domingo, 6 de octubre de 2013

Castigar sin pegar (en una relación D/s)

Muchas relaciones de dominación-sumisión (D/s) usan castigos como una forma de poner de manifiesto el poder que el dominante ejerce sobre la sumisa y para hacer que ella entre en un espacio mental de sumisión. Lo más corriente es que el dominante castigue administrando dolor, usando la amplia parafernalia que pone a su disposición el sadomasoquismo (SM): varas, fustas, látigos, correas, pinzas, etc. Sin embargo, con frecuencia las relaciones D/s son también SM, lo que viene a crear la paradoja de que los mismos métodos e instrumentos se usan para jugar y para castigar. La solución a esta paradoja suele ser usar una mayor dureza en los castigos que en el juego, y crear un contexto que deje bien claro que se está castigando el mal comportamiento de la sumisa. Sin embargo, la ambigüedad persiste, y si la sumisa es además muy masoquista siempre disfrutará en cierta medida del supuesto castigo, por duro que sea. Un problema similar es que frecuentemente el dominante quiere entrenar a la sumisa en que disfrute del dolor erótico que proporcionan los azotes, el bondage, las pinzas y demás implementos del sadomasoquismo. En este caso, usar el dolor como castigo tendrá el efecto contrario: el asociarlo con emociones negativas y rechazo por parte del dominante.

Por estas razones, es conveniente que el dominante tenga a su disposición una gama de castigos que no consistan en pegar, que incluso no se basen en el dolor. En su elaboración hay que tener en cuenta, por supuesto, los principios de “seguro, sensato y consensual”: los castigos no pueden nunca dañar la salud o la integridad física de la sumisa (“seguro”); no deben causar daños emocionales (“sensato”), y deben de aplicarse siempre con el consentimiento de la sumisa. De hecho, se debe establecer de antemano que la sumisa siempre puede interrumpir el castigo con el uso de su palabra d seguridad. Además, es posible encontrar castigos que sirvan para mejorar a la sumisa en algún aspecto: en su salud, en su fortaleza física o en su espíritu de sumisión. De acuerdo con todo esto, he aquí una lista de posibles castigos.

-Ducha de agua fría. El agua fría es sumamente saludable: libera endorfinas, incrementa la resistencia a las enfermedades, espabila y aumenta el metabolismo, ayudando a perder peso. Contrariamente al mito popular, el frío no ocasiona resfriados; éstos son enfermedades virales que se adquieren por contagio. El único riesgo es el de la hipotermia, pero llegar a eso requeriría una ducha muy prolongada o con agua muy fría (por debajo de los 10 C).

-Ejercicio físico. Sus efectos beneficiosos para la salud son incuestionables. Habrá que encontrar una forma de ejercicio lo suficientemente desagradable para que sirva de castigo, por lo que preferiblemente será monótona y extenuante. El dominante recurrirá a lo que tenga a su disposición. Por ejemplo, se pude usar una bicicleta estacionaria, o hacer que la sumisa suba y baje escaleras o de vueltas a la manzana corriendo.

-Sin fumar. Si la sumisa es fumadora, su adicción proporcionará al dominante uno de los castigos más eficaces y también con efectos de lo más saludable. Un día o dos sin fumar puede servir para someter a la sumisa más rebelde.

-Ayuno. ¿Necesita la sumisa perder peso? Si es así, saltarse una o dos comidas le puede venir fenomenal. Sin embargo, también hay que tener cuidado: muchas mujeres son muy sensibles a la hipoglucemia, mucho más que los hombres. El ayuno para quien no está acostumbrado a él puede interferir seriamente con el trabajo, la capacidad para conducir y otras tareas esenciales.

-Dietas de castigo. Si el ayuno no es conveniente para la sumisa, se la puede dejar comer pero cosas que no le proporcionen placer. Un castigo moderado puede ser un día sin chocolate o dulces. Si se necesita ser más severo, se pude imponer una dieta a base de arroz blanco y lechuga sin aliñar.

-Cambios en el vestuario. Muchos dominantes le quitan las bragas a su sumisa como forma de castigo, aunque para muchas mujeres esto es una fuente de excitación más que una penitencia. Una variante de este castigo es la de “bragas a media asta”: se bajan las bragas hasta la parte alta de los muslos para dejar expuestos el culo y el coño bajo la falda. Además de la sensación de desnudez, hay un recuerdo continuo de estar siendo castigada, incomodidad y algo de dificultad al andar. También se pude hacer que la sumisa vista prendas humillantes, incómodas o de mal gusto. Para algunas mujeres, no hay castigo peor.


-Copias. ¿Habéis visto a Bart Simpson escribiendo en el encerado? El hacer que el alumno escriba repetidamente la misma frase era un castigo frecuente en los colegios. Tiene las ventajas de ser algo muy fácil de comprobar y muy difícil de evadir. La sumisa tendrá que resignarse a pasar un cierto tiempo dedicada a un trabajo aburrido y monótono.

