metería más en la vida mental de los personajes. Pero a todo se le puede dar muchos matices. El sexo se puede presentar en toda una gama de emociones, desde el sexo mecánico, descarnado e incluso cruel al hacer el amor color de rosa. En cualquier caso, yo recomiendo no escribir escenas de sexo demasiado complicadas y recargadas, lo que suele ser el impulso del que se masturba: quiere que pase de todo. Mi regla es que una escena de sexo tenga como máximo tres elementos. Por ejemplo, bondage, azotaina y follada. Con eso hay más que de sobra, otras cosas se pueden guardar para una nueva escena.

2 comentarios:

  1. Como siempre, muy interesante e instructivo. Besos Hermes.

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  2. Gracias por tu comentario, xana. Se trata del resumen de una charla que di en Threshold el 3 de enero y que fue muy bien recibida. Iré colgando otros artículos sobre personajes, entorno y mensaje.

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