jueves, 24 de diciembre de 2015

Algunos mitos sobre la navidad

Santa Claus
-De acuerdo con los evangelios, Jesucristo no nació el 24 de diciembre, sino en primavera, cuando las ovejas daban a la luz. Eso complicó las cosas a los primeros cristianos, ya que la celebración del nacimiento de Jesús caía casi en las mismas fechas que el aniversario de su muerte.

-La navidad es la cristianización de las Calendas romanas, que celebraban el nacimiento de la luz en el solsticio de invierno. En esa fecha los días empiezan a hacerse más largos y las noches más cortas, por eso renace la luz solar. Como en la navidad cristiana, las Calendas celebraban el nacimiento de un niño, pero era el dios Sol.

-Santa Claus, el nombre anglosajón de Papá Noel, no es ningún santo, sino la cristianización del Hombre Salvaje de la mitología germánica. El Hombre Salvaje se vestía con pieles de animales, fecundaba los campos y a veces traía regalos. El nombre "Claus" deriva de la palabra germánica "garra¨. 

El Hombre Salvaje
-Cuando tuvo lugar la Reforma Protestante, en los países que la adoptaron no se quiso seguir celebrando la fiesta de Reyes o de San Nicolás, el 6 de enero, ya que los protestantes se negaban a adorar a los santos. Entonces cambiaron la fiesta al 24 de diciembre para celebrar el supuesto nacimiento de Jesús. El Hombre Salvaje se mostraba al lado del Jesús recién nacido, en cadenas. El tintineo de las campanillas de Santa Claus deriva del tintineo de las cadenas. La figura de Santa Claus terminó por eclipsar a la del recién nacido. 

-El árbol de navidad también deriva de un mito pagano de adoración a los árboles.

-Jingle Bells, la canción de navidad más famosa, no es un villancico ni tenía nada que ver con la navidad cuando se compuso a finales del siglo XIX. Es simplemente una canción de invierno que habla de lo divertido que es darse un paseo en un trineo tirado por un caballo. 

¡Felices Navidades laicas!

sábado, 19 de diciembre de 2015

Así maltratamos a nuestra pareja


“Quien bien te quiere te hará sufrir” dice el refrán. Normalmente esto se interpreta como que alguien que te ama te señalará tus imperfecciones y errores, aunque no te guste, pero también se ha señalado que un dicho así puede servir para justificar el maltrato. Sin embargo, hay otra manera más de interpretar el refrán: simplemente constata la realidad más bien irónica de que dos personas que se aman tienden a hacerse daño. Y no precisamente porque estén empeñados en convertirse mutuamente en personas mejores a base de corregir sus errores. Sí, las relaciones amorosas suelen traer consigo una buena carga de sufrimiento. A todo el mundo esto le parece algo inevitable, como si hubiera que pagar un precio por el amor que recibimos.

Pero yo pienso que no tiene que ser necesariamente así. Si nos hacemos daño cuando nos amamos es porque tenemos que estar haciendo algo mal. Al parecer, cuando llegamos a un cierto grado de intimidad con una persona empezamos a permitirnos una serie de comportamientos que crean fricciones e incluso daño emocional. “Las confianzas dan asco”, que dice otro refrán. Entonces, quizás lo que debamos hacer es reconocer esos comportamientos y aprender a evitarlos. No quiero hablar aquí de conductas de franco maltrato, como pueden ser el daño físico o la violación, sino de una serie de estrategias de manipulación psicológica que producen daño emocional y menoscaban la autoestima. En general, se basan en evocar tres emociones clave: el miedo, la culpa y la vergüenza. Aquí os dejo una lista tentativa de conductas nocivas en la pareja.

1. Coacción - La coacción se define como una demanda que no se puede rehusar sin desencadenar serias consecuencias negativas. Un ejemplo sería el sexo coactivo: “como me digas que no quieres sexo conmigo te voy a montar un numerito de mucho cuidado”. Pero se puede usar la coacción para muchas otras cosas: ir a una fiesta, elegir el sitio dónde ir de vacaciones, cómo decorar la casa o si tener hijos. La coacción señala que existe un desequilibrio de poder en la pareja que hace que una persona pueda imponer su voluntad sobre la otra.

2. Amenazas - Las amenazas son una de las formas más directas de coacción. Se basan en inspirar miedo para conseguir lo que queremos.  Una de las amenazas más frecuentes en la pareja es la de la ruptura. Se suele dar cuando existe un desequilibrio de poder basado en que una persona valora la relación mucho más que la otra. Puede ser simplemente porque está más enamorada, o porque la relación le supone una serie de ventajas que no quiere o no puede abandonar. En estos casos la amenaza constante de la ruptura puede convertirse en una continua coacción. A menudo la persona que amenaza con romper va de farol: en realidad no tiene la menor intención de hacerlo, pero sabe que así puede someter a su pareja a su voluntad.

3. Asustar - Las amenazas no son la única forma de inspirar miedo. También se puede crear una situación de ansiedad a base de asustar a la otra persona con actos como gritar, tirar o romper cosas, poner en riesgo la seguridad o la salud, o hacer algo ilegal. La simple presencia del miedo crea un clima de opresión.

4. Chantaje - El chantaje es una forma de coacción que consiste en amenazar con hacer algo que la otra persona no quiere si no accede a nuestras demandas. La forma más reconocible de chantaje es la amenaza de contar algo que la otra persona no quiere que se sepa. Como ejemplo está el “outing”, un nuevo verbo inglés que viene de la expresión “out of the closet” (salir del armario) y que se refiere a revelar a que una persona es gay o bisexual. Hoy en día se generaliza a descubrir que una persona practica el BDSM, el poliamor u otras formas de sexualidad no aceptadas por nuestra cultura.

5. Chantaje emocional - Consiste en utilizar el miedo, la obligación o la culpa (en inglés, “fear, obligation and guilt”, que forman el acrónimo FOG, que significa “niebla”) con el fin de presionar a otra persona de hacer lo que queremos. Se distinguen cuatro formas de chantaje emocional. La primera consiste en amenazar con castigar, privar de un beneficio o hacer daño. Un ejemplo clásico en la pareja es la privación de sexo o de afecto. La segunda consiste en el auto-castigo: en este caso se amenaza con hacerse daño a uno mismo. Un caso extremo sería la amenaza de suicidio (“¡déjala o me mato!”), pero también entra aquí el enfurruñarse o sumirse en un estado depresivo cuando no se obtiene lo que se quiere. La tercera forma de chantaje emocional consiste en adoptar conductas de auto-sacrificio con el fin de evocar sentimiento de culpa. Incluye todos esos actos de servicio que se hacen no porque se quieren hacer o como demostración de amor, sino para luego obtener algo a cambio: “¡me he tirado tres horas preparando la cena y tú no me haces ni caso!”. La cuarta forma es quizás la más difícil de reconocer, pues consiste en utilizar un premio o una tentación para conseguir lo que se quiere. Un ejemplo clásico es cuando le ofrecemos una golosina a un niño a cambio de un beso. En la pareja, ofrecer sexo o afecto como premio puede parecer en principio una buena idea, pero puede llevar a un ambiente de manipulación en el que no se sabe muy bien por qué se hacen las cosas.

6. Traspasar límites - Todos tenemos cosas que no queremos hacer o que no queremos que nos hagan. En inglés se conocen como “boundaries”, que quiere decir límites o fronteras. En una relación sana, cada persona define claramente cuáles son sus límites y la otra persona los respeta escrupulosamente. Los problemas vienen cuando los límites no están bien definidos o cuando se conocen y se rompen a propósito.

7. Incomunicación - Es sabido que la buena comunicación es esencial para el buen funcionamiento de la pareja. Ya resulta difícil en el mejor de los casos, pero a veces se sabotea a propósito como parte de actitudes ofensivas o defensivas, o con fines manipulativos. Un ejemplo es el “tratamiento de silencio”, que consiste en negarse a hablar con la otra persona. Su versión actual es el bloqueo en las redes sociales. Otro ejemplo consiste en hacer justo lo contrario: hablar sin parar para formar un “muro de palabras”  que no le permite a la otra persona expresarse. Formas más sutiles de incomunicación son el no querer escuchar, la comunicación agresiva y la comunicación pasiva. Esta última consiste en pretender que la otra persona nos lea la mente o adivine lo que queremos decir a base de indirectas, tono de voz o lenguaje corporal.

8. Mentiras - El peor tipo de incomunicación es cuando no se dice la verdad. Además, la mentira puede entenderse como una forma de privación de poder ya que la desinformación impide a la otra persona actuar de la forma más favorable para ella. La mentira se suele considerar la principal ofensa en la infidelidad conyugal, aunque a menudo esto es porque no se quiere reconocer el valor exagerado que nuestra cultura otorga a la exclusividad sexual. En realidad, cualquier tipo de mentira o falta de honestidad puede hacer daño en la pareja, ya que mina la confianza mutua.

9. Gaslighting” - “Gaslighting” en una forma extrema de abuso psicológico que consiste en la manipulación sistemática de la información que se suministra a otra persona. Así se va entretejiendo una red de mentiras, medias verdades, secretos y decepciones que generan un visión distorsionada de la realidad. Normalmente se hace con el fin de ocultar una situación de maltrato generalizado. Suele ocasionar un daño grave en la autoestima, incluso a hacer que la víctima llegue a cuestionar su propia cordura. El nombre viene de la obra de teatro Gas Light y de sus adaptaciones al cine.

10. Secretos - La cuestión de si se deben guardar secretos a nuestra pareja es sumamente delicada. Por un lado, todo el mundo tiene derecho a su privacidad; algunas cosas son tan íntimas que absolutamente nadie debe conocerlas. Por otro lado, el ocultar determinadas cosas que nuestra pareja tiene derecho a conocer para su propia seguridad puede ser equivalente a mentir por omisión. Los casos más claros son los de las enfermedades de transmisión sexual y la infidelidad.

