miércoles, 22 de enero de 2014

Nadie tiene la pistola

Nadie tiene la pistola.
Nadie intenta desenfundar el primero.
Nadie está en mitad de la calle
bajo el sol abrasador
diciendo: “Sólo hay sitio para uno de los dos
en este pueblo”.
Nadie tiene por qué ser el primero.
Nadie tiene por qué ser el primero.
Nadie tiene la pistola.
Nadie tiene la pistola.

Puede que ella no te entienda.
Y puede que ella quiera tenerte comiendo de su mano.
Si te tiene acorralado
y puedes oler el humo y las llamas
echas mano a tu revolver
para hacerle lo mismo.
Y acabarás con tu amor para siempre, Número Uno.
Y acabarás con tu amor para siempre, Número Uno.
Nadie tiene la pistola.
Nadie tiene la pistola.

Puede que pienses que el amor es demasiado difícil,
nunca puedes ensayar,
y que puedes pasar de todo esto
echándolo todo a perder.

Ella es igual que tú.
Quiere tu amor como tú quieres el suyo.
No puedes jugar al póker
con una pistola en la manga.
No puedes hacer que alguien te quiera
amenazando con dejarla.
Si quieres amar para siempre, Número Uno.
Si quieres amar para siempre, Número Uno.
Nadie tiene la pistola.
Nadie tiene la pistola.

Nobody's got the gun, por Mark Knopfler



¿Lo tengo que explicar?

Muchas veces en la relación de pareja nos sentimos amenazados. Atacados. La relación se ha vuelto demasiado asfixiante, pone en peligro nuestra autonomía personal. Cuando nos sentimos acorralados, echamos mano de nuestras mejores armas, embestimos a ciegas... Contra la persona que más nos quiere. Nos creemos que estamos en un duelo de los del Oeste, de los que sólo uno puede salir vivo. Cuando en realidad, lo peor que podemos hacer es alejar a quien amamos.

Cada pelea de pareja deja sus cicatrices. Los rencores de viejas heridas se van acumulando con los años y al final acabamos con una relación muy rara, donde se mezclan el amor y el resentimiento. Si nos diéramos cuenta del precio que pagamos por cada pelea, las evitaríamos como la peste.

Muchas veces he echado mano de esa frase tan simple, pero tan sabia: "No puedes hacer que alguien te quiera amenazándola con dejarla". Las amenazas y los ultimatums sólo son destructivos. Lo único que vale es hablar, comunicarse. Saber ceder un poco, no convertirlo todo en una pugna por el poder. Si lo que deseas es amor, tienes que dar amor.

(Para leer la versión en inglés de la canción, pincha en la pestaña "In English" para ir a la parte en inglés del blog)


2 comentarios:

  1. Como me ha gustado tu reflexión. Todos hemos caído en eso. La pregunta del millón es:¿Qué queremos realmente decir cuando amenazamos con dejar a nuestra pareja?¿Que somos infelices? ¿Que necesitamos que cambie? ¿Que hemos perdido el norte?

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  2. Yo creo que queremos decir todas esas cosas, pero fundamentalmente, lo que nos lleva a decir eso es el miedo. Miedo a que no nos quiera. Miedo a que sea ella o él quien nos deje. Miedo a que quieran hacernos cambiar, convertirnos en algo en lo que no somos. Eso es lo que apunta la canción, muy sabiamente: olemos "humo y llamas" y nos sentimos en peligro, entonces contra-atacamos. Normalmente nos equivocamos en esa apreciación y nos pasamos de rosca en la respuesta, y la pelea se escala.

    La amenaza de dejar a nuestra pareja es muy tentadora. En un momento de cabreo se puede hacer con mucha facilidad. Lo que no nos damos cuenta es de lo destructiva que es. Lanzamos el mensaje de que no la amamos, de que nos importa un comino su felicidad y la pareja que formamos. Son cosas que luego son casi imposibles de borrar.

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