Hace
unos meses, la sexóloga Sylvia de Béjar me invitó a escribir una entrada en su
blog sobre poliamor. Acepté encantado. Decidimos que lo mejor sería hacerlo en
formato entrevista, en la que ella me haría algunas preguntas que yo iría
contestando. La entrevista estaba acabada y yo esperaba con cierta impaciencia
el día en que se publicaría, cuando hace un par de días Sylvia decidió que no
iba a continuar con su blog. Me dijo que quizás sería mejor que la publicara en
el mío. Es una pena, pues yo no tengo ni mucho menos la audiencia que tiene
Sylvia. De todas formas, aquí está…
¿Qué diferencia el poliamor de las relaciones abiertas?
En
ambos casos se rompe la exclusividad sexual sin el secretismo y las mentiras
que conlleva la infidelidad, pero difieren en que en las relaciones abiertas
los miembros de la pareja no se permiten enamorarse de terceras personas. Por
eso, éstas aventuras suelen ser esporádicas y temporales, ya que de prolongarse
se verían como una amenaza. Por el contrario, el poliamor, como su propio
nombre indica, consiste en establecer relaciones románticas fuera de la pareja
donde hay amor además de sexo. A menudo, estas relaciones suponen una
alternativa completamente distinta a la pareja tradicional. Por ejemplo, una
estructura bastante frecuente es un trío formado por dos mujeres bisexuales y
un hombre. En este caso no hay una pareja que tenga supremacía, sino que las
tres personas participan en el trío en pie de igualdad. También hay tríos de
dos hombres y una mujer, tríos homosexuales de tres hombres o tres mujeres,
cuaternas formadas por la unión de dos parejas heterosexuales, etc. En
definitiva, mientras que las parejas abiertas son arreglos transitorios y que
suelen excluir el amor con terceros, el poliamor son acuerdos a largo plazo
donde el amor es una parte esencial de la relación.
Pero, no necesariamente conviven bajo el mismo techo o tienen que relacionarse todos entre sí…
No, por
supuesto. En el lenguaje de los poliamoristas, tres personas pueden formar un
triángulo, con relaciones por los tres lados, o una V, donde la persona que
está en el vértice se relaciona con las otras dos, que no tienen relaciones sexuales
entre ellas. Sin embargo, sí que es importante que haya comunicación y al menos
una cierta amistad entre todas las personas involucradas. Mi esposa y mi amante
son amigas y a veces incluso quedan para verse en mi ausencia, pero no son
amantes. En cuanto a lo de vivir bajo un mismo techo, puede ocurrir o no. Ten
en cuenta de que estas relaciones, como todas, evolucionan en el tiempo y el
amante que al principio estaba algo alejado puede llegar a convertirse en parte
de la familia con el tiempo. Es importante enfatizar que existe una enorme
variedad de relaciones de poliamor, no sólo por pura cuestión de complejidad
matemática, sino porque cada familia poliamorista se basa en distintas ideas y
valores.
Es inevitable preguntarte sobre tu mujer. ¿Acaso no tiene amantes?
Ahora
mismo, no. Pero sí que los tuvo, y es posible que los vuelva a tener. De un
tiempo a esta parte no está en la onda de tener aventuras sexuales. Por otro
lado, mi amante tiene otros dos amantes, aunque por ahora yo soy su relación
principal... Lógicamente, sería injusto que hubiera libertad para mí y no para
ellas. Pero tampoco debemos pensar que el poliamor se hace sólo como un
intercambio de libertades: yo te dejo tener relaciones si tú me dejas a mí. Eso
sería un tanto mezquino. El poliamor se practica porque se cree en la libertad
de amar fuera de la pareja convencional, independientemente de si uno quiere
hacerlo o no. Y sí que hay parejas en las una persona es monógama y la otra
practica el poliamor. Es simplemente que cada persona tiene necesidades
distintas.
¿Y qué pasa con los celos? Los imagino inevitables.
No son inevitables.
Por ejemplo, yo no soy nada celoso. Tendría que remontarme a mi adolescencia
para recordar la última vez que tuve celos de verdad. Y no soy el único, muchas
personas que practican el poliamor aseguran no sentir celos, o sentirlos muy
rara vez. Pero muchos poliamoristas los sienten. Lo que pasan es que se aceptan
como una emoción más, no algo que tenga que ocasionar un problema con nuestra
pareja, o incluso la ruptura. Pasa lo mismo que con la ira: nos enfadamos, pero
luego se nos pasa y las cosas vuelven a la normalidad. Sin embargo, existe el
mito de que los celos son una señal de amor, lo que no es verdad. En la cultura
del poliamor los celos son señal de que algo va mal, de que hay inseguridad,
falta de comunicación. Yo suelo comentar con mi esposa, o con mi amante, las
relaciones que he tenido con otras mujeres, o que ellas han tenido con otros
hombres, y nos reímos, o nos aconsejamos... a veces hasta nos excitamos con
eso.
Habrá quien lo considere aberrante: ¡para colmo se excitan contándoselo!