11. Invadir la privacidad - Ésta es la otra cara de la moneda de los secretos. Todos tenemos derecho a revelar cosas de nosotros mismo si queremos, cuándo queramos y cómo queramos. También tenemos derecho a que lo que contamos a alguien no se transmita a terceras personas sin nuestro consentimiento. Como decía antes, no es legítimo guardar en secreto algunas cosas, pero eso no quiere decir que esté bien usar la fuerza o la coacción para forzarnos a desvelar un secreto. Un ejemplo de invasión de privacidad desgraciadamente frecuente hoy en día es buscar información en un móvil o en un ordenador sin permiso.

12. Quejas y reproches - Quejarse es algo normal y si algo no funciona bien en la pareja es esencial para la buena comunicación el decirlo. Pero hay muchas formas de decir las cosas. Cuando las quejas y los reproches se hacen con la intención de hacer que la otra persona se sienta culpable y avergonzada, entramos en el terreno del maltrato emocional. Los problemas hay que plantearlos en el momento adecuado, preferiblemente con tiempo de sobra para hablar sobre ello, sin ira y sobre todo sin ánimo de herir y ofender. Como en muchas otras cosas, la cantidad importa: una sarta interminable de reproches es indiscutiblemente abusiva. También hay que prestar atención a dos vicios relacionados con esto. El primero es el de ofenderse fácilmente, el estar a la que salta, de forma que la otra persona se tenga que estar autocensurando constantemente. Obviamente, la buena comunicación no puede darse así. El otro es el victimismo, el presentarse como víctima de abuso cuando en realidad no se es. Una de las mayores ironía del abuso psicológico es que el maltratador  suele presentarse como víctima, incluso estar convencido de que lo es.

13. Avergonzar - La vergüenza, incluso más que la culpa, es la emoción más destructiva de la autoestima. Sólo hay que pensar en todos los casos de adolescentes homosexuales que son llevados al suicidio por la vergüenza que evocan en ellos sus padres, su comunidad religiosa o sus compañeros de clase. Por eso, una de las formas más corrientes de maltrato emocional son los comentarios degradantes y las críticas continuas. Incluso la falta de alabanza cuando es merecida puede minar la autoestima de una persona. Si la persona a la que amamos no es capaz de reconocer nuestros méritos, ¿quién lo va a hacer? Un caso extremo es el llamado “cyber-bullying”, ciberacoso o acoso virtual: el acoso en las redes sociales de personas a base de avergonzarlas en público.

14. No disculparse - Todos tenemos que saber disculparnos, ya que todos cometemos errores. Una disculpa a tiempo puede significar la diferencia entre una pelea conyugal que se resuelve satisfactoriamente y otra que deja cicatrices emocionales para toda la vida. También puede suponer la diferencia entre percibir un error como un acto abusivo o como algo que se hizo sin malicia. La disculpa suele entrañar el reconocernos culpables del daño que hemos hecho, pero aunque no lo seamos todavía podemos disculparnos simplemente por haber participado en algo que hizo sufrir a quien amamos. Cuando en una pareja una persona se disculpa a menudo y la otra nunca es que algo marcha mal.

15. No perdonar - Las disculpas deben ser aceptadas, ya que el no hacerlo mina la dignidad de la persona que se ha disculpado. Esto no quiere decir que todo deba o pueda ser perdonado. De hecho, en muchas situaciones de maltrato nos encontramos con una forma patológica de perdón basada en la codependencia: la víctima constantemente perdona al maltratador, incluso inventando las disculpas más inverosímiles para el maltrato. Por lo tanto, una condición indispensable para perdonar debe ser que el acto a perdonar haya terminado ya. No se puede perdonar a quien persiste en su conducta. Pero, por otra parte, el no otorgar el perdón merecido puede convertirse en maltrato emocional al perpetuar el sentimiento de culpa de quien lo pide. Quizás lo más apropiado a hacer cuando no se puede perdonar a alguien es romper la relación, en vez de continuarla en la situación de desequilibrio de poder que supone el sentimiento de culpa. Una variante de este tema es cuando las disculpas son aceptadas pero utilizadas en el futuro una y otra vez para recordarle su culpabilidad a quien las ofreció. Esta manipulación de la disculpa es incompatible con el perdón sincero. Hay que saber pasar página.

16. Aislamiento social - En las sectas, una técnica muy común para crear dependencia emocional es la de separar a sus adeptos de su entorno de familia y de amigos. La víctima pierde así los elementos de referencia que le permitirían escapar de la adoctrinamiento de la secta. En una pareja se puede dar una situación similar cuando se quiere separar a la otra persona de sus amigos, normalmente por celos.

17. Presión social - También puede darse el caso de que una de las personas de la pareja se vea absorbida por los amigos y familiares de la otra, que por supuesto tendrán una opinión sesgada en caso de conflicto. La presión social también puede tomar la forma de normas culturales que favorecen a una persona más que a la otra. El machismo es un ejemplo de esto, como cuando la sociedad ve normal que el hombre controle el comportamiento de la mujer. Otro caso es cuando una de las personas de la pareja quiere practicar el BDSM o el poliamor, y la otra persona usa la normativa cultural para impedírselo. A veces esto toma la forma de lo que se denomina en inglés “slut-shaming” (“avergonzar a la zorra”), que consiste en provocar vergüenza a una mujer por su comportamiento sexual contraviniendo normas culturales.

18. Sabotaje - Hay veces en que no se respetan las obligaciones laborales, familiares y sociales de la otra persona en la pareja, de tal manera que se la perjudica indirectamente al impedirle cumplirlas. El caso más típico es cuando una pelea de pareja nos deja tan alterados que no podemos concentrarnos en el trabajo. En ese caso el sabotaje es involuntario e indirecto. Un paso más hacia una relación de maltrato es cuando alguien tiene tan poco respeto y consideración hacia su pareja que no pone el mínimo cuidado en respetar sus horarios de trabajo o el tiempo que le dedica a la familia o los amigos, apropiándose de todo ese tiempo y atención, por ejemplo, forzando citas o conversaciones telefónicas en momentos inoportunos. En situaciones extremas de abuso, el maltratador interfiere directamente con el trabajo o el entorno social de su víctima con acciones dedicadas directamente a destruirlos. Conozco el caso de un marido que llamó al jefe de su mujer diciéndole que ella dejaba el trabajo, en contra de los deseos de ella.

Supongo que muchas de estas cosas os resultarán familiares, bien porque las hayáis sufrido, bien porque las hayáis hecho. Desgraciadamente, son conductas usuales en la pareja. Al confeccionar esta lista no pretendo provocar ninguna caza de brujas. Hay que evitar caer en la auto-culpabilización, el miedo y la vergüenza que, al fin y al cabo, son la base del daño emocional que tratamos de evitar. Todos hemos tenido peleas de parejas en las que hemos intentado asustar y herir a la persona a la que amamos. Este tipo de peleas no deben considerarse como algo normal. Van dejando cicatrices que van socavando la relación, sentando la base para peleas posteriores y volviéndola cada vez menos saludable.

Estas formas de maltrato pueden llevarlas a cabo tanto hombres como mujeres. No quiero entrar aquí a discutir si se da más en un género que en el otro, aunque está claro que al ocurrir en una sociedad sexista hay que tener en cuenta el desequilibrio de poder que esto supone. Quizás los hombres seamos más dados a algunas formas de maltrato, como la coacción, el asustar y la incomunicación, y las mujeres a otras, como el chantaje emocional, los reproches y la presión social. Esto resultaría muy difícil de cuantificar.

Lo que sí me parece importante es señalar que en muchos casos el maltrato es mutuo, aun cuando es desigual. Es decir, que aunque una persona maltrate más que la otra, el contraataque y la venganza no están ni justificados éticamente ni suelen resultar efectivos. En la pareja, esto suele llevar a una intensificación del conflicto en una espiral de abuso creciente que acaba por convertir la relación en tóxica. Lo mejor que puede pasar en estos casos es que se llegue a la ruptura. Sin embargo, hay veces que se acaba por aceptar esta situación como normal: las dos personas están tan obcecadas en la búsqueda de poder que carecen de la claridad mental para salir de esa dinámica.

Claro que cuando estas conductas son profundas, maliciosas y generalizadas, con un profundo desequilibrio de poder entre las dos personas, se llega al abuso psicológico. Al contrario que el maltrato físico, el psicológico no deja marcas ni heridas, por lo que es insidioso y difícil de detectar. A menudo se desarrolla gradualmente y viene acompañado de situaciones de dependencia emocional, de forma que la víctima no reconoce su situación. Puede producir serios daños en la autoestima e incluso llevar al suicidio.

A cada cual le corresponde examinar cuidadosamente su conducta para ir eliminando todo elemento de maltrato. Cuando alguien nos abre el corazón eso lo vuelve extremadamente vulnerable, no debemos traicionar la confianza que se deposita en nosotros haciendo daño. El que lo hagamos de forma inconsciente o por ignorancia no nos disculpa. Si queremos que se nos ame de verdad, debemos aprender a amar. Y eso consiste en hacer feliz a nuestra pareja, no en hacerla sufrir.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Cómo controla el cerebro el sistema inmune: el tono vagal

Encontré en El País este artículo sobre las posibilidades que tiene la estimulación eléctrica del nervio vago para controlar el sistema inmune. Por medio de esta técnica se están tratando enfermedades hasta ahora incurables como la artritis reumatoide.

http://elpais.com/elpais/2015/11/30/ciencia/1448898661_768854.html
dispositivo para estimular el nervio vago

Otra faceta interesante es la posibilidad de regular el tono vagal con meditación, ejercicios respiratorios y otras técnicas que controlan el estrés.

