domingo, 3 de febrero de 2013

El mantra de la compasión




Que seamos libres.

Que estemos a salvo.

Que tengamos salud.

Que seamos felices.

Que vivamos una vida fácil,

sin preocupaciones ni miedos.

Éste es el mantra de la compasión. Se utiliza en una forma de meditación basada en el Budismo Tibetano, que consiste en repetir estas frases mentalmente, buscando desarrollar las emociones asociadas con ellas. El sujeto de las frases es, al principio, uno mismo… Nos deseamos libertad, seguridad, salud, felicidad, etc., a nosotros mismos. Luego se va expandiendo a las personas a las que queremos, a las que conocemos, a nuestros enemigos, incluso… hasta abarcar toda la humanidad.

La palabra “compasión” tiene algo de mala prensa. A muchos le suena a algo que se siente por aquellos a quienes consideramos inferiores a nosotros, por ser más débiles e indefensos. En particular, está mal visto sentir compasión por uno mismo - autocompasión - porque eso equivaldría a vernos como seres débiles y lastimeros, en vez de los valientes luchadores que todos pretendemos ser. La psicología moderna enfatiza un modelo de persona basado en la seguridad en uno mismo, pero no nos explica demasiado bien lo que tenemos que hacer cuando sufrimos un revés a pesar de toda esa seguridad. Estudios recientes han mostrado que personas entrenadas en la compasión por uno mismo (“self-compassion” en inglés, que no es lo mismo que “autocompasión”, que se traduciría como “self-pity”) tienen más éxito que las personas con mucha seguridad en sí mismos.

El sentido original de la palabra compasión es el de “sufrir con alguien”, es decir, el sentir empatía por el sufrimiento de los demás. Ese es precisamente el significado de la compasión budista, “karuna” o “metta”. El sentir empatía por el sufrimiento de alguien no conlleva que nos sintamos superiores a esa persona, sólo se trata de darse cuenta de que todos sufrimos, tarde o temprano. No podemos ser felices si estamos rodeados de sufrimiento. Si somos capaces de serlo, es porque una parte esencial de nuestra humanidad se ha atrofiado: la parte que nos permite sentir empatía. Esta meditación sobre la compasión pretende conseguir lo contrario: entrenar nuestro sentido de empatía hasta conseguir que la emoción de la compasión se convierta en una constante en nuestras vidas.

¿Y la compasión por uno mismo? Paradójicamente, para disminuir nuestro sufrimiento primero debemos volvernos sensibles a él. Sólo así conseguiremos darnos cuenta de los hábitos mentales y las emociones negativas que nos hacen sufrir. Este darnos cuenta nos llevará de forma natural a modificar el funcionamiento de nuestra mente, de forma que aprendamos a existir en un estado de mayor felicidad.

El mantra de la compasión es dominio público, pero yo lo encontré en el libro “The Mindful Path to Self-Compassion”, por Christopher K. Germer, publicado por Guilford Press. Excepto el primer verso. Un día, al recitarlo con mi familia antes de comer, me di cuenta de que faltaba algo: la búsqueda de la libertad, que siempre debe contrarrestar nuestro deseo de seguridad.