¿Y por qué no? Cada vez hay más parejas que disfrutan viendo
películas eróticas o pornografía juntos. Así puedes llegar a conocer el deseo
de tu pareja y establecer una relación de complicidad y de intimidad. Cuando ya
no existe la barrera de los celos, contarse mutuamente aventuras sexuales no es
algo distinto a compartir fantasías sexuales. Lo cierto es que la variedad
enriquece la vida sexual. Desde que me eché una amante, disfruto más del sexo
con mi esposa... ¡Y ella también!
Volvamos a lo serio... Me resulta fácil entender tu punto de vista si me planteo que lo lógico es que si amamos a una persona, lo que queramos es que ella sea feliz...
Para los que practicamos el poliamor, esa es la mayor prueba
de amor que se puede ofrecer. El verdadero amor es desear que la persona a
quien amas sea feliz, aunque sean otros quien la ayuden a serlo. Y no es un
sacrificio, uno puede llegar a alegrarse de eso. En inglés se ha creado una
palabra para definir la emoción de alegrarse cuando la persona a la que amas es
amada por otros: se le llama "compersion". A veces también se usa
para referirse a que te excite cuando tu amada hace el amor con otro. Es lo
opuesto de los celos, si quieres. De todas formas, tampoco quiero idealizar el
poliamor... Se dan problemas, y es normal que surjan los celos. Pero he visto
muchos casos de "compersion", en mis relaciones y en las de otros.
Está claro que entendéis la fidelidad de otra manera....
Sí, aunque en esto, como en muchas otras cosas, no hay
unanimidad de opiniones entre los que practicamos el poliamor. Por un lado
están los que optan por la "poli-fidelidad", es decir, que acuerdan
no mantener relaciones sexuales fuera de su tríada, cuaterna, etc. Por el otro
está lo que podríamos llamar "poli-promiscuidad" en el que no hay
ningún tipo de acuerdo de exclusividad sexual. Entre los dos extremos existen
un número muy grande de posibilidades. Por ejemplo, los miembros de una familia
poliamorista pueden acordar tener derecho de veto sobre las nuevas relaciones
de los otros miembros. A veces se dan relaciones de poliamor abiertas (sin
llegar a ser enteramente promiscuas) que acaban abarcando a un número
considerable de personas. Se las llama "tribus". Por ejemplo, A tiene
una relación de poliamor con B y C, pero C tiene a D y E como amantes, y
resulta que a D le ha gustado B y se lo ha montado con él, etc, etc. Yo creo
que lo importante es romper la fijación en quién se acuesta con quién, y pensar
más en los problemas éticos de ser honesto, no mentir, saber escuchar, no tener
una actitud explotadora de usar a los demás, y estar ahí cuando tus amantes te
necesitan. Para mí, esa es la auténtica fidelidad.
¿Y qué pasa con los hijos?
Ese es un tema delicado, que cada cual soluciona de manera
distinta dependiendo de la situación concreta. No es lo mismo una pareja
nuclear con amantes fuera de casa que una tríada que viven juntos con sus
hijos. En el primer caso, y si son niños, se les puede decir simplemente que
“mamá va a ver a su amigo”… a fin de cuentas, no les solemos contar a los hijos
los detalles de nuestra vida sexual. En el segundo caso, o cuando los hijos son
adolescentes, lo mejor es explicarles el tema a fondo, teniendo en cuenta su
edad. Muchos padres poliamoristas ven como algo muy positivo el servir de
modelo de relaciones sin posesividad ni celos para sus hijos.
¿Cómo encajáis socialmente? ¿Os aceptan?
Por ahora no hay muchos problemas, porque pasamos bastante
desapercibidos al ser pocos, pero si esto se generaliza y mucha gente adopta
este estilo de vida, yo creo que se puede armar una buena. Date cuenta de que suponemos
una amenaza más seria al matrimonio y a la pareja convencional que la
homosexualidad, porque al fin de cuentas los homosexuales siempre serán una
parte minoritaria de la población, mientras que el poliamor se puede extender
de forma muy amplia. Y aunque mucha gente no se apunte, puede influir para que
cambie cómo se ven las relaciones de pareja, la exclusividad sexual, los celos,
etc. Todo eso va a generar resistencia, pero yo estoy convencido de que aportará
cambios sociales muy positivos.
Tal como lo cuentas, parece muy fácil, pero seguro que hay muchos problemas…
¡Ya lo creo que los hay! Leyendo en los foros de poliamor, y
en mi propia experiencia, uno de los problemas más comunes es la dinámica de
primario-secundario, que se da cuando un amante nuevo se une a una pareja
nuclear. A los miembros de la pareja preexistente se les suele llamar
“primarios”, mientras que la nueva amante es “secundaria”. Se establece así un
desequilibrio de derechos, pues los primarios pueden imponer los parámetros de
la relación al secundario/a, lo que puede ser injusto y llegar a hacerle daño. El fenómeno opuesto, que puede llegar a ser un
problema, es lo que se llama “energía de relación nueva”: el enorme interés y
atracción que genera la novedad de un nuevo amante. La persona que estaba antes
en la relación puede sentir que se la quiere menos, cuando no es verdad. Estos
problemas son mucho más fáciles de manejar si uno participa en la comunidad de
poliamor y se informa bien antes de meterse en estas aventuras. El poliamor
requiere estabilidad emocional, capacidad de comunicación y el tener muy claros
una serie de valores éticos. No es un juego, sino una posibilidad de
crecimiento y transformación personal.
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