El nervio vago se origina en el bulbo raquídeo y desciende por medio del cuerpo, estableciendo contacto con todos los órganos importantes: corazón, estómago, bazo, páncreas, intestino cápsulas suprarrenales y riñones. Por lo visto, es su contacto con el bazo lo que regula el sistema inmune.

domingo, 22 de noviembre de 2015

No-Do: la propaganda del franquismo al alcance de todos


Desde diciembre del 2012, los archivos del No-Do están digitalizados y a disposición de todo el mundo en el sitio web de la Filmoteca Nacional. Se pueden acceder aquí:
http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/

No-Do es la abreviatura de “Noticiarios y Documentales”. Se trataba de un segmento de noticias que se proyectaba en las salas de cines de forma obligatoria antes del largometraje. El primero se lanzó en enero de 1943 y el último en mayo del 1981, pero a partir de 1976 su proyección en los cines dejó de ser obligatoria. El No-Do fue uno de los instrumentos propagandísticos más efectivos de la dictadura, dada la enorme popularidad del cine en un país en el que la televisión no apareció hasta los años 60 y distaba mucho de estar al alcance de todos. Muchos de sus segmentos estaban dedicados a ensalzar la figura de Franco. Fue así como la imagen de Franco inaugurando pantanos entró en la memoria colectiva.

Para evaluar hasta qué punto el sesgo de las noticias estaba a favor del régimen franquista y de sus aliados nazis en Alemania y fascistas en Italia, me puse a ver las noticias publicadas en el No-Do en los últimos años de la guerra. Las noticias relativas a la guerra en el Pacífico entre EE.UU. y Japón están a favor de los americanos, con algunas imágenes proporcionadas por los japoneses. Por el contrario, en el frente oriental de Europa, las noticias mienten sobre las victorias soviéticas sobre el ejército alemán. En frente occidental europeo se va pasando gradualmente de favorecer a los alemanes a celebrar las victorias aliadas. Por ejemplo…

Preparaciones al desembarco de Normandía, en los dos lados, en el No-Do del 12 de junio de 1944. No se da la noticia de la gran victoria aliada, que ya se había producido el 6 de junio. http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-76/1468196/

La noticia del desembarco de Normandía se da por en el No-Do del 3 de julio. Impresionantes imágenes de los dos lados. http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-79/1465413/

Victorias aliadas en Alemania. http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-122/1487559/

Campos de concentración alemanes, sin mencionar a los judíos… No, se trata de “presos políticos”. http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-125/1487561/

Rendición del ejército alemán en Italia. http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-127/1467333/

Rendición de Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial. http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-127/1467336/

En los archivos del año 1945 no conseguí encontrar ninguna noticia del bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki.

¿Quién me puede decir lo que representan estas seis imágenes?




viernes, 20 de noviembre de 2015

Cuarenta años de la muerte de Franco


El tópico es que la dictadura del General Franco sobre España duró cuarenta años. "Los Forrenta Años”, como se titulaba una serie de libros de cómics de Forges. Por eso cabría esperar que hoy que se cumplen cuarenta años de la muerte del dictador hubiera al menos algún comentario en la prensa sobre lo lejos que ya se nos va quedando la dictadura. Pero, no, parece que los atentados de París, la crisis de refugiados de Siria y el independentismo catalán copan todas las noticias.


Ya van quedando muy pocas personas que sufrieran en su carne la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura. Somos más los que crecimos en los últimos años del franquismo y recordamos a Franco como un viejo decrépito que apenas podía hablar bien. Los símbolos del nacional-catolicismo más que miedo nos inspiraban una cierta sensación de ridículo. Pero los primeros años de la dictadura fueron un auténtico horror de fusilamientos en masa, encarcelamientos, torturas, pobreza y hambre. Por eso, me gustaría conmemorar la muerte del dictador recordando una de las facetas más horribles del principio de la dictadura: la suerte de los exiliados españoles en los campos de refugiados creados para ellos en Francia.

Además, de paso me sirve para enfocar dos temas de actualidad. El primero es el de los refugiados sirios. No nos viene mal recordar que un día los españoles también tuvimos que escapar de una guerra horrible y que no se nos acogió demasiado bien en el país vecino. El segundo tema es el del independentismo catalán. Quizás debamos recordar que fuimos todos los españoles los que luchamos a brazo partido contra el fascismo y a favor de la democracia. Madrileños, castellanos, valencianos y andaluces lucharon y murieron junto con los catalanes y los vascos. Al contrario de los que dicen algunos reinventores de la historia, el franquismo no fue español, ni madrileño, ni castellano. Franco tuvo que contratar mercenarios marroquíes y buscar la ayuda de soldados fascistas italianos y aviones alemanes para luchar contra nosotros, el pueblo español. En frente de la guerra se instaló en las puertas de Madrid, en el campus de la Complutense y en la Moncloa, en el otoño de 1936. Y Madrid, contra todo pronóstico, resistió hasta el final de la guerra, a finales del invierno del 39, cuando Bilbao y Barcelona ya habían caído en manos de los fascistas.


La última fase de la Guerra Civil empezó a finales de 1938. El Frente del Ebro, en el que los republicanos había puesto sus últimas esperanzas, se colapsó. Los franquistas ya habían conseguido llegar hasta el Mediterráneo siguiendo el Ebro y así separar a Cataluña del resto de la España republicana. A partir de ahí se movieron hacia el norte, tomando Tarragona. Los milicianos republicanos no podían resistir a un enemigo muy superior en armas y efectivos, y el pánico cundió en Cataluña. Cientos de miles de personas huyeron hacia la frontera con Francia. Aunque catalanes en su mayoría, iban acompañados de otros españoles que habían ido a refugiarse en Cataluña.

En total, se calcula que unas 460,000 personas cruzaron la frontera a Francia ese invierno. Para poner esa figura en perspectiva, pensemos que la población de España en esa época era inferior a los 20 millones de personas, con lo que los exiliados representaban el 2.3% de la población de España. Además, no era la primera vez que se producía un éxodo semejante. Refugiados españoles ya habían huido a Francia con la caída del País Vasco, Santander y Asturias. ¿Por qué huían? Por malo que fuera, vivir en la dictadura sin duda sería mejor que hacerlo en un campo de refugiados. Al principio de la guerra Franco había promulgado la Ley de Responsabilidades Políticas, con la que se condenaba a la cárcel o incluso a muerte a cualquiera que hubiera participado en el gobierno de la República o militado en un partido político o sindicato de izquierdas. De hecho, era sabido que la toma de ciudades por los fascistas iba seguida por fusilamientos, torturas, violaciones y encarcelamientos en masa. En total, se calcula que más de 100,000 personas fueron asesinadas por el franquismo después del final de la guerra. Para muchos, era exiliarse o morir.


Pero el destino de los exiliados fue muy penoso. Gobernados por la derecha, los franceses los retuvieron en campos de concentración en las playas del sur de Francia, como el de Argeles-sur-Mer que describe de forma espeluznante Almudena Grandes en su magnífica novela El corazón helado. También hubo campos de refugiados en otras localidades de Francia, donde los exiliados estuvieron años sufriendo privaciones. El gobierno francés colaboró con los franquistas para conseguir que muchos refugiados volvieran a España, donde fueron internados en “campos de purificación” de acuerdo con la infame Ley de Responsabilidades Políticas. En total, unas 280,000 personas volvieron a España; aproximadamente la mitad de los exiliados. Otros consiguieron emigrar a algún país de acogida, sobre todo Méjico, que se portó de forma ejemplar con nosotros. Unos pocos se integraron en la sociedad francesa y un número considerable murieron. El poeta chileno Pablo Neruda consiguió enviar 2,200 refugiados españoles a Chile. Al final de la Segunda Guerra Mundial, en 1944, todavía quedaban en Francia 162,000 refugiados españoles, un 35% de los exiliados.


Si queréis aprender más de esta triste historia, podéis encontrar más información aquí http://www.exiliadosrepublicanos.info/es/historia-exilio .

No debemos olvidar nunca el horror que Franco, junto con sus colaboradores en las clases pudientes y la Iglesia Católica, desencadenó en España. Mientras el fascismo llegó al poder sin grandes problemas en Italia y en Alemania, casi un millón de españoles dieron su vida para luchar contra él. Quizás la memoria de este heroísmo y de nuestra determinación para seguir siendo un pueblo libre, democrático y justo debería servir para mantenernos unidos en estos momentos difíciles.



lunes, 9 de noviembre de 2015

El Muro de Palabras


Las palabras sirven para comunicarse y la comunicación es esencial en toda relación. Sin embargo, a menudo se usan como armas para atacar a la pareja o a otras personas. En mi vida me he tropezado con demasiada frecuencia con lo que voy a llamar el Muro de Palabras: una persona que habla de forma agresiva durante largos periodos de tiempo de manera que la otra persona se ve obligada a escuchar en silencio y no tiene tiempo de argüir a su favor.

Funciona de la siguiente manera. La persona empieza a hablar y no para por un largo rato, a menudo a base de dar detalles innecesarios y de repetir lo mismo una y otra vez. Si la otra persona la interrumpe, se quejará enardecidamente de la interrupción y luego continuará con su perorata. Sin embargo, usa un doble rasero en lo que concierne a las interrupciones, porque cuando la otra persona consigue finalmente abrir la boca se verá interrumpida enseguida por otra larga diatriba del que lleva la voz cantante, quien súbitamente ha sentido la necesidad imperiosa de clarificar algo que la otra persona acaba de decir. En los casos más extremos que he encontrado del Muro de Palabras, se producía algún silencio ocasional pero en el momento que abría la boca para decir algo mi interlocutor se ponía inmediatamente a hablar al mismo tiempo que yo, bloqueando lo que intentaba decir. De hecho, el Muro de Palabras puede llevar a una situación en la que los dos hablan simultáneamente, una persona intentando desesperadamente hacerse oír y la otra bloqueándola.

 El Muro de Palabras es más difícil de implementar en grupo, pero aun así he visto a una persona tomar el control de una reunión, impidiendo hablar a personas con opiniones contrarias a base de usar su autoridad como coordinadora para darse todo el tiempo de intervención a sí misma.