-Encierro. Preferiblemente en un armario o en un cuarto oscuro, como el que se usaba para aterrar a los niños. Pueden añadirse ataduras para inmovilizar más aún a la sumisa, o forzarla a estar de pie o en alguna otra postura incómoda. El encierro puede ser muy saludable, pues suele llevar a la sumisa a un estado mental parecido a la relajación. No debe prolongarse demasiado o usarse en personas que sufran de claustrofobia.

-Sin masturbarse. La privación de satisfacción sexual es algo que las dominatrices usan a menudo en los hombres, pero puede ser igualmente efectivo en las mujeres. La mayor parte de las sumisas no osarán masturbarse sin el permiso del dominante. Si no, se las puede atar a la cama con las piernas separadas y de forma que las manos no puedan llegar más abajo de las caderas.

-Sin orgasmo. Otra forma de privación sexual es ordenar a la sumisa a no tener orgasmos mientras es usada por el dominante para su propia satisfacción. La frustración que esto conlleva puede ser una castigo de los más efectivo.

-Tareas domésticas. Castigo muy adecuado para sumisos, quizás menos apropiado para mujeres que las tienen que realizar de todas formas. En ese caso se puede enfatizar que se trata de un castigo con toques adicionales como estar desnuda, llevar con zapatos de tacón o siendo penetrada por un consolador o un “butt plug”.

Por regla general, un castigo debe ser lo más inmediato posible y de duración limitada. Esto último dependerá de qué castigo se trate, claro está. Encierros y ejercicios físicos no deberán durar más de una hora, mientras que cambios en la dieta y prohibiciones de fumar o masturbarse deben durar alrededor de un día para ser adecuadamente severas. Un castigo bien cumplido debe borrar completamente la ofensa y ser reconocido con caricias, besos y otras demostraciones de afecto por parte del dominante. Sin un castigo es particularmente severo, esto deberá ser reconocido por el dominante, quien mostrará su admiración a la sumisa por haberlo sobrellevado.

Hay ciertos tipos de castigos que nunca deben usarse… En general, cualquier cosa que pueda causar un profundo daño emocional a la sumisa, como ponerla celosa o privarla de algo realmente valioso para ella. He oído decir que el peor castigo para una sumisa es que el dominante la prive de su atención, pero en mi experiencia esto suele salir mal. Lo que suele ocurrir es que esto lleva a una falta de comunicación entre el dominante y la sumisa que tiende a empeorar el problema inicial. El castigo tampoco debe considerarse como una solución a problemas de la relación. Éstos deben ser resueltos en plano de igualdad, y si después de hacerlo la sumisa reconoce que debe ser castigada se procederá a ello. No hay que olvidar que la regla de “consensual” significa que la sumisa acepta plenamente cada uno de los castigos que se le imponen. Nunca se debe castigar bajo el chantaje de romper la relación.

Por último, quiero señalar que el castigo, aunque desagradable, no debe ser una fuente de infelicidad para la sumisa, pues se da en el contexto de la relación D/s que debe hacerla feliz. La sumisa verá el castigo como una demostración del poder que el dominante tiene sobre ella y eso le gustará, llegando quizás a excitarla sexualmente. El llamado “fetiche de castigo” es un componente importante de las fantasías de D/s. Consiste en que la misma idea de ser castigada resulta excitante. Todo eso está bien. El dominante puede darse cuenta de que el castigo en cierta medida le está gustando a la sumisa, pero esto no debe preocuparle. La dinámica de poder funciona de todas formas, y si no fuera por esa capacidad de gozar aún de los castigos más desagradables, la sumisa nunca habría elegido serlo.

5 comentarios:

  1. He tenido que borrar varias fotos eróticas ee este artículo debido a la nueva censura de Google.

    ResponderEliminar
  2. He repuesto las fotos eróticas, ya que Google se volvió atrás en su normativa de censura.

    ResponderEliminar
  3. Curiosamente, éste el artículo que más vistas tiene de todo el blog: 6963 a dia de hoy. Continua atrayendo mucha atención. Seguramente escribiré pronto otro artículo sobre el tema de los castigos en el BDSM.

    ResponderEliminar
  4. Es que tu articulo es buenisimo y super completo. A Mía le vengo diciendo de encerrarla en mi armario cuando venga y se negaba rotundamente, ahora ya dice que no le va a gustar, son tan hermosas las sumisas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quizás sería conveniente que lo hablárais para ver qué es lo que le genera resistencia a Mía. Un encierro en silencio y a oscuras puede llevar a un estado parecido a la meditación, pero en determinadas personas puede hacer surgir recuerdos y emociones dolorosas. Añadir bondage, zapatos de tacón o un butt-plug le puede dar un toque sexy al asunto. Hay una escena de encierro en el armario en mi novela "Amores Imposibles" donde describo las sensaciones de la sumisa al ser encerrada durante varias horas.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.