Quien usa el Muro de Palabras intenta, consciente o inconscientemente, bloquear la comunicación de la otra persona. No está interesado en escuchar, sólo en sermonear. El objetivo es crear un desequilibrio de poder en el que él adopta el papel de un superior sermoneando a un subordinado, como si fuera un adulto riñéndole a un niño o un jefe dándole una reprimenda a su empleado. De hecho, el contenido del discurso en el Muro de Palabras a menudo está lleno de acusaciones. Otras veces quien lo usa se presenta como víctima y el Muro de Palabras se erige bajo la excusa de defenderse contra el presunto maltrato de la otra persona. Por supuesto, puede ser verdad que hay una situación de abuso, pero la manera de evitarla no debería ser el impedirle al presunto maltratador comunicarse. En realidad, el Muro de Palabras es una forma de abuso psicológico en la que el desequilibrio de poder creado por el hecho de que una persona puede hablar y la otra no puede terminar minando la autoestima de la persona silenciada. A menudo, quien lo usa elabora una larga lista de acusaciones que la persona silenciada no tiene posibilidad de refutar. En el peor de los casos, a las acusaciones se le suman amenazas, añadiendo el miedo a las emociones negativas de la culpa y la vergüenza.

¿Qué podemos hacer cuando nos enfrentamos a un Muro de Palabras? No es nada fácil, pues el Muro de Palabras de por sí impide cualquier solución basada en la comunicación. Ahí van algunas ideas:

1. Pídele a una tercera persona que medie en la conversación. Lo mejor es que el mediador esté enterado del problema para así poder arbitrar igualdad de tiempo para hablar. Sin embargo, hay que tener en cuenta de que quien está acostumbrado a usar el Muro de Palabras intentará meter al mediador en su dinámica con protestas de que se le trata injustamente, y al final puede terminar bloqueando la comunicación del propio mediador.

2. Vete. A veces una persona usa el Muro de Palabras sólo cuando está irritada o a la defensiva. En esos casos, postergar la conversación para otro momento donde los ánimos están más calmados soluciona el problema. También puede ser que el intentar hablar con alguien que usa el Muro de Palabras simplemente no valga la pena, pues continuar la conversación en esas circunstancias es una afronta a la dignidad de la persona silenciada.

3. Pregúntate si tú eres parte del problema. Por supuesto, el Muro de Palabras es abusivo, pero a veces se puede usar como mecanismo de defensa contra algo que puedes estar haciendo tú. Obviamente ella no quiere escucharte, pero quizás lo haga por miedo a que algo que puedas decirle vaya a herirla. Aunque tú no uses el Muro de Palabras, eso no te impide soltar amenazas o acusaciones.

4. Usa una palabra de seguridad para indicarle a una persona dada a usar el Muro de Palabras que lleva hablando demasiado tiempo y que le ha llegado el turno de escucharte. Por supuesto, esto depende de que esa persona haya reconocido el problema.

5. Señala el problema diciendo “estás usando un Muro de Palabras”. A menudo el inventar un nombre para un problema ayuda mucho a reconocerlo. Palabras como “sexista”, “homofóbico” y “chantaje emocional” han funcionado muy bien como señales de situaciones de maltrato.

Si se te ocurren algunas otras soluciones, por favor indícalas en los comentarios.


sábado, 7 de noviembre de 2015

Cambio de planes

Llevo varios meses planteándome las cosas. ¿Qué es lo que quiero conseguir cómo escritor? ¿Qué es lo más importante para mí? ¿Qué mensaje quiero dar? ¿Quién quiero que me lea? ¿Cómo puedo llegar a más gente?

Es importante no quedarse estancado en la vida. Hay que aprender de lo que funciona y de lo que no funciona y cambiar de estrategia de acuerdo con eso. Y éstas son algunas cosas de las que me he dado cuenta:

  • No quiero pasarme la vida escribiendo sobre BDSM. Me atrae mucho la idea de escribir algo en la interacción entre la ciencia y la filosofía.
  • Quizás haya llegado la hora de escribir libros de ensayo y no novelas.
  • Es muy difícil promocionar libros en español viviendo en EE.UU.
  • Por el contrario, he conocido últimamente gente que me podría ayudar a publicar en inglés.
  • Los mecanismos de promoción de libros electrónicos, como Goodreads, funcionan mucho mejor para libros en inglés que para libros en español.
  • Cada vez que escribo sobre ciencia en español mi artículo tiene poco éxito. Sin embargo, si lo hago en inglés se me lee mucho y recibo muchos comentarios. Creo que el público anglosajón está mucho más interesado en temas serios que el público hispano.
  • Es una pena escribir un libro en español y después tener que decirles a mis amigos que no lo pueden leer porque sólo leen inglés. La realidad es que mi entorno social está aquí en EE.UU. y no en España.
  • Una posibilidad muy atractiva es la unir mi carrera como escritor con mi carrera científica, lo que podría hacer escribiendo ensayo sobre ciencia. 
  • Otra posibilidad en la misma dirección es escribir sobre la fisiología del sadomasoquismo.
¿Conclusión? Debería dejar de escribir en español y ponerme a hacerlo en inglés. El problema es que estoy a punto de terminar mi cuarta novela en español, Contracorriente. Incluso tengo escrita un buen trozo de mi quinta novela, Para volverte loca, y tengo planeada la sexta, Nunca podrás volver a casa. Todas son de la saga de Cecilia Madrigal, la protagonista de la trilogía Voy a romperte en pedacitos. No me apetece nada dejarlas. Estoy particularmente entusiasmado con Para volverte loca, donde tocaré dos temas que me parecen fascinantes: el uso de la llamada terapia aversiva para cambiar la orientación sexual de las personas y la pedofilia y su posible cura. Son temas que nunca se han abordado en una obra de ficción, que yo sepa, y que son tremendamente controvertidos.

Por otro lado, se me ha ocurrido una idea para un libro de ensayo (en inglés). Consistiría en explicar desde el punto de vista de la neurociencia por qué los seres humanos somos distintos de los animales, qué nos hace especiales. Lo podría titular Humans are awesome! (¡Los humanos somos impresionantes!). 

¿Qué voy a hacer? Creo que lo mejor es empezar un periodo de transición de unos cuantos años que me llevaría de escribir en español a hacerlo principalmente en inglés. O tal vez siga escribiendo cosas distintas en cada idioma. Por ahora, esto es lo que he decidido:
  • Traducir al inglés mi novela Juegos de amor y dolor. De hecho, ya he traducido tres de los nueve capítulos, o un tercio de la novela.
  • Intentar publicar la versión inglesa de Juegos de amor y dolor en una editorial americana.
  • Según el éxito de novela Juegos de amor y dolor decidir si traduzco las otras novelas o si pago a alguien para que las traduzca.
  • Trabajar sobre la versión en inglés de este blog (al que se puede acceder presionando en la pestaña "English blog"). En el escribiría más artículos sobre ciencia y menos sobre sexo.
  • En cuanto a este blog en español, pasaría a publicar traducciones de los artículos en inglés y alguno que otro exclusivamente en español, según se me vaya ocurriendo.
  • Empezar a escribir Humans are awesome!
  • Publicar Contracorriente, que estará finalizada a fin de este año. Quizás intente publicarla en una editorial. Si esto no funciona en un plazo razonable, la sacaría como libro electrónico.
  • También estoy preparando una nueva edición de Juegos de amor y dolor que tiene como novedad la inclusión de notas hiper-enlazadas con el texto. Los que ya hayáis comprado esta novela podréis bajar gratis la nueva edición.
  • Quiero publicar Juegos de amor y dolor y eventualmente todas mis novelas en papel a través de un servicio especial de Kindle. 
Claro que todo esto es super-ambicioso. Seguramente tendré que descartar alguno de estos proyectos, o reservarlos para cuando me jubile... Pero mi carrera científica va muy bien y no creo que lo haga por muchos años. En fin, ya veremos. Ojalá puediera vivir mil años para hacer realidad todos mis proyectos. 

lunes, 31 de agosto de 2015

No, no me he olvidado del blog...

Una foto de mis vacaciones: puesta de sol en un puerto de Córcega
¡Cielos! Se termina agosto y no he escrito nada este mes. Ni tampoco en julio. No, no he abandonado el blog, pensaba seguir escribiendo al menos uno o dos artículos al mes, como siempre... Pero bueno, ya sabéis lo que pasa en verano: nos vamos de vacaciones, salimos al monte o a la playa los fines de semana, estamos más vagos... Le pasa a todos los blogeros, ¿no?

Bueno, todas esas razones cuentan pero debo ser sincero, hay una de más peso, algo que me ha tenido apartado del blog y de mis novelas desde el principio de verano. Una razón de mucho peso...

Me he enamorado.

Suena un poco raro, ¿verdad? El enamorarse es algo propio de la juventud, no algo que se espera de un hombre 58 años... ¡Y encima casado! Os preguntaréis si me he separado de mi mujer, si hemos iniciado ya los trámites del divorcio... Pues no, no hay nada de eso. De hecho, mi querida esposa acaba de llegar de su cita con mi amante. Por lo que me cuenta, salió bien. No es que se hayan hecho amigas, de momento, pero no ha habido celos ni se han agarrado de los pelos.

Son cosas del poliamor.

Veréis, cuando escribo aquí sobre poliamor no lo hago desde un punto de vista exclusivamente teórico. El poliamor es mi estilo de vida, mío y de mi mujer. No es que las cosas vayan siempre como la seda. Cuando conocí a mi nueva amante, en junio, el enamoramiento mutuo fue tan fuerte que a mi esposa se le descabalaron un poco las cosas. Es que el enamorarse tiene bastante de locura, y siempre es desconcertante ver a la persona que tienes más cerca perder un poco los cabales. Pero con mucha comunicación y mucho amor (que no es lo mismo que el enamoramiento, por cierto), todo se puede encauzar y las relaciones salen reforzadas.

Sin duda os estaréis preguntando quien es esta mujer capaz de llevarme a esta loca aventura. Lo siento pero no os puedo dar detalles de ella, ya que le importa mucho su privacidad. No os puedo decir lo guapa que es, hablaros de su fortaleza y de su inteligencia. Por muchas ganas que me entren.

Lo que sí puedo deciros es que me considero muy afortunado de poder enamorarme, de comprobar que las aventuras románticas y sexuales no se han acabado todavía para mí. Y me siento doblemente afortunado de tener una compañera de toda la vida a mi lado a quien le puedo contar lo que siento sin inspirarle celos, sino alegría y complicidad en poder compartir mi aventura conmigo. Como yo comparto sus aventuras.

El poliamor es algo verdaderamente maravilloso.


sábado, 13 de junio de 2015

El libro electrónico: mejor para el lector, el escritor y el medio ambiente


“Me gusta más el papel: el olor, el peso de un libro de verdad”. “Soy de la vieja ola, me hago un lio tremendo con estas nuevas tecnologías”. “El libro de papel tiene un encanto que nunca tendrá el libro electrónico”. “Si no me compro un libro impreso me da la impresión de que no lo tengo”. Estas son algunas de las razones que escucho decir a gente a la que no le gustan los libros electrónicos. Creo que reflejan un cierto miedo atávico a la tecnología, una resistencia al cambio, la creencia de que el libro de papel es algo precioso que debe ser protegido, que es más puro, más humano. Por supuesto, cada cual tiene derecho a su opinión y sus gustos, que además en cuestión de literatura tienen mucho peso. Sin embargo, me gustaría que cotejarais esa opinión con los hechos que voy a exponer a continuación.

El libro electrónico es más ecologista

Te puede parecer que el libro impreso que tienes en las manos representa sólo un minúsculo trozo de árbol, un sacrificio insignificante frente a todas las cosas que le hacemos al medio ambiente. Pero no es verdad. Para empezar, por cada libro que se vende cientos de otros libros se imprimen, se almacenan, se distribuyen, se devuelven al editor y se destruyen, lo que representa un desperdicio enorme de material y energía. Ten en cuenta que la industria papelera tiene un efecto desastroso sobre el medio ambiente. Es responsable de la epidemia de eucaliptos que ha destrozado el ecosistema de todo el norte de España, desplazando los bosques autóctonos de robles, encinas, hayas y castaños y eliminando a toda la fauna que sostienen. Encima, las fábricas de papel polucionan un montón, despidiendo grandes cantidades de sulfuro de hidrógeno y otros gases nocivos: véase lo que le ha hecho a la ría de Pontevedra la fábrica de papel situada a sus orillas. Sí, es verdad que para hacer una tableta también se usan metales que polucionan, pero la escala de la polución es muchísimo menor. Una tableta Kindle de unos pocos gramos tiene un circuito electrónico mínimo.

Y no olvides que puedes leer libros electrónicos en tu iPod, iPad o tu móvil, que vas a poder utilizar para muchas otras cosas. En estos sitios te puedes descargar gratis la aplicación Kindle  que sirve para  leer libros en tu móvil o en tabletas que no sean las Kindle de Amazon:

Para iPhone e iPad:
https://itunes.apple.com/es/app/kindle-lee-libros-ebooks-revistas/id302584613?mt=8

Móviles con el sistema operativo Android:
https://play.google.com/store/apps/details?id=com.amazon.kindle&hl=es_419
http://www.amazon.com/Amazon-com-Kindle-for-Android/dp/B004DLPXAO

El libro electrónico ofrece muchas ventajas al lector

Déjame enumerarte unas cuantas:
  1. Poder viajar con un montón de libros sin llevar casi nada de peso. Esto fue lo que me llevó a comprarme mi primera tableta Kindle. Mi familia y yo viajamos mucho, normalmente una vez al año desde Los Ángeles a Europa. Como los tres somos ávidos lectores, el tener suficiente material de lectura para tres semanas de viaje llena de por sí toda una maleta. Tres tabletas solucionan el problema. Además, podemos llevar muchos libros en caso de que alguno no nos guste, o incluso bajárnoslo con toda facilidad de la “nube” mientras estamos de viaje.
  2. Como explico más abajo, el libro electrónico es un arma buenísima contra la censura, algo que es muy importante para los que formamos parte de la cultura sexo-positiva. 
  3. Un libro electrónico puede contener hiper-enlaces al índice o a una lista de notas, que resultan mucho más accesibles y molestan menos que las notas en un libro de papel. En tabletas como el iPad, también puede haber hiper-enlaces directamente a sitios web. 
  4. Los libros electrónicos se pueden subrayar y anotar, y todo eso se puede borrar o modificar luego. Puedes compartir tus notas con otros lectores a través de internet, o ver las que ellos han escrito.
  5. La tinta electrónica de tabletas como el Kindle se pude leer perfectamente a la luz del sol y no hace más daño a los ojos que un libro normal.
  6. Kindle, Smashwords y otras compañías permiten que dos personas puedan leer el mismo libro a la vez si tienen una cuenta común. También hay formas de “prestar” libros electrónicos sin que te tengas que preocupar de que no te lo van a devolver. Claro que el libro electrónico se puede piratear con toda facilidad, pero no lo debes hacer porque esto supone robarle al escritor la recompensa por su trabajo. Al comprar un libro electrónico le das al escritor un 70% del precio que pagas. 
  7. Quizás lo más importante es que el libro electrónico es intrínsecamente más barato. Como no hay gastos de impresión, distribución, almacenaje y venta, todo ese dinero que se ahorra se le puede pasar al lector bajando el precio de venta. El problema es que muchas casas editoriales ven esto como una competencia desleal al libro de papel y han luchado por equiparar los precios, lo que es básicamente estafar al lector. Toda esa guerra entre Amazon y determinadas casas editoriales sobre la que hemos estado leyendo en la prensa se reduce básicamente a eso. Amazon Kindle quiere bajar los precios de los libros electrónicos (así vende más y gana más base de mercado), mientras que las editoriales clásicas quieren que se siga equiparando al precio del libro de papel (para no perder ventas de los mismos). Periódicos como El País se han puesto vergonzosamente del lado de las editoriales, con las que tienen vínculos comerciales, suministrando una gran cantidad de desinformación sobre esta guerra entre editoriales y criticando sistemáticamente a Amazon. Tú misma puedes figurarte de qué lado están tus intereses como lectora. 

El libro electrónico ofrece muchas ventajas al escritor

  1. Tradicionalmente, un escritor recibe un 10% del precio de cada uno de sus libros. Algunos escritores famosos logran un 15%, pero raramente más. El resto de lo que pagas por un libro va a la librería, a la editorial y a los costes que he mencionado más arriba (impresión, almacenaje, distribución, etc.). Frente a eso, Kindle y Smashwords pagan al autor el 70% del precio del libro. 
  2. Para un escritor principiante, conseguir que una editorial publique su libro representa una tarea hercúlea. Tradicionalmente, las editoriales han venido tratando a los escritores nóveles con un desprecio increíble. Muchas se niegan de llano a evaluar libros de escritores desconocidos. Las que aceptan hacerlo imponen condiciones absurdas para la entrega del libro: a pesar de que hoy en día un libro se puede mandar en forma digital por correo electrónico sin ningún coste, te obligan a imprimirlo en papel y mandarlo por correo normal, lo que te puede costar varios cientos de euros por cada libro que mandas. Si el libro es rechazado, lo que ocurre en casi todos los casos, no esperes que te den la más mínima información de por qué lo hacen. Si quieres publicar lo único que puedes hacer es volver a gastarte el dinero para enviar el libro a otra editorial. Como os podéis imaginar, esto abre las puertas a todo tipo de favoritismos, enchufes, tejemanejes y corrupción más o menos velada. Incluso han aparecido falsas editoriales que se dedican a estafar al escritor principiante haciéndole pagar por la publicación de su libro en papel, que luego no conseguirá vender. 
  3. Frente a esas barreras casi infranqueables, publicar una novela como libro electrónico es la cosa más fácil del mundo. Basta seguir unas simples instrucciones para formatear el texto de forma adecuada, subirlo a Kindle y en dos o tres días el libro está disponible para que lo compren los lectores en Amazon.com. Smashwords.com es incluso mejor: su sitio web formatea tu libro en los formatos electrónicos más usados (MOBI, EPUB, PDF, etc.) y no sólo lo vende en su página, sino que lo distribuye a otros vendedores como Apple, Amazon y Barnes and Noble. 
  4. ¿Qué pasa si tu libro tiene material cuestionable que puede ser censurado? Una editorial clásica lo rechazará en cuanto les entre la duda, y si no lo hacen te impondrá cambios draconianos como condición para la publicación, interfiriendo con tu creatividad. Amazon Kindle, en teoría, no admite la publicación de material pornográfico, pero en la práctica publica todo tipo de novelas eróticas sin restricciones. Smashwords no tiene apenas restricciones. Eso sí, si publicas algo que va contra la ley (plagio, libelo, etc.) la responsabilidad es tuya. Toma nota: el libro electrónico es la mejor defensa contra la censura que ha habido en la historia. 
  5. Alguien puede objetar que Amazon es una compañía gigantesca que amenaza con hacerse con el monopolio del negocio editorial, no sólo compitiendo con las editoriales de libros en papel sino eliminando la competencia en el terreno del libros electrónico. Pero esto no es así por una razón muy sencilla: publicar un libro electrónico es muy fácil, cualquiera puede hacerlo sin la ayuda de empresas como Amazon o Smashwords. Con calibre, un programa gratis para almacenar libros electrónicos (http://calibre-ebook.com/ ), el formatear un libro en cualquier formato electrónico está al alcance de todo el mundo. Luego puedes vender tu libro desde un sitio web con el 100% de los beneficios yendo a parar a tus manos. Smashwords.com (http://www.smashwords.com/ ) tiene un modelo comercial que puede ser muy competitivo frente a Amazon Kindle. Todo esto es lo que fuerza a Amazon a mantener su programa tan ventajoso para los escritores. Tened en cuenta además que cuando publicas en Amazon no le das la exclusiva - por eso mis novelas pueden estar a la venta tanto en Amazon como Smashwords. 
  6. La única ventaja que las editoriales clásicas ofrecen hoy en día al escritor es la publicidad y la promoción. Pero lo cierto es que tampoco invierten mucho es eso, a no ser que seas un escritor famoso. Los escritores principiantes tenemos que buscarnos la vida para anunciar nuestros libros, publiquemos donde publiquemos.
En resumidas cuentas, el libro electrónico ofrece unas enormes ventajas sobre el libro en papel, lo que explica su rapidísima implantación en el mercado. No sólo beneficia al lector y al escritor, que a partir de ahora pueden interactuar directamente sin el filtro de las editoriales, sino que elimina el daño al medio ambiente que supone la industria papelera. Pero creo que la mayor aportación del libro electrónico es que permite la difusión de material que antes no hubiera sido publicado nunca. La censura se vuelve enormemente difícil cuando todo el mundo puede publicar un libro con un mínimo esfuerzo adicional sobre la tarea de escribirlo. Y esto llega justo a tiempo, pues la editoriales clásicas se han empezado a fusionar unas con otras formando enormes monopolios. Como ocurría con la música y el cine, se estaba dando un fuerte tendencia a la uniformidad cultural: determinadas novelas (Juego de Tronos, Los Juegos del Hambre, Harry Potter, 50 Sombras de Grey, etc.) son leídas por todo el mundo mientras que los libros “del montón” son ignorados. Claro, a una editorial le beneficia promocionar mucho un libro para luego venderlo como rosquillas, en vez de tener que promocionar una gran variedad de libros. Esto reduce costes y riesgos. El libro electrónico contrarresta esa tendencia, democratizando el mercado de los libros. El problema es que ahora que cualquiera puede publicar su libro, bueno o malo, ¿cómo va a encontrar el lector los libros de calidad en medio de tanta marea? Esto crea una oportunidad comercial que aprovechan compañías como Goodreads (https://www.goodreads.com/ ), que se especializan en difundir las críticas de los lectores a los libros que leen. Creo que, poco a poco, está teniendo lugar un cambio enorme en el mundo de los libros. No te lo pierdas: apúntate al libro electrónico.

viernes, 22 de mayo de 2015

Cuatro mentiras sobre el amor


Se me ha ocurrido contar cuatro mentiras sobre el amor… Bueno, no contarlas, sino simplemente denunciar cuatro cosas falsas que se suelen decir sobre el amor. Falsas para mí, claro, si no estás de acuerdo para eso están los comentarios. ¿Por qué cuatro? Pues porque no tengo tiempo para escribir un post muy largo y conociendo mi tendencia a enrollarme…

Hoy iba en el coche escuchando uno de mi podcast favoritos, “Rationally Speaking”. Era el episodio dos, porque ahora que Massimo Piggliucci se ha retirado decidí escuchar los episodios antiguos. Este iba sobre el amor. Nada más empezar, va Massimo y dice que el amor tiene que ver sólo con la reproducción. ¿Qué? ¿Y entonces no existe el amor entre amigos? ¿No puede uno amar un libro, una idea, un país? Podemos hacer ésta la primera mentira sobre el amor:

“El amor de verdad sólo existe en la pareja.”

Es un mito del amor romántico que puede hacer mucho daño al llevarnos a valorar el amor a la persona con la que follamos sobre el amor a los amigos. Yo diría que el amor de la amistad es el más auténtico, pues se da desinteresadamente. Nos enamoramos locamente y nos olvidamos de los amigos. Luego nos rompen el corazón ¿y quiénes están ahí para recoger los trocitos? Nuestros amigos, claro.

Otra cosa muy común es considerar al amor como algo sublime, inefable. Oímos decir tonterías como que “la ciencia nunca conseguirá explicar el amor”. En realidad, el amor es algo muy sencillo: se trata simplemente de una emoción. Como la alegría, la tristeza, la ira, el orgullo y la vergüenza. ¿Y qué son las emociones? Las emociones son estados mentales que motivan nuestro comportamiento. Detrás de todo lo que hacemos hay una emoción, aunque sea sólo ese leve sentimiento de culpa que nos hace levantarnos por la mañana para ir al trabajo… “¡Arriba, perezoso, que ya son las ocho y media! ¿No te da vergüenza estar todavía en la cama?” Cuanto más fuerte es la emoción, mayor es nuestra motivación para hacer algo. Las emociones también dirigen nuestro pensamiento, por eso cuando estamos enamorados no podemos “quitárnosla de la cabeza”. Hay emociones positivas, que son las que nos atraen hacia algo, y emociones negativas, que son las que nos repelen o nos hacen luchar contra algo. No es que las emociones positivas sean buenas y las positivas malas. El asco es la emoción negativa por antonomasia, pero sentir asco hacia algo que es perjudicial para nuestra salud es bueno. De la misma forma, sentir amor por alguien que nos está haciendo daño es malo. Ese enamoramiento que nos sube a las nubes es muy agradable, pero también lo es el estado mental en que nos ponen muchas drogas. En realidad, son estados muy parecidos, producidos por la liberación de dopamina en la llamada “vía del placer” que conecta el cuerpo estriado con el núcleo accumbens en el cerebro. Resulta que, como hacen las drogas, el enamoramiento disminuye la inteligencia. ¿Quiere eso decir que no debemos enamorarnos? No, simplemente digo que dejemos de creer que…

“El amor es el estado más sublime del que es capaz el ser humano.”

Y tonterías por el estilo. Esa será nuestra segunda mentira. El amor enriquece nuestras vidas y resulta muy saludable, pero no saquemos las cosas de quicio dándole más importancia de la que tiene. Recuerda esto la próxima vez que te encuentres en un charco de autocompasión y melancolía porque te han dejado. No es el fin del mundo. En la vida hay un montón de cosas aparte del amor. ¿Te parece que estoy siendo cínico? Pues el Budismo dice algo parecido. Según él, el estado mental ideal no es el de exaltación amorosa o de una alegría tremenda, sino un estado de serenidad y desapego acompañado de amabilidad hacia todos, más que amor a una persona en concreto.

Vayamos a por la tercera mentira. Para no complicarme mucho la vida, escogeré algo fácil…

“El amor es para siempre.”

O título similar de una peli romántica en la que los amantes se buscan hasta en el Más Allá. No… Lo siento: no existe el “Más Allá”. El amor, como todos los fenómenos de la mente, es producido por el cerebro y no puede sobrevivir al cerebro. Es más, hoy en día conocemos sustancias que si te las tomas dejas de estar enamorado inmediatamente. De hecho, una disminución drástica de la testosterona (incluso en la mujer), puede dar al traste con el más intenso de los romances. Ansiogénicos como las beta-carbolinas (que hacen lo contrario que el Valium), disfóricos como los agonistas del receptor kappa de opiáceos, bloqueadores de la oxitocina… todo eso puede acabar con el amor. ¡Y son simples sustancias químicas! Pero con esto no quiero decir que:

“El amor es una simple cuestión de química.”

Lo que será nuestra cuarta mentira sobre el amor. Simplemente digo que sin cerebro no puede haber amor, porque sin cerebro no hay consciencia. Y como el cerebro no dura para siempre, tampoco lo hace el amor. En realidad, la mayor parte de los amores no duran toda la vida, como lo demuestra la altísima tasa de divorcio. Y el amor de las amistades, ese que decía que era el más sincero, resulta que es el más efímero. En esto creo que también acierta en Budismo cuando nos dice que todo es transitorio y perecedero. El amor no es la excepción: tiene un principio y un final. No sólo eso, sino que es algo que cambia a cada momento, va adquiriendo mil formas distintas. Como todo lo que existe en nuestra mente, es transitorio. Nuestra propia mente es impermanente; no tenemos un alma que viva eternamente. Nosotros cambiamos como todo lo que hay en el universo, tenemos un principio y un fin.

¿Que por qué el amor no es una simple cuestión de química? Esa es una falacia (error de lógica) muy curiosa, de un tipo que se escucha mucho estos días. Yo la llamaría “falso reduccionismo”. El reduccionismo consiste en querer explicar fenómenos complejos en función de fenómenos más sencillos. Por ejemplo, las propiedades químicas del átomo de carbono se pueden explicar en función de fenómenos físicos de la mecánica cuántica. Pero si nos ponemos a explicar en base a la mecánica cuántica las propiedades de moléculas complejas, como el ADN, nos perdemos. Cuando se pasa de un nivel de complejidad a otro, por ejemplo de la física a la química, o de la química a la biología, aparecen lo que se llama “propiedades emergentes”. Las reglas de juego cambian porque las relaciones entre los distintos elementos hacen que el todo sea más que la suma de sus partes. La falacia del falso reduccionismo consiste en pensar que eso no es así, que podemos ignorar las propiedades emergentes. ¿Qué tiene que ver esto con el amor? Pues que el amor, como las demás emociones, es una propiedad emergente de cerebro humano. Decir que el amor es sólo química es como decir que el ADN es sólo neutrones, protones y electrones. Las dos cosas son aparentemente verdad… excepto que la palabra “sólo” nos lleva a engaño porque hemos tirado por la ventana las propiedades emergentes, que son lo más importante.

El amor, como las demás emociones, es una propiedad emergente debida al funcionamiento del cerebro humano. El disparo de potenciales de acción en determinadas neuronas, la liberación de determinados neurotransmisores, forman la base del amor, pero no son lo mismo que el amor, de la misma manera que el flujo de electrones en tu ordenador no es lo mismo que este mensaje que estás leyendo, aunque forme la base del mismo. La información, el sentido de algo, viene dado por la manera en que se relacionan una serie de elementos (circuitos y chips en el ordenador, neuronas en el cerebro), no por los elementos en sí. Somos nuestro cerebro, nuestra mente (que no es más que lo que hace el cerebro al funcionar), y las emociones son una parte fundamental de la mente. Las emociones son lo que da color a nuestra vida, lo que nos hace feliz y lo que nos hace sufrir. Y el amor, emoción positiva que nos une a los demás, es una de las cosas que más puede contribuir a nuestra felicidad.

El amor no es ni mística ni química, sólo el querernos, el desear la felicidad de la persona que tenemos al lado, momento a momento, fluyendo juntos en el río del tiempo, sabiendo que todo va a cambiar, que todo lo vamos a perder... Y, a pesar de todo, amando.

¿Te han gustado mis cuatro mentiras sobre el amor? Si quieres más, lee este otro artículo de este blog:

¿Qué tiene de malo el amor romántico?

domingo, 10 de mayo de 2015

¿Por qué sentimos vergüenza?


Desde hace un tiempo siento una gran fascinación por las emociones, quizás porque estoy convencido de que contribuyen en gran medida a nuestra felicidad. De hecho, es frecuente confundir la alegría (que no es más que una emoción) con la felicidad (que es un estado profundo de ser que transciende a las emociones). No voy a entrar aquí en definir la felicidad, sólo apuntar que depende en gran medida de sentir emociones positivas, como la alegría y el amor, y el limitar nuestras emociones negativas, como el temor, la ira y la tristeza.

Un grupo de emociones particularmente importantes son aquellas que están relacionadas con cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo nos perciben los demás. Por esa razón se denominan en inglés “self-conscious emotions” (Muris and Meesters, 2014): emociones de la consciencia del ser. Normalmente se nombran tres: la culpa, la vergüenza y el orgullo; pero existen otras relacionadas con ellas: la dignidad, la soberbia, el arrepentimiento, el ridículo y el humor. El orgullo, la dignidad y la soberbia son emociones positivas que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, mientras que la culpa, el arrepentimiento y la vergüenza son emociones negativas que disminuyen nuestra autoestima.

En particular, la vergüenza es una poderosa emoción con una tremenda capacidad para hacernos daño, pudiendo llevar incluso al suicidio (Lester, 1997, Werbart Tornblom et al., 2015). También se ha visto que el desorden de estrés post-traumático (PTSD) no sólo está causado por el miedo, sino que tiene importantes componentes de culpa y vergüenza (Lee et al., 2001, Wilson et al., 2006). El comprender la vergüenza es también esencial en la lucha por las libertades sexuales y la igualdad. Tanto el “estar en el armario” como el que nos saquen de él a la fuerza (“outing” en inglés) tienen profundos efectos en la autoestima debido a la vergüenza que conlleva que no nos ajustemos a la normativa de la sociedad (Chekola, 1994).

¿Por qué existe la vergüenza? La clave de la supervivencia de los seres humanos es nuestra habilidad de vivir en grupos sociales. En el entorno en el que evolucionó nuestra especie, una persona sola sería incapaz de encontrar alimento y defenderse de los predadores para sobrevivir. Es a base de vivir en grupos como los humanos hemos sido capaces de conquistar casi todos los ecosistemas de la superficie terrestre. Sin embargo, el funcionamiento armonioso de una sociedad humana requiere que se respeten una ciertas reglas que establecen la cooperación mutua, de tal manera que todo el mundo contribuya y nadie se beneficie indebidamente del esfuerzo de otros. También hace falta que haya frenos a la agresividad y que se establezcan jerarquías que hagan que las opiniones y los actos de los individuos con mayor éxito y experiencia se valoren más que las de los demás.

El orgullo, la culpa y la vergüenza son emociones que evolucionaron para hacer que estas reglas sociales estén arraigadas en las profundidades de nuestro psiquismo (Breggin, 2015). Así, la culpa y el arrepentimiento cumplen la función de evitar que se rompan normas sociales y que reparemos el daño causado cuando lo hacemos. La vergüenza y la humillación aparecen frecuentemente asociadas con ataques que nos hacen perder nuestro atractivo social (Gilbert, 1997). Otros investigadores señalan que el orgullo y la vergüenza son señales sociales que benefician tanto a quien las expresa como a quien las observa (Martens et al., 2012). En particular, el mostrar vergüenza puede servir para apaciguar a los otros tras una transgresión social y así evitar o paliar el castigo. Por otro lado, la vergüenza desempeña un papel esencial en la regulación de la conducta social y es uno de los incentivos más fuertes para cambiarse a uno mismo (Lickel et al., 2014). Por ejemplo, el avergonzar al maltratador puede servir para mitigar o poner fin a situaciones de abuso doméstico y acoso sexual. Se ha visto que la vergüenza es fundamental en el tratamiento de personas que abusan sexualmente de niños (Proeve and Howells, 2002).

¿Pero entonces por qué existe la vergüenza como emoción distinta de la culpa? Mientras que la culpa es principalmente un freno a la agresividad y al egoísmo, la vergüenza y su emoción opuesta, el orgullo, actúan como incentivos para la cooperación. El orgullo nos señala un aumento en nuestro status social cuando tenemos éxito, mientras que la vergüenza opera como una señal de alarma que nos advierte que disminuye la estima con que se nos tiene en el grupo. En el entorno evolutivo, la capacidad de una persona para alimentarse y reproducirse debía estar estrechamente asociada a este estatus social, lo que explicaría que la vergüenza esté profundamente arraigada en el funcionamiento de nuestro cuerpo. Por ejemplo, la vergüenza produce rubor, que una respuesta automática del sistema cardiovascular. También produce importantes efectos negativos en el sistema hormonal, como un aumento en la hormona de estrés cortisol, y en el sistema inmune, como un aumento en las citoquinas pro-inflamatorias (Dickerson et al., 2004).

Resulta interesante analizar algunas emociones relacionadas con la vergüenza: la dignidad, la humillación, el ridículo y el humor. Podríamos decir que la dignidad es la manifestación externa del orgullo en nuestro comportamiento. Sin embargo, la dignidad puede ser mentirosa: podemos comportarnos de forma digna aunque por dentro no nos sintamos orgullosos. Si hacemos esto, a menudo la gente que nos rodea intentará desenmascararnos, exponiendo nuestra falta de autoestima al dejarnos en ridículo. El ridículo es, por lo tanto, una pérdida de dignidad que conduce al humor… Cuando el petulante gallito se cae en un charco, todo el mundo se ríe. Cuando una persona con buena autoestima se ve en una situación de ridículo reacciona uniéndose al regocijo general, riéndose de sí mismo. Paradójicamente, esto tiene el efecto de rescatarlo del ridículo. Por el contrario, una persona con baja autoestima intentará mantener su dignidad a toda costa: el petulante gallito se levanta del charco y se ajusta la ropa mojada, muy serio, pretendiendo que no ha pasado nada. El resultado son más risas.

Por otro lado, la humillación y el avergonzar son técnicas muy comunes tanto en el abuso psicológico como en el control de la gente por el poder religioso y político. Por lo tanto, hace falta desarrollar estrategias para desenmascarar esas campañas de humillación masiva. Una de esas estrategias es dar connotaciones positivas a palabras que se usan para humillar, como se hizo en inglés con las palabras “gay”, “slut” (“guarra”) y “pervert” (“pervertido”). En particular, “slut” se aplica ahora a ambos sexos, no sólo a las mujeres, y ha pasado a denominar a una persona liberada sexualmente con un poderoso eroticismo. También se usa en la expresión “slut shaming”, con la que se denuncia la actitud de querer avergonzar a una mujer por su conducta sexual. Por otro lado, neologismos como “homofobia”, “misoginia”, “misandria”, “sexo-negativo” y “erotofobia” se pueden usar para avergonzar a los opresores, exponiendo sus actitudes de odio y de miedo irracional.

En resumen, creo que comprender la emoción de la vergüenza es fundamental tanto por el papel que desempeña en nuestra salud física y mental como por su capacidad para ser usada para el abuso psicológico y la opresión cultural.

Referencias


Breggin PR (2015) The biological evolution of guilt, shame and anxiety: A new theory of negative legacy emotions. Med Hypotheses.

Chekola M (1994) Outing, truth-telling, and the shame of the closet. J Homosex 27:67-90.

Dickerson SS, Gruenewald TL, Kemeny ME (2004) When the social self is threatened: shame, physiology, and health. J Pers 72:1191-1216.

Gilbert P (1997) The evolution of social attractiveness and its role in shame, humiliation, guilt and therapy. Br J Med Psychol 70 ( Pt 2):113-147.

Lee DA, Scragg P, Turner S (2001) The role of shame and guilt in traumatic events: a clinical model of shame-based and guilt-based PTSD. Br J Med Psychol 74:451-466.

Lester D (1997) The role of shame in suicide. Suicide Life Threat Behav 27:352-361.
Lickel B, Kushlev K, Savalei V, Matta S, Schmader T (2014) Shame and the motivation to change the self. Emotion 14:1049-1061.

Martens JP, Tracy JL, Shariff AF (2012) Status signals: adaptive benefits of displaying and observing the nonverbal expressions of pride and shame. Cogn Emot 26:390-406.

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martes, 21 de abril de 2015

No estás aquí para pasártelo bien

Continuación de la escena "¡Qué brazos tan fuertes tienes!" De mi nueva novela "Contracorriente (Escenas de poliamor)"

Entreabriendo los ojos, vio a Cecilia sentada en sus talones frente a ellos, mirándolos con ojos lastimeros.

-Está surtiendo efecto, eso de darme envidia -observó.

Beatriz se revolvió en sus brazos.

-¡Ay, perdona! -le dijo a Cecilia-. Se me había olvidado que es tu chico. ¡Qué tonta soy! ¡Si es que veo un hombre así y no me sé controlar! Pero no te preocupes, estoy segura de que tú le gustas mucho más que yo… Sólo soy una chica corriente, más bien feílla. Y encima me vuelvo un poco creída y me tienen que poner en mi sitio… ¡Soy tan estúpida! ¡Sí, estúpida, imbécil, zorra asquerosa…!

Julio la agarró por los hombros y la sacudió para hacerla callar. El tono de Beatriz había ido volviéndose gradualmente cada vez más violento.

-¡Silencio! ¡Aquí mando yo, y si quiero besarte te callas y te aguantas! ¿O tengo que pegarte otra vez?

-Es verdad, Beatriz -intervino Cecilia con voz calma-. Aquí manda él, que para eso es el dominante. A nosotras dos sólo nos queda aguantarnos con lo que quiera hacernos. Para eso me ha traído aquí, para ponerme celosa viendo las cosas que te hace. ¡Y prepárate, que no ha hecho más que empezar!

-No sé por qué digo esas tonterías… -dijo bajando la cabeza-. Seguro que pensáis que estoy loca.

-Loca no sé, pero sí que eres un pelín rara, Beatriz -le dijo con franqueza.

-En todo caso, no soy peligrosa.

-Sólo para ti, por lo visto -observó Cecilia. Le enseñó las muñequeras y tobilleras-. ¿Quieres que se las ponga?

-Sí, será mejor que la atemos antes de que nos haga otro destrozo. Teníamos que haberle hecho caso a Martina. Nos dijo que teníamos que tenerla atada todo el rato.

Cecilia empezó a ponerle las tobilleras.

-¡No me vendéis los ojos, por favor! Me gusta mucho veros.

-No pensaba hacerlo. Yo también quiero verte los ojos.

Le cogió la cara para mirárselos. Eran castaños, grandes y redondos. El ojo derecho se desvió hacia arriba.

-Tengo estrabismo. No me mires… Es muy feo, ya lo sé.

-Pues a mí me parece muy simpático… Tienes unos ojos preciosos, Beatriz.

-Es la primera vez en mi vida que alguien me dice eso… Sois muy buenos conmigo.

-¿Buenos? ¿Después de la paliza que te acabo de dar?

-Fue una azotaina severa, pero muy cariñosa.

-Has dejado de tartamudear  -observó Cecilia mientras le ponía una muñequera.

-Sólo tar-tar-tar… tartamudeo cuando estoy nerviosa.

-¿Y ya no lo estás? -le preguntó él.

-No… No hay nada como una buena paliza para calmarme los nervios.

-¡Menuda masoca estás hecha, Beatriz!

Recordó que le había prometido a Cecilia dejarla tomar la iniciativa. Quizás fuera mejor dejar ver qué se le ocurría hacer con Beatriz. Eso le daría algo de tiempo para hacer sus planes. Beatriz era mucho más imprevisible de lo que había pensado, necesitaba familiarizarse un poco más con ella antes de pasar a juegos más serios.

-Cecilia, ¿por qué no le explicas a esta mocosa cómo tiene que comportarse?

-¡Con mucho gusto, Julio!

Cecilia acabó de cerrar la última hebilla de la muñequera y, de un tirón, hizo que Beatriz se arrodillara en el suelo frente a ella.

-Lo primero que te tiene que quedar claro es que tú no estás aquí para pasártelo bien -le explicó-. Estás aquí para servir a Julio. Tu cuerpo será su juguete esta tarde.

-Sí claro, por supuesto… Perdona, no sé cómo se me ha podido olvidar… Es que es tan simpático que me he puesto a hablar con él como si tal cosa… ¡Qué tonta soy!

Cecilia le dio una bofetada, lo suficientemente fuerte para dejarla herida y desconcertada. Lentamente, se llevó la mano a la mejilla. Cecilia le pinzó los pezones entre el pulgar y el índice y se los retorció hasta hacerla gritar.

-¡Qué sea la última vez que te oigo decir que eres tonta o algo parecido! ¿Me oyes?

-¡Ayyy! Sí, sí, te oigo… ¡Ay, ay, ay, qué daño! ¡Suéltame, te lo suplico!

Cecilia le soltó los pezones. Beatriz se apresuró a cubrírselos con las manos, mirando a Cecilia con reverencia. Julio se sintió impresionado con la firmeza con la que Cecilia se había hecho con la total atención de Beatriz.

-Aquí el único que decide si eres tonta o lista es Julio, ¿te enteras? Si él te llama perra, tú ladras, y si te llama gatita, maúllas. Y, por supuesto, ni se te ocurra volver a pegarte… ¡Mira las marcas que te has dejado! -dijo señalando a las estría rojizas que tenía en los muslos-. Ahora Julio tendrá que dejar sus marcas encima de las que te has hecho tú. ¡Qué vergüenza! ¡Eso no lo hace una buena sumisa!

-Lo siento… Es que pensé que os habíais marchado.

-¡Cállate! Tus excusas no hacen sino empeorar la cosa. Venga, ayúdame a quitarle los zapatos a Julio.

La completa seguridad con la que Cecilia manejaba a Beatriz lo tenía fascinado. De alguna forma se las había apañado para comportarse como la más estricta de las dominantes sin restarle a él la más mínima autoridad. Al contrario, el poder de Cecilia aumentaba el suyo. No queriendo interrumpir la magia del momento, se limitó a mirarlas mientras, una en cada pie, le desataban los cordones y le quitaban los zapatos y luego los calcetines.

-Ahora bésale el pie… No, no lo mires a la cara, mírale sólo el pie… Así.

Cecilia se inclinó hacia delante y se puso a besarle el pie. Beatriz hizo lo propio, mirando a Cecilia de reojo con ansiedad. Como si fuera la cosa más natural del mundo, Cecilia le levantó el pie del suelo y se introdujo su dedo gordo en la boca, chupándoselo como si fuera una golosina. Beatriz la miraba con preocupación. Sin hacerle el menor caso, Cecilia se fue introduciendo en la boca, uno a uno, todos los dedos de su pie izquierdo. Tras un momento de vacilación, Beatriz se metió en la boca el dedo gordo de su otro pie. Desués de los primeros titubeos,  pronto estuvo lamiéndole el pie con la misma dedicación con que lo hacía Cecilia. La humedad y el calor de sus bocas le proporcionaba una sensación deliciosa, tremendamente erótica.

-¡Muy bien, Beatriz! -La animó Cecilia-. Creo que podré convertirte en una buena sumisa.

-Me gusta servir a tu chico. Gracias por enseñarme como tengo que hacerlo.

-Seguro que te han entrado ganas de chupar otra cosa, ¿a que sí?

Beatriz soltó una risita y se puso a lamerle la planta del pie, haciéndole cosquillas.

-Julio, ¿te importa que te desnudemos? -le preguntó Cecilia.

-No hace falta, ya me desnudo yo -dijo sacudiéndose a Beatriz del pie. Las cosquillas empezaban a hacérsele insoportables y no quería perder la dignidad.

-Vale, como quieras… ¡Tú, mocosa, no mires! ¡Date la vuelta! Ahora pon la cabeza en el suelo. ¡Levanta más ese culo! ¡Así! No te muevas hasta que te lo digamos.

La postura humillante de Beatriz le ofrecía una perfecta panorámica de sus nalgas sonrosadas enmarcando ese ano perfecto, ancho y liso. Lamentó que Martina le hubiera prohibido follárselo. Pero a lo mejor sí que podría jugar con él. La idea le puso la verga dura como una piedra justo cuando acababa de quitarse los calzoncillos. Cecilia la miró apreciativamente. Le indicó con un gesto que se volviera a sentar.

-Beatriz, date la vuelta, pero no levantes la cabeza del suelo.

Beatriz hizo lo que se le ordenaba. Cecilia le cogió las manos y se las unió tras la espalda con un mosquetón. Luego la hizo levantar la cara para obligarla a mirar la entrepierna de Julio.

-¡Joder, qué pedazo de polla! -exclamó Beatriz.

-Es bonita, ¿verdad? Tenemos que rendirle el debido respeto, como buenas sumisas. Así…

Cecilia se introdujo su verga en la boca y le propinó una de sus mejores caricias de lengua, levantándole escalofríos de placer por todo el cuerpo. Se le escapó un suspiro. Beatriz lo miraba, alelada.

Cecilia, soltándolo, la descubrió y le dio un bofetón.

-¡No mires a Julio a la cara, sólo a su polla! ¿Qué coño te crees que es esto, una peli porno? Te estaba enseñando lo que tienes que hacer y tú te quedas embobada. ¡Venga, a ver qué tal lo haces tú!

Sujetándole la polla con una mano, agarró a Beatriz por el pelo con la otra para conducirla hacia él.

-Saca la lengua y lámela… ¡Así! Ahora dale un besito, sólo con los labios… Chúpale un poco la puntita… Cuidado, no la toques con los dientes. ¿No te han enseñado cómo se hace esto? Mírame a mí.

Pronto las tuvo a las dos mejilla con mejilla, pasándole las lenguas por toda la polla, alternándose en chuparla. Cecilia controlaba la situación, agarrando su verga con una mano y el pelo de Beatriz con la otra, obligándola a prestar plena atención a lo que hacía. Tan pronto Beatriz se ponía a chuparlo con entusiasmo, Cecilia la separaba y se apoderaba posesivamente de él, dejándola frustrada y expectante. A pesar de lo mucho que disfrutaba del espectáculo, él mismo acabó por sentirse un juguete de los caprichos de Cecilia, atrapado en una montaña rusa de placer y frustración,.

-Ya sabes que a ti también te voy a dar lo tuyo -le advirtió a Cecilia, quien se sacó su verga de la boca y se la metió a Beatriz en la suya para contestarle:

-Por supuesto… Para eso hemos venido, ¿no?